Los tentáculos del gran capo colombiano Otoniel que rozaron Asturias

Serxio González / Juan M. Arribas

ASTURIAS

27 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La cacería de Dairo Antonio Úsuga, Otoniel, el líder principal del poderoso clan colombiano del Golfo capturado el sábado, se levanta sobre números que quitan el aliento. Quinientos hombres y 22 helicópteros para conseguir superar los ocho anillos de seguridad que defendían al capo más buscado de Colombia. Una recompensa de tres mil millones de pesos colombianos y cinco millones de dólares estadounidenses sobre su cabeza. Pero, sobre todo, son las dimensiones del imperio que comandaba, una verdadera multinacional del crimen organizado, capaz de distribuir cocaína al por mayor en los cinco continentes, las que resultan mareantes. Son, los suyos, unos tentáculos de longitud descomunal que han tocado tangencialmente a Asturias.

La derivada asturiana no fue más que un roce, aunque enormemente significativo. Se produjo en noviembre del 2019. Es entonces cuando emerge frente a las costas gallegas  el primer narcosubmarino interceptado en Europa. En realidad, sus tres toneladas de cocaína tendrían que haber sido transferidas a unas trescientas millas de Lisboa, mar adentro, muy lejos de las Rías Baixas. Todo salió mal y Galicia y de paso Asturias surgieron en la ecuación sobre la marcha, como un plan B que también naufragó. Más allá de dilucidar quién había puesto la mercancía en circulación, la investigación apunta a que el clan del Golfo se hallaba tras la construcción del semisumergible, en un astillero oculto en plena selva brasileña.

El artefacto, llamado Che, navegó hasta desembocar en el Atlántico. Tras 19 días de singladura y un tiempo endiablado, los narcos se sintieron cercados tras múltiples averías. Patrulleras y medios aéreos de la Armada Portuguesa salieron a su encuentro, pero no hubo contacto visual. El mal tiempo impedía distinguir su silueta semisumergida. Los enlaces en España necesitaban tiempo para conseguir otro motor nuevo o arreglar el averiado. No les quedó otra que fondear durante 72 horas en algún punto de la nada oceánica, a más de 150 millas de la costa y sin ancla. 

La Guardia Civil recibió entonces información relevante que situaba a Che citándose con un barco de pesca procedente de Asturias. Por lo que, desde A Coruña, movilizó a una de sus patrulleras que, salvando olas de hasta siete metros, se metió en el ombligo de la tormenta. Llegaron a la zona posicionada y visualizaron el pesquero, que viró el rumbo hasta desaparecer ahuyentado por la Guardia Civil. «Teníamos claro que esa opción se iba a producir, por eso hacemos el despliegue de medios que hacemos con barcos nuestros y de Vigilancia Aduanera, y con medios aéreos. El fin real podía ser la detención, pero era improbable localizar algo así en aquellas condiciones. El objetivo real era dejarlos sin opciones y, al final, el azar jugó a nuestro favor porque sí se quedaron sin opciones. No les quedó otra que volver a la costa para intentar sobrevivir», añadieron fuentes de la Guardia Civil.

El clan de Otoniel, cuyo germen prendió en un antiguo grupo paramilitar, encuentra su principal terreno de juego en el Pacífico y Estados Unidos, aunque su presencia en España, la principal receptora en Europa junto a los Países Bajos, se remonta varios años en el tiempo, como acreditan la Guardia Civil, Vigilancia Aduanera y la Policía Nacional.