Una asturiana con VIH desde hace 32 años: «Me dijeron que con suerte viviría 5 años»

Xuan Menéndez REDACCION

ASTURIAS

Arantxa Barreiro durante una charla en un instituto
Arantxa Barreiro durante una charla en un instituto

Arantxa Barreiro hace pública su dolencia para visibilizar la discriminación que padecen los enfermos de SIDA | «Estaba expectante por las reacciones, pero en mi entorno todas han sido positivas», agradece

22 oct 2022 . Actualizado a las 16:39 h.

«Estaba expectante por las reacciones, pero en mi entorno todas han sido positivas», dice Arantxa Barreiro, que hace dos semanas contó en público que tiene VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). Hasta entonces, tan solo el entorno más cercano de la asturiana sabía que lleva conviviendo con esta enfermedad desde hace 32 años. Ha decidido contar su historia con el objetivo de visibilizar la situación de discriminación que atraviesan los enfermos de VIH, como parte de la campaña que organiza Coordinadora Estatal de VIH y Sida (Cesida) durante 2022, que podría terminar con un Pride positivo el 1 de diciembre de este año, Día Mundial Contra el Sida. Barreiro es enfermera y voluntaria en el Comité Antisida de Asturias desde comienzos de siglo.

Se contagió con 19 años. «Acababa de ser madre, tenía toda la vida por delante y me dijeron que con suerte llegaría a vivir 5 años». Los pronósticos no se cumplieron y lleva una vida totalmente normal. Gracias a los avances médicos, los medicamentos antirretrovirales impiden la expansión del virus y consiguen que no se desarrolle la tercera etapa, que se conoce como sida. Además, con el tratamiento adecuado se consigue reducir la carga viral y tampoco se transmite, aun manteniendo relaciones sexuales sin protección, que es la manera más común de contagio. Los hijos de Barreiro y su marido no tienen VIH.

«El covid nos ha enseñado que cualquiera pueda contagiarse de un virus y que no es culpa suya»

Actualmente la enfermedad no es lo peor de tener VIH. Con el tratamiento adecuado, se puede llevar una vida completamente saludable. Los enfermos de VIH lidian con la discriminación por la sociedad, en buena parte por el desconocimiento y un miedo sin fundamento. A pesar de toda la información al respecto, siguen existiendo muchos prejuicios y bulos sobre el VIH.

Barreiro cree que la pandemia ha servido para demostrar que cualquiera puede infectarse de un virus sin ser culpa suya. «El covid nos está enseñando muchas cosas: que nadie enferma porque quiere, que cualquiera puede contagiarse de un virus sin tener culpa y que todos podemos aflojar las medidas de seguridad en algún momento; y nos puede pasar igual con cualquier otro virus. La diferencia es que el VIH se queda con nosotros», explica Barreiro, que resalta que cualquiera puede contagiarse por un descuido o por confiar en alguien: «No se puede juzgar ni ajusticiar a alguien porque haya cometido un error y muchísimo menos cuando las consecuencias son la enfermedad que ya vive la propia persona. Ahora mismo la enfermedad es controlable, pero ha habido épocas muy difíciles».

 Barreiros cuenta la crueldad que sufren los enfermos de VIH al tener que esconderse en la sociedad. «Lo primero que piensa uno al contagiarse es que no se lo puede contar a nadie, y esa es una parte muy cruel de la enfermedad. También te afecta en el mundo laboral. En algunos trabajos te piden reconocimiento médico y te puedes negar pero si no aceptas ya saben que pasa algo. Es un callejón sin salida». Barreiros conoce muchos casos en los que trabajadores han sido despedidos. «No directamente, porque sería denunciable, pero buscan excusas. No debería de ser así. Es como si por ejemplo a mí, que soy asmática, me despiden por ese motivo, o me niegan un seguro médico». Ella ha decidido contar su historia precisamente para terminar con esa discriminación que engloba al VIH.

 Una enfermedad que no entiende perfiles

También tiene claro cuál es el único remedio contra los prejuicios y los bulos que circulan entorno al VIH, «información actual y veraz que llegue al mayor número de población posible», y considera muy importantes las charlas informativas en los institutos para prevenir a los más jóvenes para «facilitarles herramientas de defensa» y «combatir los estereotipos y bulos».

«En algunas charlas, los niños nos han llegado a preguntar si se transmitía por la saliva. Hay que hacer entender que en esta enfermedad no hay perfiles, cómo se transmite, que con un buen tratamiento y una buena adherencia no se contagia, y que ya no es igual a hace décadas». Barreiros señala que toda esta información también es importante que llegue a la población adulta para romper con la información falsa que todavía circula sobre el VIH.

«Hay muchos aspectos de la vida que hasta que no te tocan de cerca, bien a ti o alguien de tu entorno, no te interesas por ellos. Lo que pretendemos es llevar esta información a gente que no la va a buscar, porque es muy probable que se encuentre a lo largo de su vida con gente que lo tenga y no se atreva a decirlo por todos los problemas adheridos y sin fundamento. Cuando tú sabes cuál es la herramienta de defensa y cuál es el medio de transmisión, no hay ningún problema y no debe haber pavor al VIH. No debe existir esa discriminación», asegura.

«No hay que tener miedo al VIH»

Según el Ministerio de Sanidad, hay alrededor de 150.000 personas con VIH en España. A pesar de que con tratamiento es una enfermedad controlable, los enfermos de VIH han sufrido una discriminación histórica, lo cual deriva en el silencio. «El problema es que tiene una respuesta social siempre negativa, entonces no te arriesgas. Hay que hacer ver que cualquier persona puede contagiarse y que con una buena medicación y manteniendo una carga vírica indetectable, no hay ningún peligro. Ese miedo al VIH es sin fundamento. Hay que visibilizar la realidad: en España somos miles de personas con VIH, de distintos perfiles y trabajadores de diferentes ámbitos y sectores. Cualquiera puede cometer un error y ya lo paga con su enfermedad».  

A lo largo de 2022, el Cesida va a realizar campañas de información que finalizarán el 1 de diciembre, el Día Mundial contra el Sida, al cual pretenden convertir en una especie de día del orgullo para dar visibilidad a esta enfermedad. «Queremos hacer ver que las personas con VIH existen, tenemos derechos como las demás personas que tengan cualquier otra patología cualquiera. Necesitamos que la población lo vea para tener un apoyo coherente», explica Barreiros, que recomienda a cualquier persona que atraviese por una situación similar que acuda a centros y asociaciones donde le informen y no sea necesario esconderse, a la vez que invita a luchar contra el estigma social que acarrea esta enfermedad.

«Al principio hubo momentos muy duros. Personalmente, me vino muy bien la asociación porque era un lugar donde podía hablar de mi realidad abiertamente. Cuando me enteré fue todo un shock. Ahora la enfermedad ha cambiado mucho y se puede llevar una vida totalmente normal, sin contagiar a nadie pero sigue siendo un tema tabú que trae consecuencias. No debería ser así. El quid de la cuestión es conseguir que, los que padecemos está enfermedad, seamos visto como cualquier otra y no suframos esa discriminación. Tenemos una enfermedad, como cualquier otra y no la vamos a transmitir. Nadie está en la sombra porque le gusta y verbalizar los problemas es una terapia muy buena».