Begoña Cueto: «Es una generación muy desafortunada, pero los estudios siempre son una ventaja»

X. M. REDACCIÓN

ASTURIAS

Begoña Cueto, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo
Begoña Cueto, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo

La profesora de economía Aplicada de la Universidad de Oviedo analiza la situación de los jóvenes universitarios en su adhesión laboral, marcada por las circunstancias

22 oct 2022 . Actualizado a las 16:39 h.

Un amplio porcentaje de los universitarios encuentra trabajo en los cinco años posteriores a su graduación. Sin embargo, los expertos señalan que hay que analizar la tipología del empleo y las condiciones del mismo. Los jóvenes viven en una constante situación de precariedad. Según los datos del Observatorio de la Emancipación del Conseyu de la Mocedá del Principado de Asturias, alrededor del 83 % de los asturianos menores de 29 años siguen sin poder irse de casa de sus padres. Detrás de estos números se esconden unos problemas estructurales que imposibilitan el desarrollo de los proyectos de vida de la juventud, al no encontrar la estabilidad en el mercado laboral. Los universitarios son conocedores del panorama que se les presenta. Begoña Cueto, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo, ha respondido a las preguntas de La Voz de Asturias sobre la situación que atraviesa la generación más preparada de la historia en el mercado laboral. Para Cueto, «es una generación muy desafortunada». Después de más de 10 años de crecimiento económico, a estos jóvenes les tocó comenzar su trayectoria laboral con la crisis del 2008 que, como explica la docente, nunca fue superada del todo. La crisis provocada por la pandemia complica aún más la adhesión de estos jóvenes en un empleo estable. 

-En su opinión, cuáles son las causas de que los jóvenes universitarios no encuentren trabajo y acaben trabajando en puestos para los que están sobrecualificados? ¿Qué más puede hacer un joven titulado, que sabe idiomas, que ha pagado un máster va de beca en beca?

-Es un tema complejo. Hay grandes dificultades en el paso del sistema educativo al mercado laboral. Desde la universidad hay que mejorar esa transacción. Los salarios de los jóvenes son, en general, bajos. Pero no es un problema exclusivo de los universitarios, afecta a toda la juventud. Los problemas de desigualdad entre los jóvenes son comunes. Durante la juventud, una etapa específica en la que los salarios suelen ser inferiores, pero es un problema que se ha generalizado en España. El principal problema es que el tránsito de los jóvenes hasta un empleo estable se ha alargado, pero esto es así tanto para los universitarios como para los que no. En el caso de los universitarios es aún mayor pero la comparación es injusta. Cuando analizamos a los universitarios del resto de trabajadores hay que diferenciar porque a los 25 años están en etapas diferentes de alguien que comenzó a trabajar con 18. Un joven que cursa Formación Profesional, a los 18 empieza a tener experiencia laboral y está en el mercado. Los universitarios, en cambio, terminan sus estudios en torno a los 22 años. En muchas titulaciones hacen máster. Su carrera laboral empieza más tarde. Mientras que uno con 25 años acaba de salir al mercado laboral, el otro puede tener 6 o 7 años de experiencia. Por eso hay que analizar y diferenciar la realidad de los jóvenes con distintos niveles educativos. 

Sin embargo, es cierto que en general esta generación jóvenes tardan más en estabilizarse en esa transición al mundo laboral. Los procesos de integración se han alargado. Esta generación tiene menos oportunidades, es una generación más desafortunada. Han comenzado su vida profesional después de la crisis del 2008, que se alargó hasta 2012 y nunca nos recuperamos del todo. Cuando parecía comenzar la recuperación, llegó la crisis sanitaria. No es lo mismo integrarse en el mercado en un proceso de expansión que de recesión. Estas generaciones han vivido un largo periodo de crisis que afecta a su trayectoria profesional.

¿Cree que el término «Generación engañada» define a estos jóvenes universitarios, generación Z y Millenial, por la falta de oportunidades en el mercado laboral cuando están cualificados?

 -Es verdad que los jóvenes tienen más dificultades para encontrar un trabajo estable pero sigo pensando que los estudios universitarios generan una mejor situación frente a los que no tienen estudios. Los procesos de integración en el mercado laboral se han alargado, pero esos procesos son todavía más complicados para los que no tienen estudios. Los que tienen estudios universitarios están en mejor posición frente a los que no, tienen más herramientas para integrarse en el mercado y conseguir mejores puestos de trabajo. Así lo dicen las estadísticas. Pero las estadísticas también dicen que la Formación Profesional superior, que ha aumentado en los últimos años, tiene una tasas de empleos muy elevadas, similares a la universidad. Cualquier estudio, sea el que sea, es siempre una ventaja. 

No creo que la sobrecualificación sea un problema, los jóvenes universitarios tienen más herramientas para acceder al mercado de trabajo y a mejores puestos. Sin embargo, esos procesos de integración en el mercado se han alargado. Estas generaciones se enfrentan a una serie de desventajas también en parte porque la estructura productiva no ha aumentado los puestos de trabajo en la misma medida que lo hacían los graduados universitarios. En comparación con otras generaciones, esta está en desventaja. 

  -Un estudio de la Universidad de Oviedo, de Hector Lasheras, concluía que los jóvenes universitarios tenían una percepción de mayor incertidumbre frente al resto de los trabajadores. Siempre se ha dicho lo importante que es continuar con los estudios universitarios, que así tendrás un futuro, cuando cada vez está más claro que estudiar no te garantiza nada. En su opinión… ¿Puede ser ese relato una de las causas de esa incertidumbre? Mientras tanto, los que eligen otras opciones como la Formación Profesional, son demandados por el mercado…

-Los universitarios tienen expectativas elevadas con razón. Insisto que los procesos se han alargado. Se ha normalizado el estar un periodo muy largo con becas no remuneradas, laborales o otro tipo de contratos que no están en igualdad de condiciones de condiciones con el resto de los trabajadores. Entiendo la incertidumbre que sufren, no saben lo que se van a encontrar. Acceder a la estabilidad laboral se ha alargado muchísimo. La percepción para alguien menor de 30 años es que llevamos más de 10 años de recesión. De la crisis económica de 2008 parecía que empezaba a haber una recuperación pero llegó la pandemia. Una situación nueva, desconocida y que crea mayor incertidumbre para todos. Desde una perspectiva histórica, veníamos de un período de crecimiento muy largo, salvando unos años al principio de los 90, casi desde los ochenta. A partir de 2008, ha sido todo lo contrario. Estas generaciones que se incorporaron al mercado a partir de 2007 han vivido 12 años terribles. Las oportunidades laborales han empeorado para todo el conjunto de los ciudadanos, pero los jóvenes son un segmento mucho más vulnerable de la población.

-Es una situación frustrante para los universitarios. Pagan matrículas, cursan como mínimo cuatro años, en algunos casos hacen prácticas no remuneradas y cuando salen al mercado laboral se encuentran con trabajos precarios, becas con salarios insuficientes, u obligados a trabajar en otros trabajos para lo que están sobrecualificados. ¿Qué podrían hacer desde los gobiernos y las universidades para revertir esta situación?

-Es necesaria una nueva formulación de mercados formativos para contribuir a mejorar la situación de los jóvenes. Además, es el momento de empezar a valorar la formación y para ello las empresas deben hacer un esfuerzo. La formación hay que pagarla. El discurso de la educación y cualificación es muy amplio, en la realidad es necesario valorarla más y pagarla más, y que esa valoración se transforme en mejores condiciones laborales. Pero debido al contexto, no solo las personas, en este caso los jóvenes, sufren incertidumbre. También las empresas. 

-En los próximos años, todo apunta a que el mercado laboral demandará un tipo de trabajadores especializados y que los avances tecnológicos destruirán empleos mecanizados. A alguien joven, en los años previos a elegir carrera, ¿qué le recomendaría, estudiar lo que le gusta o aquello que va a tener salida? 

-El mundo hacia el que vamos vamos de competencia, ya estamos va requerir trabajadores versátiles que puedan hacer muchas cosas. Las tareas que realizamos están cambiando con mucha rapidez. Mi trabajo como profesora, por ejemplo, ha cambiado mucho en instrumentos y herramientas, algunas son las mismas pero otras las cambian por completo. La pandemia ha acelerado las competencias digitales. Necesitamos ser versátiles y tener capacidad de adaptarse al entorno. Determinadas carreras son conocimientos específicos y profesiones específicas, medicina por ejemplo, pero un economista por ejemplo puede acceder a muy amplia. Yo lo último que pensaba es que sería profesora. Debemos estar abiertos a distintas opciones y una de las cosas que hace la universidad es también aportar competencias transversales que van a ser útiles hagas lo que hagas. Adaptación, aprendizaje, trabajo en equipo, búsqueda…Cuestiones que se desarrollan en la universidad y son tremendamente útiles en el mercado. Las empresas muchas veces contratan más en eso que en el título que tenga. Más que qué estudiaste, la pregunta será qué sabes hacer.

-¿Deberían los institutos y centro docentes fomentar mayor orientación en cuanto a las salidas profesionales de cara a un futuro que tarde o temprano llegará?

-El mundo se está transformando y el mundo educativo debería hacerlo a esas nuevas profesiones. En la misma medida que se destruyen puestos de trabajo aparecen otros. Es un proceso, unas profesiones se terminan pero se generan nuevos empleos. Es un cambio permanente. Yo insisto mucho en preguntar a las personas de nuestro alrededor cómo hacían las cosas hace 20 años y cómo lo hacen ahora, en el mismo sitio de trabajo. El contenido de la profesión cambia. Los centros educativos, las empresas y la sociedad en su conjunto deben ser conscientes de este proceso de cambio.  

-El papel de la universidad, ¿qué pueden hacer las instituciones por apoyar la inserción de los jóvenes en el mercado laboral? ¿Cómo podría cambiar en la universidad para mejorar? ¿Tiene responsabilidad la universidad por una mala planificación en los títulos universitarios, si el mercado no demanda tantos trabajadores? 

-La universidad tiene responsabilidad, uno de sus objetivos es la empleabilidad. La mejora pasa por un análisis de la empleabilidad de cada una de las titulaciones, un mayor contacto con las empresas, la puesta en marcha de actividades vinculadas a los títulos y que durante el paso por la universidad los universitarios adquieran esas habilidades que después le serán útiles en el mercado de trabajo. Es necesaria una mayor conexión entre empresas y centros educativos, sobre todo universidades para favorecer la empleabilidad. Se necesitan mutuamente. La universidad necesita al sector empresarial y el sector empresarial necesita a trabajadores cualificados. Deben trabajar en objetivos comunes.