A. P.  estudió Biotecnología y trabajó de reponedora: «No creo que hasta los 30 años pueda emanciparme»

X. Menéndez REDACCIÓN

ASTURIAS

A. P.
A. P.

A. P. es una más de los jóvenes que, pesé a estar sobradamente preparados, no encuentra empleo estable que les permita realizar un proyecto de vida

28 ene 2022 . Actualizado a las 23:12 h.

A. P. tiene 23 y años y es una más de la «generación engañada», esos jóvenes con estudios y titulaciones que no encuentran estabilidad en el mercado laboral. Después de terminar la carrera de Biotecnología en la Universidad de Oviedo, el futuro laboral se plantea muy oscuro. La generación más preparada de la historia no encuentra estabilidad en el mercado laboral.  «Es un término que define bien a mi generación. Muchos tenemos estudios académicos, másters, etc; pero luego vemos que es bastante difícil encontrar trabajo en nuestro sector y la mayoría tenemos que trabajar de otra cosa hasta que nos salgan más oportunidades. Todos los que estudiamos una carrera universitaria lo hacemos con intención de trabajar en lo nuestro, pero luego acabas viendo que no hay salida laboral». A. P. afirma que la gente de su entorno, independientemente de la carrera universitaria que hayan cursado, están en una situación similar a la suya.

El área de la Biotecnología combina la biología, la química y otros procesos. Es una rama relativamente moderna que, a pesar de los muchos usos científicos, no tiene una gran salida en el Principado. A. P. explica que la gran mayoría de sus compañeros de carrera tampoco encuentra oportunidades en su sector. Actualmente cursa un máster de Formación de Profesorado con el objetivo de conseguir una plaza de docente. «Estoy opositando para profesora, pero conseguir la plaza es difícil». .

Cuando entró en la carrera, tanto A. P. como su familia tenían unas expectativas altas dado que la nota de corte estaba en torno a los 12 puntos. A. P. ha trabajado de reponedora en supermercados y en distintos comercios durante los meses no lectivos, para poder permitirse hacer frente a los gastos derivados de la carrera. También el año posterior al terminar sus estudios universitarios, antes de empezar el máster que espera le abra las oportunidades de futuro. A. P. es optimista y espera poder conseguir al fin la estabilidad laboral que le permita desarrollar un proyecto de futuro pero reconoce que la complicada adhesión al mercado laboral llega a generar frustración.

Después de acabar unos estudios, el panorama laboral es desolador. Un ejemplo de lo desmoralizador que es esta realidad para los estudiantes fue cuando A. P. recibió la noticia de que había sido propuesta para matrícula de honor en su trabajo de fin de grado (TFG). Las notas se publicaron un domingo mientras ella trabajaba en un supermercado. En lugar de correr a por el móvil y comprobar los resultados, espero a la salida. «No habría cambiado nada que yo sacará un 9 o un 5. Mi realidad era que yo iba a seguir trabajando allí». Al terminar su jornada vio que había sido propuesta para matrícula de honor por su trabajo. «Me dio una tristeza tremenda porque era como que daba igual. Daba igual terminar la carrera, ser propuesta para matrícula de honor, porque mañana a las seis de la mañana la vida y la realidad seguía la misma. Nada cambiaba y es triste, tanto trabajo para que no se materialice en oportunidades laborales dignas», lamenta. 

A. P. vive con sus padres, como la amplia mayoría de su grupo de amigos. Ante la imposibilidad de acceso a un empleo estable, la emancipación es un sueño inalcanzable para una generación de jóvenes que, según las estadísticas, no logra irse de casa de sus progenitores hasta los 30 años. «Sin un trabajo estable es imposible, con los precios de alquiler desorbitados…Honestamente no creo que hasta los 30 años pueda emanciparme sin ayuda». 

La emigración es una de las salidas de los jóvenes asturianos ante la falta de oportunidades en la región. A. P. también se lo ha planteado. «Aquí están mis amigos, mi familia. A mí me gustaría poder desarrollar mi vida laboral aquí pero no tendría problema en emigrar si me sale trabajo, aunque siempre con perspectivas de volver en el futuro. La triste realidad es que muchos de los que se van no vuelven, precisamente porque no encuentran trabajo».

El círculo cercano de A. P. está en una situación parecida a la suya, da igual los estudios que hayan cursado. Viven con sus padres y encadenan contratos parciales o trabajos precarios. «Sí que es verdad que las ingenierías tienen más salidas, pero los que tienen trabajo tienen contrato de becario cuando ya son personas cualificadas para trabajar igual que el resto de trabajadores». A pesar de las circunstancias, que no invitan al optimismo, A.P. mantiene la esperanza de sacar la plaza de docente que le permita seguir vinculada a la rama que estudió y obtener la estabilidad laboral necesaria para desarrollar un proyecto de vida.