Los naufragios más mortales de la costa asturiana

E. G. B. REDACCION

ASTURIAS

Trabajos de búsqueda del pesquero «Santa Ana», en 2014
Trabajos de búsqueda del pesquero «Santa Ana», en 2014 J.L.Cereijido | EFE

La tragedia del Villa de Pitanxo en Terranova trae a la memoria otros siniestros ocurridos en el Cantábrico asturiano como la terrible galerna de 1961 o el hundimiento del Santa Ana en 2014

17 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La tragedia del Villa de Pitanxo, el pesquero gallego que naufragó en la madrugada de este martes en aguas de Terranova, en Canadá, con nueve tripulantes muertos, 12 desaparecidos y tres rescatados, inevitablemente trae a la memoria otros episodios dramáticos para quienes dedican su vida a la mar. La costa asturiana también ha sido mortal en demasiadas ocasiones y, en la cronología de estos dos últimos siglos, una de las mayores tragedias ocurría en marzo de 2014 cuando el pesquero Santa Ana, también gallego, se hundía frente al cabo Peñas al chocar contra un peñasco cerca de isla Erbosa.

Solo se salvó uno de sus nueve ocupantes, una tripulación con experiencia que participaba en la costera de la xarda. El rescate fue complicadísimo y, entre los ocho muertos, el único asturiano era un joven de Oviedo que estudiaba el grado medio de Pesca y Transporte Marítimo en Gijón y tan solo llevaba una semana a bordo del Santa Ana haciendo prácticas de navegación. El barco pudo recuperarse, también con complejas maniobras, dos meses y medio después de su hundimiento.

En el cabo Peñas, uno de los puntos negros del Cantábrico cuando la mar se vuelve desafiante, ya se había vivido otra gran tragedia con el naufragio del Vishva Mohini, un mercante indio que se hundió a 90 kilómetros de la costa en abril de 1993. El balance oficial fueron 13 muertos, 21 desaparecidos y 15 supervivientes. El pecio del buque, que pudo haberse hundido debido a una vía de agua abierta en el costado de babor de la bodega situada más a proa, se encuentra a más de 4.000 metros de profundidad.

También en abril de 2014, tan solo un mes después de la tragedia del Santa Ana, otro buque gallego, el Mar Nosso, naufragaba a 20 millas al norte de la ría de Navia, mientras faenaba en la costera de la caballa. Fallecían cinco de sus 12 tripulantes.

En febrero de 1987 el Hermanos Ezquiaga, un pesquero asturiano con base en Avilés que había salido al palangre a 10 millas de Cudillero, también protagonizaba otro de los episodios dramáticos de las aguas del Cantábrico en Asturias. Desapareció con sus seis tripulantes a bordo. La búsqueda fue infructuosa. En marzo de 1995, también muy cerca de Cudillero, otro naufragio de un pesquero asturiano, el Nuevo Marqués de Pola, volvía a poner en vilo a quienes esperan en tierra por sus familiares cuando salen a la mar. De sus cuatro tripulantes, solo se encontró el cadáver de uno de ellos.

Averías, niebla o la galerna se encuentran entre las principales razones por las que se tienen que llorar las pérdidas en la mar. La galerna de 1961 forma parte también de los anales más negros del Cantábrico. El 12 de julio el mar se volvió loco, con olas como montañas en continuo movimiento. Se desencadenó lo que ahora se llama una ciclogénesis explosiva y, teniendo en cuenta que entonces estos terribles temporales no podían predecirse como ahora, también se desató una devastadora catástrofe para las numerosas embarcaciones de bajura que faenaban en el Cantábrico ese día y hasta el 15 de julio. Tres días de pesadilla. Fallecieron 83 marineros, de los que 24 eran asturianos, y se hundieron 21 barcos.