Casi tres meses después de concluir el periodo eruptivo del volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma, los vecinos de la zona no han podido recuperar una vida normal por la falta de servicios básicos, los destrozos en sus viviendas o la espesa capa de cenizas que lo cubre todo.
Los habitantes sufren todavía los inconvenientes de la erupción. Algunas viviendas tienen trozos de techos y muros agrietados por los miles de temblores que han acompañado el fenómeno volcánico. En otros lugares es la ceniza la que imposibilita la vuelta a una vida normal. La espesa capa negra sepulta viviendas enteras ocultando caminos e infraestructuras.
Pablo Jiménez García, avilesino residente en la isla canaria de La Palma desde 2002, es uno de los vecinos de La Palma que se ha quedado sin su casa. El asturiano vivía a tan solo kilómetro y medio de la erupción volcánica de Cumbre Vieja. Fue testigo directo de cómo la lava iba abriéndose camino ladera abajo en medio de unas gigantescas columnas de humo.