El Estado contra Arce: historia de la costosa detención del asturiano que fue el criminal más temido de Francia

D. ROIG

ASTURIAS

Francisco Arce Montes, durante el juicio celebrado en Francia en el que fue condenado a 30 años de prisión por la violación y asesinato de la niña Caroline Dickinson
Francisco Arce Montes, durante el juicio celebrado en Francia en el que fue condenado a 30 años de prisión por la violación y asesinato de la niña Caroline Dickinson

Un periodista francés revela detalles sobre la primera investigación masiva que tuvo éxito gracias al ADN, la casualidad y el testimonio de una exmujer del criminal

02 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque en España apenas se ha vuelto a saber nada de él, el asturiano Francisco Arce Montes es uno de los criminales más famosos en Francia. Fue muy intenso el interés que mostraron los medios de comunicación del país vecino por Arce, y no en vano: su detención definitiva y condena, casi por casualidad, ocupó miles de horas de trabajo de la gendarmería y los jueces. Este «violador y criminal errante», como lo calificaron entonces, había asesinado a una niña, Caroline Dickinson, pero antes y después de eso cometió, que se sepa, numerosos delitos en todo el mundo. Y es probable que muchos otros inconfesos hayan quedado solo en su memoria.

Este año cumplen 25 años de la primera detención de Arce en España, en 1997. Pero este depredador sexual era muy escurridizo, y tendrían que pasar al menos otros siete años antes de que fuera juzgado y condenado.

Un escritor francés, Jacques Pradel, publicó hace dos años el libro Grain de sable. 30 histoires de crimes... presque parfaits. (Grano de arena. 30 historias de crímenes… casi perfectos) en el que se recogen las andanzas de Francisco Arce y que revela algunos detalles poco conocidos o desconocidos por completo en España.

La niña Caroline Dickinson, asesinada por el asturiano Francisco Arce Montes en 1996
La niña Caroline Dickinson, asesinada por el asturiano Francisco Arce Montes en 1996

Por ejemplo, que tiene un hijo fruto de una extraña relación (Pradel asegura que se casaron, otras fuentes creen que no) con una chica francesa que fue un testigo clave para relacionarlo con el asesinato de Caroline. O la colosal investigación que desató su búsqueda: cerca de siete mil personas interrogadas, la recogida de muestras de ADN de tres mil quinientos habitantes de la región y de cada persona sospechosa. «Al final, a lo largo de la investigación y gracias a las pistas descubiertas, más de nueve mil personas se sometieron a una prueba de ADN», señala Pradel. La primera búsqueda masiva en Europa por este método y la más extensa hasta esa fecha.

Pánico en las calles

Volvamos atrás para entender este complejísimo proceso. Aunque ya había cometido numerosos delitos, el más grave de todos se produce la noche del 17 al 18 de julio de 1996. Una niña británica de 15 años, Caroline Dickinson, aparece asfixiada tras haber sido violada en el alberge juvenil dede Pleine-Fougères, cerca de Saint-Malo (Francia). La niña estaba de viaje de estudios con su clase y todo ocurrió sin que sus compañeras de cuarto se dieran cuenta. Su violación y asesinato ocurrieron sin que sus compañeros de cuarto se dieran cuenta; oyeron algún ruido pero pensaron que estaba soñando. La enorme conmoción que causa el hecho en Francia e Inglaterra generan una alta presión sobre las autoridades y la paranoia colectiva.

El caso de su vida

Un juez francés es uno de los protagonistas de la historia. Según explica el periodista francés, Renaud Van Ruyrnbeke (que toma la instrucción en segundo lugar tras otro juez) hará de la búsqueda del asesino «el caso de su vida». Comienza una investigación titánica, al principio entre albergues juveniles y con los sospechosos habituales. Se moviliza a 50 agentes, elaboran un retrato robot, se detiene y acusa injustamente a otro hombre al que deben dejar en libertad e indemnizar.

También relacionan el hecho con otra agresión sexual en un albergue de Saint-Lunaire, a pocos kilómetros de allí. Los gritos de la chica habían hecho huir al atacante, que también era Arce; por este intento, sin embargo, no será condenado.

«El juez finalmente establece una lista de 200 sospechosos culpables de cometer violaciones según el mismo modus operandi que en Pleine-Fougéres. Este trabajo gigantesco dará sus frutos, ya que conducirá a la identificación del asesino. Pero habrá que esperar varios años más para que un giro increíble, un granito de arena digno de las mejores novelas policíacas, permita finalmente el arresto del asesino de Caroline Dikinson», dice el periodista.

Los sospechosos se van reduciendo a 97 personas y todas ellas son interrogadas, pero con las comparaciones genéticas y comprobaciones de coartadas, quedan tres posibles autores que no han podido ser localizados por los investigadores. Entre ellos, un tal Francisco Arce Montes, «un camionero español cincuentón».

El gijonés es un viejo conocido de la justicia en varios países. En Alemania, donde fue acusado de exhibicionismo, robo e intento de violación; en Francia, denunciado por acoso sexual y también en España por el mismo motivo. De hecho, un año después de cometer el crimen de Dickinson, fue detenido en Llanes tras agredir a una chica a la salida de una discoteca y condenado por intento de violación. Seguramente consciente de que lo buscaban por el asesinato, cuando obtuvo la libertad provisional, huyó.

El juez Van Ruymbeke continúa mientras tanto sus investigaciones. Descubre las acusaciones de Alemania e incluso que había sido ingresado en la prisión de Villabona, un hecho del que «curiosamente, las autoridades españolas no informan», pero Arce sigue sin aparecer. Ruymbeke es sustituido en el año 2000, pero será su incansable y colosal instrucción la que de sus frutos algo más tarde.

Suerte y destino

El sucesor de Ruymbeke, Francis Debons, relata el caso al diario británico Sunday Times en abril de 2001 y cita el nombre de Francisco Arce Montes. La suerte quiere que un oficial de inmigración estadounidense de vacaciones en Europa, Tommy Ontko, lea ese reportaje. Algo le llama la atención, da vueltas en su cabeza.

Tommy Ontko, oficial estadounidense de Inmigración que recordó el nombre de Francisco Arce al verlo publicado en un periódico y lo relacionó con un delito en aquel país, lo que llevó a su detención
Tommy Ontko, oficial estadounidense de Inmigración que recordó el nombre de Francisco Arce al verlo publicado en un periódico y lo relacionó con un delito en aquel país, lo que llevó a su detención

Cuando llega a país, Ontko no deja de pensar en ese nombre y busca en los archivos: eureka. El 13 de marzo, el español había sido arrestado en Florida por masturbarse en el dormitorio de una cliente de un hotel de Miami Beach. «Interrogado, había mencionado la Quinta Enmienda y guardado silencio».

Arce podría haber salido en libertad bajo fianza el 15 de abril, explica Pradel, pero las autoridades francesas se mueven rápido y reclaman que sea retenido. «Dos policías se apresuran a ir a Florida para recuperar una muestra de ADN. Montes se niega a cualquier análisis de sangre. Pero los franceses se van con una muestra que habían tomado los estadounidenses durante su arresto». El resultado será inequívoco: el ADN del asturiano y el encontrado en el cuerpo de Caroline Dickinson son el mismo.

La policía de Florida también encontró dos pasaportes falsos que podrían haberle permitido salir de Estados Unidos si hubiera sido liberado bajo fianza. En su expediente de detención, de hecho, «habían insertado la mención flight risk (riesgo de fuga)».

Falta la última pieza del rompecabezas: el vínculo entre el albergue juvenil Pleine-Fougéres y Arce Montes. ¿Qué hacía en Bretaña en el verano de 1996? La respuesta llega como caída del cielo. Una mujer, Christine Le Menes, acude a declarar ante el juez. Es la madre del hijo de Arce.

Otras fuentes señalan la extraña relación que los había unido: al parecer, en el año 1981 él se había introducido en una habitación de un albergue de Países Bajos y habría abusado de Le Menes, pero después habrían seguido viéndose en París en una relación consentida y se habría quedado embarazada. Poco después, ella lo abandonó con su hijo.

Le Menes sabía que Arece había irrumpido en los dormitorios de las niñas en un albergue juvenil. «Desde 1996, había estado tratando de separarse de él, pero, al no conocer su hogar, ¡no había podido iniciar los trámites de divorcio!», asegura Pradel.

Es la conexión. Ese año, él se encuentra en una localidad cercana al albergue donde duerme Caroline Dickinson porque había ido a visitar a su mujer y quería conocer a su hijo, cosa que no consiguió. De modo que se puso a deambular y buscar una nueva presa, lo que lamentablemente consiguió.

Finalmente, la condena

El 14 de junio de 2004, Arce es finalmente sentenciado por el Tribunal de lo Penal de Ille-et-Vilaine con 30 años de reclusión, acompañados de un período de vigilancia de veinte años, tras ser declarado culpable de violación y homicidio voluntario. Desde entonces sigue preso e incluso se le añadieron dos meses adicionales de cárcel en 2018 por agredir a un guardia  Actualmente, este repulsivo criminal, que tantas vidas destrozó, acaba de cumplir 71 años en Saint-Martin-de-Ré, la prisión francesa donde está recluido.