«La fiebre Q está presente en Asturias desde siempre y todos los años hay casos»

Elena G. Bandera
E. G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

Un rebaño de cabras en un prado de la aldea
Un rebaño de cabras en un prado de la aldea CARLOS RUEDA

El investigador Alberto Espí, del área de Sanidad Animal del Serida, explica las principales conclusiones del primer estudio sobre esta infección realizado en la comunidad entre 2018 y 2021

05 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En Asturias se diagnostican cada año un número significativo de casos humanos de fiebre Q, siendo los animales la única fuente de infección para las personas. La época de mayor riesgo, al ser una enfermedad ligada al ganado y específicamente a pequeños rumiantes, es la primavera. Además, la bacteria Coxiella burnetii, que es la que causa la fiebre Q, podía detectarse en el aire y/o en el polvo de las ganaderías. Son conclusiones del primer estudio realizado sobre esta zoonosis en Asturias por el área de Salud Animal del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) entre 2018 y 2021, en el que aborda de forma integrada, siguiendo el concepto de One Health (Una salud), la infección de fiebre Q en los animales domésticos, la fauna silvestre y el medio ambiente, así como en las personas.

«La fiebre Q está presente en Asturias desde siempre y se considera una enfermedad endémica, que son las que están presentes de manera constante, dándose una serie de casos todos los años», sitúa el coordinador de este estudio, el investigador del Serida Alberto Espí, que explica que desde que se inició este estudio específico sobre la fiebre Q en Asturias, en coordinación con el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario (Neiker), «siempre hemos visto algún foco».

Es decir, que este tipo de focos son frecuentes y más al tratarse de marzo. «Tienen lugar todos los años, con un cierto rango, más o menos en torno a la primavera porque es cuando se producen los partos de ovejas y cabras», indica Espí, que recuerda que en Asturias las cabañas de caprino y ovino no son tan abundante como la de bovino, pero hay bastantes y prácticamente en todos los concejos. El estudio, de hecho, refleja que el tamaño medio de los rebaños es muy bajo, de tan solo 12 animales en ovino y de 25 en caprino, así como que está concentrada en el oriente, aunque con presencia en la totalidad de los municipios.

Y, aunque la cabaña de vacuno también puede verse afectada, en la transmisión de la infección a las personas lo más importante son los pequeños rumiantes. «La gran mayoría de los casos, no solo en Asturias sino en toda la cornisa cantábrica, se deben a las ovejas y a las cabras», reitera Espí, que explica que, cuando se producen los partos, es cuando se genera una diseminación de la bacteria Coxiella burnetii.

Ejemplos de otros focos de fiebre Q

«En esos partos se eliminan muchos gérmenes que forman esporas que son muy resistentes y que pueden ser llevadas por el viento o pueden permanecer durante mucho tiempo en un lugar, de tal manera que la vía más habitual de infección en las personas sea por inhalación», indica Espí. Esta vía de contagio ha dado lugar a situaciones curiosas, recuerda, como puede ser que el viento lleve las esporas a kilómetros de distancia y personas que no han estado en contacto con animales se infecten. O que se provoquen brotes porque una persona que tiene ovejas y cabras, antes de ir a su trabajo, entra un momento en una cuadra y lleva las esporas en el calzado como ocurrió hace varios años en uno de los focos que se vienen detectando.

«Las esporas son formas de resistencia de las bacterias que aguantan mucho tiempo y en condiciones muy duras», señala Espí, que recuerda también el caso de unos senderistas que hicieron noche en una cabaña como ejemplo de ello. La cabaña había sido utilizada años antes como aprisco para ovejas y las esporas de la bacteria que provoca la fiebre Q permanecían en su interior, los senderistas aspiraron el polvo y se infectaron.

En otro caso, ya en otra comunidad del norte de España, se registraron varios casos en una empresa de recogida de residuos porque se habían tirado los fetos de los animales que habían abortado en una bolsa a un contenedor de basura. Incluso ha habido casos en los que se han dado infecciones de fiebre Q por el traslado de cabras enanas, que se tenían por mascotas, como ocurrió también en una empresa de transportes del País Vasco.

El estudio también puso de manifiesto que un porcentaje notable de rumiantes domésticos y ungulados silvestres habían estado en contacto con la bacteria Coxiella burnetii y, aunque los porcentajes en ciervos tenían cierta importancia, Espí reitera que lo importante siempre son las ovejas y las cabras. En concreto, la bacteria causante de la infección fue detectada en un 8,4% de las ovejas, en un 18,4% de los bovinos y  en un 24,4% de las cabras examinadas en Asturias.

El análisis de sueros de 327 ungulados silvestres mostró un menor porcentaje de positivos: el 8,4% de los ciervos, 7,3% de los rebecos, 6,9% de los gamos, 5,5% de los jabalíes y 3,5% de los corzos. Otra de las conclusiones del estudio fue que, por ejemplo, en la zona oriental, donde el censo de ovinos es el más grande y las cabras también están presentes en un gran número, el porcentaje de pacientes infectados de 41 a 60 años fue mayor en primavera.

Medidas de bioseguridad y buenas prácticas

En el estudio también participó el Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) mediante el análisis indirecto de 1.312 muestras de sangre recogidas de pacientes ingresados en centros de salud con síntomas compatibles con la fiebre Q, como pueden ser fiebre y/o neumonía, mostrando los resultados que el 15,9% de los pacientes analizados padecían una probable infección aguda.

«Afortunadamente muchos casos de fiebre Q son asintomáticos y no todas las cepas de la bacteria producen con tanta facilidad la fiebre humana», dice Espí, respondiendo de paso a una de las dudas que se han generado estos días entre los ganaderos debido al reciente brote. No obstante, el investigador del Serida explica que sí hay que tener cuidado con el resto de animales de un mismo rebaño en el que uno de ellos, como ha ocurrido en este reciente brote causado por cabras, ha dado lugar a un foco de casos humanos. «Es esperable que el resto del rebaño tenga esa misma capacidad, por lo que hay que intentar localizarlos en caso de que se vendan los animales y vayan a parar a otro concejo».

Dado el elevado porcentaje de rebaños de la región infectados y el riesgo de difusión de esporas desde las explotaciones afectadas a otras zonas circundantes, Espí recuerda que las estrategias de prevención y control de la fiebre Q están encaminadas a limitar los riesgos de transmisión de la bacteria por vía aerógena a través de medidas de bioseguridad como por ejemplo evitar la salida del estiércol de la explotación para ser utilizado como abono antes de tener la completa seguridad de que la bacteria se encuentra inactivada, realizar labores de limpieza y desinfección de las instalaciones o utilizar guantes, botas y ropa de uso exclusivo dentro de la explotación.

En definitiva, buenas prácticas en la ganadería y en los laboratorios, más teniendo en cuenta que las vacunas de la fiebre Q no eliminan la bacteria y los animales, aunque estuvieran vacunados, seguirían contagiando.