Leticia Baselgas (LR): «Tocar ante gente que empatiza y le mueve la música es el mejor reconocimiento»

Marcos Gutiérrez REDACCION

ASTURIAS

Rubén Bada y Leticia Baselgas, integrantes de LR
Rubén Bada y Leticia Baselgas, integrantes de LR Laura Rodríguez

El exitoso grupo de «post folk» actualiza y recupera la música tradicional asturiana con una voz rabiosamente propia. Próximamente se embarcarán en una gira nacional e internacional que les llevará a tocar en el BBK Live, entre otros escenarios

05 abr 2022 . Actualizado a las 05:01 h.

Cuando Camarón de la Isla publicó «La Leyenda del tiempo» (1979), el público flamenco más recalcitrante se llevó las manos a la cabeza, mientras que la parroquia roquera apenas comprendía qué era ese extraño artefacto. Las tiendas de discos recibían cada día cientos de devoluciones del álbum, hasta el punto que el propio Camarón le dijo decepcionado a su productor, Ricardo Pachón: «Ricardo, el próximo disco de guitarrita y palmas». Ese trabajo hoy está considerado como uno de los mejores exponentes de la música (sin etiquetas) hecha en España y derribó la puerta para que proyectos de fusión posteriores tuvieran mucho más éxito. Es el riesgo de atreverse a innovar, aún dentro de la tradición. Los que abren brecha en primera línea son los primeros en recibir las balas. Por suerte, un grupo como LR no solo ha salido indemne de su apuesta por lavar la cara al folk de Asturias, sino que desde el principio ha sido acogido con curiosidad, respeto y aprecio.

Leticia González Menéndez «Baselgas» (voz y percusión) y Rubén Bada (guitarras eléctricas) lideran desde hace siete años un proyecto que trata de deconstruir, actualizar y recuperar al mismo tiempo la música tradicional de la región, y especialmente el papel en ella de la pandereta, fusionando los códigos del género con otros más propios del rock, el jazz o el blues. Leticia Baselgas (Gijón, 1984) cree que este «post-folk» que continúan puliendo a día de hoy supone un «acto de amor» por la herencia musical y cultural de la región. Una mirada hacia el futuro, pero siempre con un ojo en el pasado.

-¿Cómo surge la idea de montar este proyecto?

-Rubén y yo éramos dos músicos de la escena asturiana. Él más en el ámbito del folk y yo como panderetera dentro del grupo de baile y un concepto más etnográfico. Llegó un punto, allá por el año 2015, en que nos reencontramos, nos hicimos pareja y descubrimos un interés mutuo por reformular nuestras respectivas carreras.

-¿Reformular en qué sentido?

-Yo estaba cansada de la idea de estar tocando en el grupo de baile, con el mismo concepto en torno a la pandereta. Sentía que estaba demasiado encorsetada en el terreno del folklore y, desde hace años, quería darle una vuelta al concepto y la imagen de la panderetera. Estábamos en casa, cenando con una botella de vino, y empezamos a hablar de cómo las músicas tradicionales surgen de la voz del pueblo, que va con el ritmo de la vida. Entonces Rubén comenzó a tocar un blues americano del Delta con la guitarra. Me dijo «ya verás, prueba a tocar un ritmo por encima». Vimos que aquello funcionaba y empezamos a darle vueltas a montar un grupo, además de al propio concepto de «post-folk». Comenzamos a trabajar con el repertorio que yo manejaba de manera habitual y le dimos una vuelta de tuerca, aplicando nuestro propio punto de vista. Creíamos importante que esa tradición fuera interpretada a través de nosotros. Dos personas del siglo XXI a las que les gustan muchísimo diferentes tipos de músicas. Lo que conseguimos ya ese día fue dar un punto de vista muy personal a la música asturiana.

-¿Fue sencillo hacer pasar por el tamiz de la modernidad un género tan tradicional como el folk e incorporar esas influencias tan variadas?

-Nosotros lo entendimos casi como la evolución natural de dos personas que tocan música. Entendíamos esto como un diálogo musical. Entonces nos dio un poco igual el contexto. Teníamos tan clara esa idea de interpretar la música tradicional desde nuestra propia voz que no nos importaba que fuera una cosa moderna o que estuviera de moda. No existía esa predisposición de buscar referentes, ya que solo estábamos elaborando algo propio. Desde el principio quedó claro que era algo intuitivo, ya que tampoco íbamos a nuestra bola ni nos alejábamos tanto de lo que es la tradición.

-¿Recuerda cómo fueron las reacciones del público en esos inicios?

-Encontramos que a la gente le llamó la atención. Sobre todo el cambio de actitud, especialmente en torno a un instrumento como la pandereta, que está un poco encasillado en ese concepto más puro de la tradición. Al fin y al cabo la guitarra ya está más desencorsetada. Se veía como una actitud más desinhibida, de alguien que se sube al escenario y toca blues o lo que sea y les chocaba. Cuando la gente veía que iba a haber un concierto de pandereta y música tradicional no se esperaba aquello. El factor sorpresa de decir «hay una tía encima del escenario bailando y tocando como si estuviera cantando blues, pero con una pandereta en la mano». Creo que la gente aún tenía mucho prejuicio con respecto a lo tradicional.

-Recientemente anunciaban que van a formar parte del cartel del BBK Live ¿Cómo de ilusionante es llevar su música ante un público tan amplio y heterogéneo que, en principio, puede no estar al 100% familiarizado con su música?

-Una cosa que tenemos muy presente es que, desde el 2016 para acá, estamos abriendo el camino. A nivel del folklore nacional vimos que la cosa comenzaba a bullir. Es cierto que aquí en Asturias abrimos un poco brecha, con esa idea que parece que ahora se está empezando a comprender mejor. En realidad esa experiencia de enfrentarnos con otros tipos de públicos la tuvimos desde el principio. Al no estar encasillados en ningún estilo musical en concreto no podíamos ir a un festival folk, porque no hacemos folk, ni tampoco a uno de música tradicional al uso, porque no hacemos música tradicional al uso. Entonces esa idea heterodoxa nos llevó desde los comienzos a tocar ante públicos muy dispares. La gente incluso se acercaba a lo tradicional desde lo nuestro. Tuvimos, antes de esto, experiencias muy chulas. Estuvimos en Inglaterra, en Irlanda, Francia… tocando ante gente que no tenía por qué saber de esa tradición y, sin embargo, sí estaban pendientes de ese diálogo y veían que aquello era real y que salía de dentro. Lo bailaban y lo disfrutaban.

-¿Cuándo fueron conscientes de que esa conexión con públicos, a priori, alejados de las coordenadas de la música tradicional era posible?

-Creo que la primera vez que lo vivimos fue en el 2018, en el Gijón Sound Festival. La gente estaba allí esperando escuchar música indie y, de repente, llegamos nosotros. Vimos a gente montar una danza incluso, algo que no me esperaba ni de lejos.

-Volviendo al BBK Live. ¿Cree que su presencia en un festival tan asentado en el circuito nacional abrirá las puertas a la música asturiana de raíz tradicional?

-Lo de estar en el BBK no nos lo esperábamos y es algo que cuando comenzamos no nos podíamos llegar a imaginar. Está claro que es un notición para nosotros, porque nos permitirá que nuestra música llegue a un público más amplio y, además, sirve para que la música de aquí, hecha en asturiano y con ese amor por nuestra cultura, llegue a un escenario con grandísimos músicos de la escena internacional. Yo no sé si en ese escenario hubo alguna vez una pandereta. No sé si Tanxugueiras llegó a ir a ese festival, porque ese fenómeno de ellas es más reciente, pero está claro que en nuestro concepto asturiano es un hito. Creo que a la gente le va a prestar y va a funcionar.

-También han sido nominados en siete candidaturas a los Premios de la Música Independiente. ¿Hace ilusión ver reconocido el trabajo o valoran más ese contacto con públicos ‘ajenos’ del que hablábamos antes?

-Nosotros en realidad no hacemos esto ni por un reconocimiento, ni por llevarnos galardones. Es un proyecto que supone un acto de amor. Es parte de nuestra alma y sin ello no podríamos vivir. Es algo que sale de muy dentro. Las canciones que escribimos para nuestro segundo disco son muy auténticas. Los premios motivan, pero no por eso voy a dejarme llevar. Tenemos muy clara la idea que nos conduce. La gente, por ejemplo, nos dice que solo de escuchar un riff de guitarra de Rubén ya sabe que somos nosotros. Es más importante para nosotros haber logrado tener una voz y lenguaje propios, que además está siendo un referente, que cualquier premio. Y además es que estamos tocando. La que hicimos el año pasado fue una de las giras más largas de la historia de la música asturiana. Tocar ante una gente que empatiza con la música y le mueve es el mejor reconocimiento.

-Al menos en 2020, durante su fase más cruda, la pandemia puso en jaque a la música en directo, que ahora parece empezar a recobrarse. ¿Cómo lo sobrellevaron ustedes?

-Nosotros tenemos un niño pequeño, por lo que tuvimos una vorágine de cuidar y crear a la vez. A pesar de lo que pudiera parecer, ya que mucha gente se quedó paralizada durante el confinamiento, para nosotros fue una etapa de mucha creatividad. De hecho el segundo disco, que es mucho más elaborado aunque el resultado es más minimalista, es fruto de que tuvimos mucho tiempo para pensar en lo que estábamos haciendo, escribir y transcribir partituras. Es un disco muy de pensar y de reelaboración mental. Esa fase fue de reflexión y de darle vueltas al proyecto. Ahí surgieron ideas que todavía hoy están en fase de desarrollo. En ese sentido, durante el confinamiento fue la primera vez en la que yo me atreví a componer un tema y a escribir una letra. Ese periodo de reposo mental nos ayudó a crear muchas cosas y abrir caminos que aún están en proceso.

-¿Cómo valoran su evolución como grupo, desde su inicio hasta «N.O.S.» (2021), su último disco?

-Creo que en el primer disco trabajamos de una manera muy intuitiva y fresca. De ir construyendo día a día. Trabajar con el impulso y la gana de hacer algo nuevo. No grabamos, de hecho, hasta dos años después de haber dado el primer bolo y casi entramos en el estudio por petición popular. En «N.O.S.» ya descubrimos esa voz. A la vez coincidió con esa etapa de parón vital, lo que nos llevó a seguir dando vueltas a ese modo de entendernos. Este disco, al menos por mi parte, es un trabajo de más autoconocimiento. Por el lado de Rubén eso es más mínimo, porque supone más la confirmación de un músico que lleva más de 25 años en los escenarios. Fue una liberación y una confirmación de un modo de hacer las cosas. En «N.O.S.» nos definimos completamente.

-¿Saben cuáles van a ser sus siguientes pasos?

-Este disco salió en julio del año pasado y todavía le estamos dando vueltas. Ahora vamos a comenzar una gira lejos de Asturias y que nos va a llevar también a tres países fuera de España. Esta temporada va a ser un poco de consolidación. También estamos dentro del «Girando por salas», viendo a ver si por votación popular nos salen más conciertos por ahí fuera. De momento estamos centrados en eso, pero hay muchos caminos que se abrieron durante el confinamiento y sobre los que estamos experimentando. Si algo tenemos Rubén y yo es que estamos mentalmente siempre en estado de ebullición. Como dicen los modernos, esto es un «work in progress» continuo. Hay por ahí alguna cancioncilla, muchas ideas a niveles estético, sonoro y visual que se empezarán a desarrollar, yo creo que después del verano. Creo que a finales de año, sin desvelar nada, tendremos muchas sorpresas.