Esther Rodríguez, psicóloga: «La prostitución no es un trabajo, es esclavitud»

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

La coordinadora de APRAMP en Asturias, Esther Rodríguez
La coordinadora de APRAMP en Asturias, Esther Rodríguez

La coordinadora de APRAMP en Asturias sostiene que las redes que trafican con mujeres no verían España como país de destino si el Gobierno adoptase una postura en lugar de mantener la actual situación de alegalidad

05 abr 2022 . Actualizado a las 05:01 h.

«Decía que quería que la mataran antes de que trajeran a su hermana adolescente a pasar por el mismo horror y nunca se lo había escuchado a ninguna», cuenta la psicóloga Esther Rodríguez sobre una de las víctimas de proxenetas que lleva 12 años escuchando y atendiendo en la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), una entidad de ámbito nacional que se constituía en Madrid en 1984 como un recurso integral para dar atención a mujeres que se encuentran en contextos de prostitución y cubrir las necesidades a las que no llegan los servicios públicos.

Coordina desde hace siete años la filial de la asociación en Avilés, que fue la primera que precisamente se abrió en 1998, y el pasado jueves daba una charla en el Centro de Servicios Universitarios de esta localidad sobre la trata con fines de explotación sexual, una de las diversas formas de la esclavitud del siglo XXI.

-¿Cómo ha cambiado el perfil de la mujeres que se encuentran en estos contextos desde que surge APRAMP?

-Ha cambiado muchísimo. Las personas que se atendían en aquel momento eran mayoritariamente, en un 90%, mujeres españolas que se prostituían para costearse las drogas, pero a partir de 2004 y de 2005 hubo un cambio total y ya el 90% son mujeres inmigrantes que han venido con engaños para ser explotadas sexualmente.

-Son mujeres prostituidas, no trabajadoras del sexo…

-Es muy importante el lenguaje. Trabajadoras del sexo es hablar de un rango de trabajo y esto no es un trabajo. Es una esclavitud. Desde el momento en el que no lo queremos para nosotras mismas o para nuestras madres, hijas o hermanas, entonces es que no es tan bueno… Las condiciones en las que se encuentran, en pisos o en clubs, son 24/7, es decir, que están 24 horas al día, siete días a la semana. Disponibles de noche y de día. Eso es una esclavitud y desde luego nadie se ofrece para ser un esclavo, para tener esas jornadas ni para tener relaciones sexuales de mucho riesgo, a veces con personas que llegan muy pasadas de diferentes drogas y pidiendo relaciones con mucho riesgo. Nadie se ofrece para eso. Pretty Woman hizo mucho daño y eso no es lo que se ve.

-Pero hay mujeres que deciden dedicarse a la prostitución por voluntad propia.

-Nosotros no entramos en que haya quien quiera dedicarse a la prostitución libremente si puede elegir el sitio, el cliente, los servicios que hace o no hace… ¿Pero qué pueden representar? ¿Un 2%? Ese porcentaje no puede ocultar ni invisibilizar a las otras mujeres, a las que están realmente explotadas y no pueden elegir al cliente.

«La prohibición es un gran negocio: detrás del cuero de una mujer prostituida hay muchísimas personas que se están lucrando»

-¿Qué supone que España sea, tras Tailandia y Puerto Rico, el tercer país del mundo con la mayor demanda de sexo de pago?

-España es un país de tránsito y de destino en las redes de la trata de personas, porque es un país en el que hay muchos hombres que demandan sexo de pago [según la ONU, un 39% de los varones españoles reconoce haber pagado por sexo]. Eso quiere decir que es el primer país de Europa en demanda de sexo de pago y, al darse una situación de alegalidad -porque la prostitución en España no es ilegal ni legal-, estamos en un limbo alegal que favorece que sea el primer país en demanda de sexo de pago. Por eso con charlas como la del jueves tratamos de sensibilizar sobre esta realidad de la trata de seres humanos, que no es algo lejano, sino que en España es uno de los negocios lícitos más lucrativos. La prostitución pasó de ser hace 40 o 50 años un fenómeno social reducido y encapsulado a ser ahora un gran negocio. Detrás del cuerpo de una mujer prostituida hay muchísimas personas que se está lucrando: las redes, los proxenetas, las mamis, los que las trasladan…

-¿De dónde traen las redes que trafican con personas a las mujeres prostituidas en España?

-En Asturias vemos sobre todo mujeres del continente americano, pero también de Europa del Este y África. Las compañeras que tenemos en el sur de España, ven muchas mujeres africanas, en Asturias vemos menos. Dependiendo de la comunidad, se ven más unos perfiles u otros, pero las situaciones de las mujeres son siempre las mismas. La base siempre es la misma: la falta de oportunidades en sus países de origen, las discriminaciones, haber sufrido abusos dentro de la propia familia o haber sido prostituidas muchas de ellas antes de la mayoría de edad… son situaciones que vemos en casi todas. Y siempre llegan con una deuda.

«Las deudas con las que llegan las mujeres africanas ya se sitúan en 90.000 euros»

-La servidumbre por deudas es, según la ONU, una forma de esclavitud moderna que está además prohibida por el derecho internacional. ¿A qué responden esas deudas con las que llegan las mujeres prostituidas en España? ¿A cuánto pueden llegar a ascender?

-Como normalmente llegan de países más pobres, no tienen el dinero para iniciar ese proceso migratorio y se lo da la red. Les pagan el viaje, les dan la ropa y lo que tienen que mostrar en la frontera para poder decir que entran como turistas en España. Adquieren una deuda que, en el caso de las mujeres africanas, ya se sitúa en 90.000 euros. Antes eran 30.000 euros, ahora ya son 90.000 euros. En Asturias hasta ahora habíamos visto deudas de hasta 45.000 euros y, en otras comunidades, de hasta 60.000. Las deudas que puede contraer una mujer del continente americano oscilan entre 3.000 y 8.000 euros, pero una vez que llegan aquí esas deudas crecen si van a un club o a un piso porque cuando no cumplen algunas normas se las sanciona y siempre es una sanción económica. O, por emeplo, si las anuncian en páginas de contactos eso lo tienen que pagar ellas y la deuda siempre va creciendo.

-¿Qué tipo de normas incumplen para ver aumentada su deuda?

-La persona que coge el dinero antes de que el cliente entre en una habitación es la mami, que en muchos de estos pisos también es la que coge el teléfono. Si en un piso están seis mujeres, ella es la que maneja los teléfonos. Si el cliente, cuando llama, pregunta si lo hace sin goma, la mami dice que sí y, cuando el cliente entra en la habitación con la mujer y esta dice que no, que eso no lo hace, él le dice que le dijo que sí por teléfono. El problema entonces lo tiene ella porque cuando sale diciendo que no lo ha hecho, tiene una sanción que le incrementa la deuda.

-Son deudas que parecen eternas…

-Sobre todo las de las nigerianas, las demás pueden llegar a saldarlas en meses haciendo muchísimos servicios diarios y sin descanso de lunes a domingo. Dependiendo de si es un club o un piso hay unos porcentajes. En algunos pisos es al 50%, pero la mitad que les corresponde a las mujeres es para saldar la deuda. Para que tengan dinero real, contante para ellas, pasan unos meses.

«De esto también se sale, es difícil, pero se puede si todos ponemos de nuestra parte y estamos concienciados»

-¿Cómo consiguen, las que lo consiguen, salir de esta esclavitud?

-Algunas veces con la ayuda de un cliente, otras a través de una organización como la nuestra y en otras se perpetúan ahí. Quedan anuladas psicológicamente y, al estar con tantos hombres, físicamente desechas, con lo que, cuando acaban la deuda, siguen porque piensan que no sirven para nada más, que no saben hacer otra cosa. Pero de esto también se sale. Es difícil, pero se puede salir si todos ponemos de nuestra parte. De ahí que sea muy importante que la ciudadanía conozca esta lacra. Si en un edificio ves como traen y llevan a chicas, ponlo en conocimiento de la Policía o de una entidad como APRAMP para que podamos devolverles la libertad. Todos tenemos que estar concienciados.

-¿Cómo podrían las propias mujeres denunciar que son víctimas de la trata de personas?

-De mano no se atreven a denunciar cuando están con esas deudas tan enormes. Unas sí, otras no porque tienen miedo. ‘Si no pago van a matar a mi madre’. Y es verdad que lo pueden hacer. Les sacan fotos a sus hijos, en sus países de origen, y consiguen atemorizarlas más. Se les vulneran todos y cada uno de los derechos: el derecho a la vida, a la integridad física, a la integridad psíquica, amenazas, palos, golpes… Cuando están en pisos o en clubs a veces viven hacinadas en una habitación seis mujeres en tres literas. ¿Eso es una vivienda digna?

-¿Qué derechos les asisten en España por ser víctimas de las redes que con personas?

-Tienen derecho a la protección y se les concede un permiso de residencia y trabajo por circunstancias excepcionales por ser víctimas de trata, por colaborar con Policía… Tienen derechos pero para acceder a ellos tienen trabas y la primera es la psicológica de ellas mismas por esa espiral en la que no pueden denunciar porque ‘van a matar a mi familia o a mi hijo o a mí misma’. Tienen miedo por su integridad física aquí y por la de sus familias en sus países. Son muchos condicionantes y hay que ponerse en su piel. En la asociación, cuando empiezan a dar el paso, respetamos sus tiempos para ir ayudándolas a recuperar sus derechos porque son procesos largos y, una vez que vienen al centro de acogida, hacemos una intervención en todas las áreas con itinerarios individualizados hasta la reinserción total y plena, que es de lo que se trata: de la salida de esa situación de violencia y esclavitud hasta tener un contrato laboral y una vida totalmente normalizada.

-¿Y las secuelas de las supervivientes?

-El estrés postraumático es enorme. Incluso después de muchos años cualquier desencadenante de lo más normal, como hacer una compra o ir al cine, te traslada de nuevo a aquello que sufriste. No se sabe hasta que no estás con ellas y te lo cuentan. Cómo después de años, simplemente por ver por ejemplo a un señor de traje a la entrada del cine, les viene todo a la cabeza y se quedan bloqueadas. Es tremendo.

«La prostitución no tiene nada que ver con la libertad sexual, sin con el machismo, con esta cultura patriarcal, sexista, en la que un hombre tiene el derecho de comprar el cuerpo de una mujer»

-El debate sobre la abolición de la prostitución ya está en la esfera política.

-Estamos encantadas con que la sociedad, el gobierno o los gobiernos y la ciudadanía en general, vea que la prostitución no es un trabajo reglamentario. Atenta directamente contra los derechos humanos. Contra la dignidad de la propia mujer porque lo que vemos en APRAMP es que, como el cliente paga, exige determinados servicios con lo que la prostitución no tiene nada que ver con la libertad sexual, sino que está muy relacionada con el machismo, con esta cultura patriarcal, sexista, en la que un hombre tiene el derecho de comprar el cuerpo de una mujer. Ante esto estamos totalmente en contra. Realmente es como una violación de pago. A estas mujeres, que tienen una deuda, que no quieren estar en esas condiciones, que quieren marchar pero no pueden, están violándolas.

-Mencionaba antes el daño que ha hecho la imagen edulcorada de la prostitución quemostraba la película Pretty Woman. ¿Y argumentos como que siempre existió o que es el oficio más antiguo del mundo?

-No es una profesión y, como siempre existió, la gente se queda en esa postura cómoda de que como siempre existió pues tiene que existir. Cualquier derecho social, para que se mantenga en el tiempo, tiene que ser convalidado continuamente y eso es lo que estamos haciendo. Defendemos que se tienen que penalizar todas las formas de proxenetismo. No sólo al proxeneta y a la mami, sino también a las personas que alquilan viviendas para que sean pisos de contactos porque saben que en ellos se están vulnerando los derechos de mujeres que están siendo explotadas sexualmente.

-¿Y al putero?

-Por supuesto, porque además él es el que perpetúa que esto se mantenga en el tiempo. La prostitución es la ley de la oferta y la demanda, siempre lo digo. Si yo no vendo un producto no lo traigo, si yo no vendo a esta mujer no la traigo y ¿quién hace que eso se mantenga? Pues la demanda, el hombre, el putero.

«En Alemania y Holanda, que son reglamentaristas, los datos CITCO nos dicen que hay muchísima más trata que en Suecia y Finlandia, que son abolicionistas»

-¿Cómo se podría combatir, o al menos reducir, la esclavitud sexual en España?

-Simplemente con que en España tuviéramos una postura ya sería suficiente. Por ejemplo en Suecia [país pionero en multar a proxenetas y clientes], no llegan a 30.000 casos y, en España, con este limbo en el que estamos, nos situamos en 300.000 casos. Con que el propio Gobierno adopte una postura bajaría el número. No se reduciría en un 100%, de acuerdo, pero sí en un porcentaje altísimo y las redes no verían España como un país de destino. Aquí por lo menos no las dejarían, pero claro tendría que ser a nivel mundial porque si no es aquí, las van a dejar en otro lado en el que puedan venderlas.

-¿Qué ocurre en otros países europeos como por ejemplo Alemania u Holanda, posicionados en la dirección contraria que Suecia?

-En Alemania y Holanda, que son reglamentaristas, los datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) nos dicen que hay muchísima más trata que en Suecia y Finlandia, que son abolicionistas. Ahí está la comparativa, solo tenemos que seguir los modelos europeos que lo tienen en marcha. España ahora está al nivel del país reglamentarista y por eso es necesario posicionarse respetando los derechos humanos, porque no es otra cosa. La trata de personas en este caso es con fines de explotación sexual, pero también existe con fines de explotación laboral, para matrimonios forzados… y en todos los casos es una vulneración total y absoluta de derechos humanos ante la que hay que tomar partido.

-¿Y qué tendría que cambiar en la sociedad?

-Todos, la ciudadanía en general, debemos intentar modificar opiniones, actitudes y comportamientos que están contribuyendo a que esto exista y promover la denuncia de situaciones de trata. Insisto, ante la sospecha, acudir o bien a la Policía o a una organización especializada como APRAMP para poder devolver la libertad y la dignidad a estas personas a las que se les ha quitado.