Fran Gayo: «La escritura de la novela lo viví con pasajes de mucho disfrute, pero también con otros de  inseguridad»

Marcos Gutiérrez REDACCION

ASTURIAS

Fran Gayo
Fran Gayo

El músico, autor y programador cinematográfico debuta en la novela con «La Navidad de los lobos», una obra distópica en la que la pandemia, la tradición familiar y lo fantástico se entrelazan

02 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Fran Gayo (Gijón, 1970), además del cocreador del grupo Mus, uno de los abanderados de la edad dorada del pop independiente asturiano, es programador en certámenes como el Festival de Cine de Gijón, poeta y, desde hace muy poco, también novelista. La inquietud creativa bien entendida le ha llevado a debutar con «La Navidad de los lobos» (Caballo de Troya, 2022), una historia distópica que nos traslada desde una gran urbe latinoamericana, en medio de una pandemia, a la Asturias anterior a la Guerra Civil. En el relato pesa enormemente el recuerdo de la infancia del autor, los lazos familiares, su experiencia viviendo en la ciudad de Buenos aires y, por supuesto, las circunstancias vividas en los últimos dos años.

-Hábleme de «La Navidad de los lobos» ¿Qué se encontrará el lector en su primera novela?

-Me cuesta un poco aún ver el libro desde afuera como para llegar a definirlo brevemente. De hecho el día que me llegó el primer ejemplar ya impreso lo guardé en una estantería de casa y ni me atrevía a mirar adentro. Pero en cualquier caso «La Navidad de los lobos» es un relato familiar que comienza antes del 36 y termina en un futuro bastante próximo, atravesado por duelos, ausencias, desarraigo y por la presencia permanente de lo inexplicable, de lo fantástico, que he tratado reflejarlo con un tono de cotidiano, como algo casi doméstico o como algo parte del acervo familiar.

-¿Cuándo surge la idea de lanzarse con su debut?

-Fue como en Septiembre de 2020. Yo había viajado a Xixón unos meses, por trabajo, y ahí sentí que tenía tiempo para empezar a escribir un relato de terror, algo que llevaba bastante tiempo queriendo hacer, más como un divertimento que rompiese un poco la dinámica de los dos poemarios, que había sido muy demandante y movilizadora. Pero pronto me encontré perdiendo el control de este relato y cuando me di cuenta los elementos fantásticos sobre los que quería trabajar, un mundo de aparecidos, de gente que dialoga con los muertos, una ciudad que empieza a desvanecerse, todo eso empezó a entretejerse con la crónica de una familia que viene de las montañas del occidente asturiano y se instala en Xixón a mediados de los años 60. Así que, a partir de ahí, opté por dejar que el relato fluyese y ver a dónde me llevaba.

-Tanto la pandemia y el escenario actual como el pasado de una región como Asturias (y el suyo propio a través de la tradición familiar) tienen mucho peso en «La Navidad de los lobos», ¿verdad?

-Absolutamente. Aunque sólo sea como punto de partida para la construcción de los personajes y las situaciones que se dan en la novela, creo que la forma final del libro es la de un relato de ficción en el que muchas veces el disparador que pone en marcha el dibujo de los personajes y la relación entre ellos tiene que ver con mi propia vida y, a partir de ahí, vas puliendo esos elementos autobiográficos, a veces con una lija de mayor grosor y otras con una lija más fina. Curiosamente creo que las partes dedicadas a Buenos Aires son bastante más crudas y ajustadas a muchas cosas que he vivido en estos años en la Ciudad de la Furia, como la suelen llamar, que las partes situadas en una Asturias que en muchos casos yo tengo deformada por el paso de los años y lo maleables que son siempre los recuerdos.

-¿Qué porcentaje de fabulación y de memoria histórica personal diría que hay en la novela?

-Es imposible hacer un porcentaje para algo así, y en cualquier caso no debería ser determinante para la lectura de «La Navidad de los lobos». Obviamente yo tengo una llave para entrar en el libro que nadie más tiene. Yo sé exactamente dónde está cambiado cada nombre, cada topónimo, cada desenlace de este o aquel relato. Pero con un poco de suerte yo mismo llegaré a olvidar eso, y ahí será cuando estaré preparado para acercarme al libro y hasta leerlo. Ahora mismo para mí es un artefacto con todos los cables al aire.

-En cierta ocasión le he visto hablar maravillas de autores muy diversos de diferentes géneros y disciplinas como Mark Fisher, David O'Reilly o José Ramón Larraz, por poner tres ejemplos ¿Qué referentes ha manejado a la hora de crear la novela?

-Más que referentes he manejado un santoral de nombres que en los momentos de flaqueza, que fueron  muchos, me ayudaban a entrar en situación otra vez o a mantener la calma. El proceso de escritura de la novela lo viví con pasajes de mucho disfrute, pero también con otros de  inseguridad. Era pensar «¿cómo puedo estar convencido de que esto que voy escribiendo a borbotones y casi sin corregir va a acabar siendo una novela?» Estuvieron muy presentes Alberto Breccia, la idea de la ciudad de Buenos Aires que tenía mucho que ver con algunas de sus ilustraciones; pero también Melquiades Álvarez, la luz de Gonzalo Juanes, Andrej Tarkovski (de manera esencial «El espejo»), Olga Orozco... pero no porque me inspirasen ni nada por el estilo, simplemente cuando me flaqueaban las fuerzas volvía a ellos, releía cosas y parecía que retomar el camino de la escritura era posible otra vez.

-¿Cómo vivió, desde el punto de vista personal, la cuarentena y el lento tránsito hacia la normalidad?

-Ha sido algo por fases, supongo que como para todos. Pasas de unas dos primeras semanas en las que el mundo se detiene y, de repente, en el centro de Buenos Aires nada suena en la calle, ni un coche, y eso te permite escuchar por la mañana a los zorzales cantando con mucha más claridad de la habitual. Fue una primera fase de shock y perplejidad, quizás también de miedo. Luego llegó la fase de los mensajes buenistas, del «aprovechemos esta coyuntura para sacarle estruendo a nuestras vidas», «de aquí saldremos mejores», etc, etc... Y de ahí se pasó al mal humor, la utilización política... hace meses que dejó de interesarme el tema, la verdad, cuando toque vacunarme me vacunaré pero no quiero pensar mucho más en ello ni escuchar de discusiones entre quienes quieren seguir llevando mascarilla y quienes no.

-Después de sus incursiones en la poesía y la novela, ¿hay algún nuevo palo que esté tentado de tocar próximamente?

-No, siempre que escribo y publico algo tengo la sensación de que podría no tener continuación, de que todo podría terminarse ahí, y tampoco sería tan grave. Tengo obviamente cosas en mente pero todas muy livianas, ideas que van y vienen, que es como no tener nada aún.