Por qué los asturianos pierden de golpe un año de esperanza de vida

J.V. Lado / Juan M. Arribas

ASTURIAS

Un coche fúnebre en las proximidades de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)
Un coche fúnebre en las proximidades de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) EFE | J. L. Cereijido

06 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La esperanza de vida de los asturianos en el 2019 estaba en 83,2 años. Al año siguiente, el más duro de la pandemia, bajó a 82,2, lo que supone una reducción de un año, según el último informe de Eurostat. El Principado está por debajo de la media nacional. Como contrapunto, la comunidad que peor sale parada es el Madrid de Ayuso: perdió 3,5 años de media y se convirtió así en la región de todo el continente, entre las 250 que analiza el organismo europeo, donde más se recortó la longevidad. Aunque no es la única de España donde se produjo un impacto negativo coincidiendo con las primeras oleadas del covid.

Entre los 14 territorios europeos en los que esa expectativa de vida descendió en dos o más años, seis son españoles y dos las comunidades que rodean a Madrid: Castilla-La Mancha (la segunda más afectada junto a Lombardía en Italia) y Castilla y León, que aparece en el sexto puesto de este nada deseable ránking con una merma de 2,3 años, mientras Melilla, Aragón y Cataluña se sitúan entre 2,1 y 1. El resto son el archipiélago de Mayotte, entre Mozambique y Madagascar, que aparece aquí porque pertenece a Francia; el Principado de Liechtenstein, el Valle de Aosta y Trento (Italia), la región capitalina de Bruselas y Lieja (Bélgica) y el cantón del Ticino (Suiza).

En España, las menos afectadas son las Islas Canarias (-0,1), Galicia y las Baleares (-0,3), aunque, en general, los datos del conjunto del país son claramente negativos, por más que siga en la parte alta entre los estados más longevos. Asturias se coloca en la mitad de la tabla, en octava posición, junto a la Comunidad Valenciana y Andalucía, aunque el Principado reúne una población más envejecida. Solo Liechtenstein sufrió un recorte mayor, de 2,5 años, mientras en España fue de 1,6, en la línea de Polonia, Bulgaria, Lituania, Rumanía, Italia y Bélgica, que están entre -1,5 y -1,3. En el lado opuesto se sitúan Noruega, Chipre y Dinamarca, que suben de manera muy ligera y Estonia, Finlandia e Islandia, que apenas bajan. Algo que no resulta tampoco sorprendente si se tiene en cuenta que la expansión del virus en los países del norte del Viejo Continente se produjo bastante más tarde y con mucha menor intensidad. De hecho, algunos de ellos ni siquiera tuvieron que recurrir a restricciones de las interacciones sociales durante períodos de tiempo prolongados.

No se puede establecer una relación absolutamente directa entre la incidencia del SARS-CoV-2 y el descenso de la esperanza de vida, pero a nadie se le escapa a estas alturas el drama vivido en las residencias de mayores madrileñas y en las de Castilla-La Mancha durante los primeros meses de la pandemia, los camiones militares para retirar muertos en Lombardía o los índices de contagios disparados en Bélgica durante momentos en los que la mayoría de los países europeos parecían tener la situación más controlada.

Por contra, si se invierte la tabla aparecen 24 comunidades en las que incluso hubo un incremento de longevidad entre 0,1 y 0,7 años. Al margen de territorios insulares como Chipre, Madeira o las islas del Egeo, las más destacadas son regiones de Noruega y Dinamarca, aunque también se cuela algún departamento francés y algunos distritos alemanes como Tubinga y Luneburgo.

Además, hay que tener en cuenta que estos datos de Eurostat comparan el 2020 con el 2019 y no hace falta recordar que España e Italia, por ejemplo, fueron el epicentro de la pandemia en Europa y prácticamente en el mundo durante los primeros meses desde que el virus salió de China. En oleadas posteriores ese impacto se movió más hacia regiones