De hecho, el programa Vacaciones en Paz supone un proceso de aprendizaje no solamente para los niños y niñas saharauis, si no también para las familias acogedoras que participan.
Unir lazos
Para Ana Garrido, la responsable del programa en CEAS-Sahara, esta iniciativa pretende también fortalecer los lazos históricos que unen al pueblo español con el pueblo saharaui.
Esta organización no dejó de trabajar durante la pandemia, con un programa alternativo en los campamentos que benefició a unos 9.000 menores con actividades culturales, educativas, de ocio y sanitarias.
Ahora que Vacaciones en Paz se retoma y que los niños pueden volver a pasar los veranos en España, Garrido anima a las familias a que participen y «conozcan a este pueblo a través de los niños y niñas saharauis».
El presidente de la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui, Alberto Suárez, coincide en que el programa tiene un aspecto político del que no nos podemos olvidar.
«Estos niños son refugiados políticos y están a la espera de que el conflicto del Sahara Occidental se solucione y puedan regresar libres e independientes a su país a construir su propio futuro», afirma Suárez.
Para él, el programa también sirve para que las personas que ven que estos niños vienen a pasar los veranos a España conozcan esta realidad y se sensibilicen con la causa, «creando un efecto multiplicador de la solidaridad».
Pero el aspecto más importante continúa siendo el humanitario, ya que, en muchos casos, los niños llegan a España desnutridos o con alguna enfermedad y los dos meses de acogida pueden ser vitales para ellos y para su desarrollo.
Pese a que el número de familias de acogida ha disminuido respecto a 2019, tanto Garrido como Suárez confían en que se recupere el ritmo anterior a la pandemia y que en los próximos años vaya aumentando progresivamente el número de participantes.