Así trabaja el equipo del helicóptero de Bomberos de Asturias: «Todos los rescates son igual de peligrosos»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

«Precisión, comunicación, entendimiento y confianza» son las claves para resolver con éxito cada actuación de emergencia que surge en la región

21 ago 2022 . Actualizado a las 09:49 h.

El vídeo del rescate de dos bañistas que quedaron atrapados por la marea en las rocas realizado por el grupo del helicóptero medicalizado de  hace un par de semanas en la playa de Troenzo (Llanes) daba una nueva perspectiva del trabajo que realizan los integrantes de dicho equipo y la compenetración que ha de haber entre toda la tripulación del aparato (un piloto, dos bomberos-rescatadores y un médico) para que cada una de sus actuaciones finalice con éxito. La diferencia entre ese vídeo y otros que difunden desde el SEPA es que aporta sonido de cabina y, por tanto, de las indicaciones que se van dando, indicaciones claves para todos y, más si cabe, para el piloto del helicóptero que, en un momento dado, deja de ver al objetivo (víctima/s y bombero-rescatador que desciende) y tiene que fiarse «al cien por cien» de las indicaciones que le da el otro bombero-rescatador que hace de operador de grúa. Así, aunque haya rescates que parecen sencillos, para los integrantes del grupo «todos los rescates son igual de peligrosos cada vez que el helicóptero despega». La clave, además de la formación y la práctica, «la precisión, la comunicación, el entendimiento y la confianza» entre el equipo que sale a cada emergencia.

«Vamos a meter a Rober en una operación a donde están los niños. Yo voy sacándolos de uno en uno. Bajo cable, cable en la mano… ¿Quieres hacer una prueba para ver la vertical? Adelante 20. Empieza a bajar el rescatador. Adelante 15, izquierda 5…». Son las primeras indicaciones que da el operador de grúa a sus compañeros de rescate en el referido vídeo. A fin de entender la importancia de esas directrices, de poner el acento en la minuciosidad de cada actuación y de dar visibilidad al «primer Grupo de Rescate Medicalizado de España», La Voz de Asturias ha hablado con dos de sus integrantes, Rafael Viña y Roberto Menéndez, los dos bomberos-rescatadores que participaron en la operación para sacar a los dos jóvenes de las rocas de la playa de Troenzo en las que quedaron atrapados al subir la marea.

«En ese vídeo se ve y se escucha la realidad de lo que hacemos, los momentos tan intensos que vivimos y la importancia que tiene el puesto de operador de grúa», señala Rafael, que en ese rescate se hacía cargo de la grúa mientras su compañero Rober descendía en el cable hacia las rocas para rescatar a los dos jóvenes atrapados por la marea. «Los bomberos-rescatadores nos vamos turnando una vez en la grúa y otra vez descendiendo porque así es más fácil comprender lo que hace y siente el otro. Sabes lo que está pasando cuando estás arriba en el helicóptero y cuando bajas a un rescate», apunta Roberto Menéndez, que al igual que su compañero Rafa, pone de relieve el trabajo de quien se queda, en cada caso, como operador de grúa. «Un operario de grúa bueno marca la diferencia entre que las cosas salgan bien o no tan bien», precisa este último, que considera que si bien su labor «parece invisible», en realidad es una persona clave: «el médico es el que acude para intentar salvar la vida de la víctima; el piloto es el que conduce el helicóptero y, en nuestro caso, son los mejores en vuelo de montaña; el rescatador hace un trabajo técnico; y el operador de grúa, nadie entiende qué hace», añade.

El vídeo del rescate de dos menores en la playa de Troenzo es un claro ejemplo de la labor fundamental que hace el operador de grúa, ya que es la persona en la que recae el control de la actuación, incluido como hay que posicionar el helicóptero ya que para utilizar la grúa de rescate, en un momento dado, «el piloto deja de ver a la víctima y al bombero» y se tiene que fiar «al cien por cien» del operario de grúa». «En cuanto el piloto le dice al operador de grúa ‘objetivo tuyo’, él es el que mueve los mando, pero hacia donde dice el gruísta. Es un trabajo de confianza absoluta», indica Rafael Viña, que explica que la comunicación la hacen con un código que puede resultar incomprensible para el resto de la gente.

Así, esas indicaciones que se le escucha decir a Rafael en el vídeo: «adelante 20, adelante 15, izquierda 5…» es una forma de marcar la distancia respecto al objetivo (dejar al bombero-rescatador lo más cerca de la víctima) y de decirle al piloto (Chema) cuan cerca están de ello. «Una vez que indicamos el ‘listos para entrar en final’, el 100 significa que aún estamos relativamente lejos, pero el 10 es un número importante porque es el punto final de la operación y a partir de ahí iniciamos la cuenta atrás. Además, cuando el helicóptero está en estacionario (en vuelo pero parado) es la situación más crítica y el operador de grúa tiene que tenerlo en cuenta para que las palas del rotor no choquen con nada. No equivocarte en la distancia es determinante», relatan Rafa y Roberto, que recuerdan que el helicóptero del Servicio de Emergencias es el único en Asturias dotado con sistema para rescates con grúa, una grúa que puede desplegar hasta 50 metros de cable, lo que equivale a un edificio de 15 plantas.

De máxima importancia es, a la par, la labor que hace el bombero-rescatador cuando llega a la víctima o víctimas: «lo primero es explicarles lo que va a pasar, que el helicóptero se va a ir hasta que estemos listos para el rescate. Intentas ser lo más honesto posible con las personas a las que vas a rescatar porque el denominador común de esas personas es que tienen confianza absoluta en la persona que baja y se entregan totalmente, te van a hacer caso, por lo que hay que hablarles con tranquilidad y generar confianza», manifiesta Roberto Menéndez.

Respecto a la percepción de esos momentos para víctimas y rescatadores, opina que si bien las personas rescatadas «lo ven como una experiencia negativa, luego todo sucede muy deprisa porque los rescates son muy rápido», aunque reconoce que son momentos de una gran tensión para unos y otros: «son 10 minutos de gran intensidad también en la cabina por las decisiones que hay que tomar, son 10 minutos que en ese momento te parecen una hora, pero el procedimiento de trabajo que tenemos es muy efectivo y, objetivamente, el tiempo es cortísimo porque, además, la grúa hace un trabajo encomiable», expone Rafael, que para dar una idea de esa intensidad que viven en las actuaciones hace referencia al reloj con pulsómetro que suele llevar uno de los pilotos, Chema, «que después de una operación le puede marcar 130 o 140 pulsaciones sentado, y estamos hablando de una persona entrenada que corría los 400 metros vallas». Unas pulsaciones que a Chema, el piloto, no le bajan hasta que como en el caso del vídeo del rescate en la playa de Troenzo, no escucha a su compañero Rafa, como operador de grúa, decir: «Muy bien, Chema. Perfecto. Izquierda libre. Podemos salir».