«Tengo 47 años, trabajo en ayuda a domicilio desde los 19 y vivo ahora peor que antes»

Marcos Gutiérrez ASTURIAS

ASTURIAS

Protesta de trabajadoras de la Plataforma de Auxiliares del Servicio de Ayuda a Domicilio de Asturias
Protesta de trabajadoras de la Plataforma de Auxiliares del Servicio de Ayuda a Domicilio de Asturias

Varias profesionales de este ámbito del sector asistencial en Asturias, actualmente en huelga, cuentan sus experiencias personales en un segmento de actividad infravalorado y maltratado como pocos

25 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Unos 3.500 profesionales, en su mayoría mujeres, del sector de ayuda a domicilio, centros de día y afines en el Principado, están secundando una huelga de carácter indefinido como medida de presión ante el bloqueo del convenio por parte de la patronal. Los trabajadores, cuyo último convenio finalizó en diciembre de 2020, reclaman condiciones dignas y un empleo estable y de calidad, así como unas subidas salariales justas.

El sueldo medio del sector, en el que el 90% de los profesionales son mujeres, es de 1.050 euros brutos por una jornada de 38,5 horas semanales, si bien el contrato más habitual es el de 30 horas, lo que reduce considerablemente el salario. Estas son algunas de las historias de las personas que ponen cara al último gran conflicto laboral en la región.

«Cuando llegamos a 60 estamos todas fastidiadas»

Mati Uribelarrea Gallo tiene 62 años y trabaja «en el centro de San Martín del Rey Aurelio», una instalación «pequeña, con unas 30 trabajadoras». Su labor siempre le ha producido una «muy buena sensación». En este sentido, considera que «tiene que ser vocacional, porque soportamos una gran carga psíquica y física».

En su caso atiende a «cinco o seis usuarios diarios, no siempre los mismos». «Al cabo de la semana has trabajado con una serie de personas sensibles con una edad y características diferentes», señala. Desde su punto de vista, esto genera una «carga emocional grande». Al tener que ir «de domicilio en domicilio» y visitar a diferentes usuarios todos los días, Mati Uribelarrea considera que es «importantísimo saber cambiar e higienizar la mente».

Esta profesional tiene una «jornada continuada del 100%». «Llevamos con un convenio caducado en 2020, año de la pandemia, cuando se reconoció que éramos esenciales», comenta. Denuncia que, «con la inflación, las trabajadoras de la zona rural tienen que poner dinero», ya que «con el coste de la gasolina no nos alcanza».

Resalta que las profesionales de la ayuda a domicilio en Asturias adolecen de «apoyos técnicos, que son suplidos por nuestras manos». «Cuando llegamos a los 60 estamos todas fastidiadas muscularmente», admite. Esta trabajadora cobra «en bruto, 1.055 euros, con jornada completa». Puntualiza que, en este sentido, «las empresas no suelen dar jornadas completas» y «les tiene más a cuenta tener trabajadoras menos horas» y con horario partido.

Cree que las compañías de este ámbito de actividad deberían «darle una vuelta y hacerlo atractivo porque, hoy por hoy, a los empresarios les cuesta encontrar gente».

«No se valoran los riesgos en domicilios privados»

Arancha Suárez es integrante de la Plataforma de Auxiliares del Servicio de Ayuda a Domicilio de Asturias. Tiene 47 años, una hija y trabaja en el SAD de Mieres «desde hace 18 años». Antes estuvo cuatro años en el Servicio de Ayuda a Domicilio de Oviedo. Dentro de la situación general en su ámbito profesional en la región cree que en Mieres son unas «privilegiadas en el sentido de la jornada. Es completa, de 38 horas y media, y normalmente continua».

Considera que uno de los problemas fundamentales que ha derivado en este conflicto laboral tiene que ver con el hecho de que a las trabajadoras les exigen «una profesionalidad que no está de acuerdo con la consideración económica en calidad y cantidad».

Asimismo, cotizan «en el epígrafe 10, por debajo no tenemos nada» cuando, desde su punto de vista, por su categoría y tarea realizada, deberían ubicarse «en el epígrafe 7». Otra de las cuestiones que enerva a este colectivo tiene que ver con la falta de apoyos. «A veces tienes medios técnicos, pero otras muchas somos nosotras las que tenemos que hacer los esfuerzos», puntualiza.

Del mismo modo cree que «no se valoran los riesgos en domicilios privados». Las empresas del sector pagan a las profesionales por el combustible empleado en sus desplazamientos «0,24 céntimos el kilómetro» un dinero que, además, las trabajadoras han de adelantar. «Tengo compañeras que me dicen que gastan hasta 100 euros semanales en gasolina», comenta esta profesional de la ayuda a domicilio.

Esas y otras razones justifican que ya «no quedan» personas que quieran entrar al sector y que muchas de las que hay «van a residencias privadas».

Un sueldo de «800 euros limpios, tirando por lo alto»

Ana Belén Fernández Granda, también integra la plataforma. Trabaja como profesional de Ayuda a Domicilio en Langreo. Lleva en su empresa seis años y tiene un contrato de «33 horas semanales» en jornada partida. Su compañía cuenta con una plantilla de «77 trabajadoras y las que tienen jornada completa no llegan ni a la mitad», expone. Trabaja en la zona rural, por lo que tiene que emplear su propio coche, lo que le supone unos «120 euros al mes en combustible, de los que la empresa me paga unos 70». Quitando los gastos, a final de mes su sueldo se queda «en unos 800 euros limpios, tirando por lo alto».

«Nosotras luchamos para que se nos reconozca la jornada laboral completa; no nos olvidemos de que estamos cotizando para el día de mañana», puntualiza. Esta trabajadora tiene como usuarios a «grandes dependientes», lo que la obliga a realizar «grandes esfuerzos» diariamente.

Ana Belén Fernández comenta que algunos días empieza a trabajar «a las nueve de la mañana hasta las 16.30. Luego vuelvo de 20 a 21», lo que supone un auténtico «descontrol» y un verdadero obstáculo para la conciliación familiar. «Yo no tengo hijos, pero de lunes a viernes vivo para la empresa», subraya.

Cree que «es la patronal la que tiene que firmar el convenio. Las trabajadoras vamos a seguir, porque tenemos fuerza para afrontar lo que sea».

Protesta de trabajadores del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) en la plaza Mayor de Gijón
Protesta de trabajadores del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) en la plaza Mayor de Gijón EUROPA PRESS | EUROPAPRESS

«No podemos parar ni para ir al baño»

Judit Núñez Rodríguez trabaja en Gijón, tiene 46 años y lleva «desde los 19 en la profesión». Por su experiencia no duda en afirmar que su situación salarial y de condiciones laborales es «ahora peor que antes».

Judit es madre con dos hijos y separada. Tiene un contrato de 29 horas por el que cobra 700 euros al mes. «Cuéntame cómo vives con eso», se pregunta. Indica que a profesionales en su situación las empresas las incluyen «en la bolsa de horas». Ese tiempo que hacen a mayores para completar ligeramente su salario lo deberían cobrar «a los seis meses, pero las empresas las pagan a los 8, 9 o cuando les dé la gana».

Muchas veces, además, las compañías «dicen que tenemos menos horas y, asimismo, las pagan como ordinarias, con lo que tampoco cotizan para la Seguridad Social. Yo cuando me jubile habré cotizado por 5,40 horas». Otra de las facetas negativas del día a día de estas trabajadoras tiene que ver con el escasísimo tiempo que tienen para ir de domicilio en domicilio. «Tenemos, como mucho, diez minutos entre usuario y usuario cuando, a veces, te lleva 20», un tiempo que «en el nuevo convenio nos quieren hasta quitar como de trabajo».

Esta integrante de la Plataforma de Auxiliares del Servicio de Ayuda a Domicilio de Asturias insiste en que muchos días las profesionales no pueden «parar ni para ir al baño».

«Me siento maltratada laboralmente desde hace 33 años»

Eva Miguel Santos trabaja en Gijón y empezó su carrera en el sector de la ayuda a domicilio «hace 33 años». «Cuando comencé tenía jornada partida y unos horarios insufribles», recuerda. Todo eso, además, «criando a unos niños pequeños». «Por la tarde no tenía con quién dejar a mis hijos, por lo que tenía que pedirle el favor a vecinos o amigos», indica. Dentro de lo poco idílica que es la situación en este ámbito de actividad, ahora por lo menos disfruta de «jornada completa y continua».

Denuncia que en este sector hay un «80% de parcialidad con contratos de 15 o 20 horas» cuando «a jornada completa el sueldo ya es muy precario» Lamenta que muchas, demasiadas, compañeras se llevan a fin de mes un sueldo de «400, 500 ó 600 euros». Sin embargo, el hecho de que muchas de estas trabajadoras tengan jornada partida «les impide buscar otro trabajo para completar su salario ni formarse para encontrar otra cosa».

«Quisieron hacer de los cuidados a domicilio una profesión, pero nunca la dignificaron y sigue estando infravalorada», lamenta. Cree que esto «es una pena, porque es vocacional y somos esenciales… eso sí, esenciales pero solo para trabajar». Insiste en que se siente «maltratada laboralmente desde hace 33 años».

Esta integrante de la Plataforma de Auxiliares del Servicio de Ayuda a Domicilio de Asturias también pone sobre la mesa las trabas que plantean las aseguradoras a la hora de reconocer las enfermedades laborales y las bajas en una actividad como la suya en la que, por definición, el esfuerzo diario es importante. «La mutua lo que hace es empastillarte para que vuelvas cuanto antes a trabajar», insiste. «No nos podemos permitir el lujo de quedarnos de baja», añade.