Manolo Díaz, productor de Leonard Cohen o Julio Iglesias, pone fin a su carrera con un Grammy

La VOz REDACCIÓN

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El español Manolo Díaz, en  Luanco
El español Manolo Díaz, en Luanco Eloy Alonso | EFE

El ovetense fue fundador de «Los Bravos» y vivía a caballo entre Miami, Madrid y Luanco

25 ago 2022 . Actualizado a las 19:53 h.

Manolo Díaz, fundador de Los Bravos y autor de algunas de sus canciones mas reconocibles además de alto directivo de grandes multinacionales, pondrá fin a una carrera «bañada de suerte» con un Grammy Latino, concedido este jueves.

Nacido en Oviedo en 1941, vive a caballo entre Miami, Madrid y Luanco, donde ha recibido a Efe con motivo de la entrega del Premio Grammy que se le entregará el próximo 16 de noviembre en Las Vegas, un galardón que recibirá con gran emoción y con el que pondrá fin a una carrera musical en la que ha hecho prácticamente de todo.

Comenzó en la década de los 60 del siglo pasado como guitarrista de Los Sonor, formación que abandonó en 1965 para crear junto al productor Alain Milhaud una de las bandas más populares de la España de aquella época como fue «Los Bravos», componiendo, incluso, ocho de las diez canciones de su primer álbum, «Black y Black», entre las que se encuentran «La moto» o «Los chicos con las chicas».

También supo ver el potencial del que luego sería el líder del grupo, Mike Kennedy, al que conoció en una de sus actuaciones; luego halló en un cajón perdido con cincuenta casetes una maqueta del «Black is black», que nadie había querido grabar y que luego se convirtió en todo un himno de fama internacional. También ha trabajado como productor y consultor de industrias audiovisuales en EEUU e Iberoamérica, ocupando cargos de gran responsabilidad como presidente de CBS y Sony Music en España, y de Polygram para América Latina, que después pasó a llamarse a Universal, con la que posteriormente se negó a renovar su contrato.

«No quise renovar porque las compañías no estaban poniéndose las pilas a la hora de solucionar algo que se venía encima como era el impacto de lo digital», ha explicado el productor que lamenta la falta de perspectiva que tenían los dirigentes de las compañías, que vivían en función de los resultados del año. Su último vínculo con la industria de la música fue con motivo de la creación de la Fundación Latin Grammys para ayudar en las carreras de talentosos estudiantes de música latina, a cuyo frente ha estado siete años hasta su retirada definitiva el pasado año.

Desde entonces, vive retirado de la profesión, como ahora, en Luanco, donde pasa temporadas «comiendo bocarte, pero sin trabajar ya nada». Para él ha sido fantástico trabajar con superstars como Julio Iglesias, Rafaella Carrá, Humberto Tozzi, Roberto Carlos, Miguel Bosé, Juanes o Leonard Cohen, del que guarda un especial recuerdo.

Cuando tuvo la idea de hacer «Poetas en Nueva York», basado en los versos de Lorca, contactó con varios artistas y fue Cohen el que demostró un interés inusitado por un proyecto al que luego se sumaron Víctor Manuel, Donovan, Luis Llach o Georges Moustakie y que consiguió vender más de cien mil discos sólo en España. Aguaviva, otra de sus queridas criaturas, también le ha permitido poner música a la obra de Rafael Alberti o Blas Otero y volcar así su pasión por la poesía.

También tuvo tiempo de trabajar como topógrafo en la construcción del ferrocarril en Liberia y de asistir en Washington en la marcha pro derechos civiles convocada por Martin Luther King, una experiencia que le marcó tanto que una de las primeras canciones que compuso esa misma noche, que no pudo dormir, se tituló precisamente «Ayer tuve un sueño», informa Efe..

Aquel día, en el Capitolio, con más de 200.000 personas, él era de los pocos blancos y sobre el escenario Marlon Brando, Bob Dylan y un Luther King que pronunciaría por primera vez aquel histórico discurso. Está feliz con toda su trayectoria y siente un poco que es el momento de echarse a un lado y que otros sigan ese camino: «lo que viene ahora no es que sea muy diferente, es distinto, a mí no me gusta el reggaetón, pero, evidentemente, si siguiera trabajando en una multinacional lo vendería porque es lo que pide el mercado». «No siento nostalgia, creo que hay que dejar espacio a que otra gente pueda trabajar y comer», ha comentado.