De mozo en una ferretería a «rey» del pulpo en Asturias

ASTURIAS

Con 54 años, Cesáreo Eijo Canoura dirige varias empresas hosteleras; entre ellas el Mesón Pulpería Tierras Gallegas en el estadio del Molinón, en Gijón. Con casi 90 trabajadores, en el 2021 facturaron casi tres millones de euros

14 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cesáreo Eijo Canoura empezó a trabajar con 16 años cargando carretillas y material de construcción en la ferretería Rey, de Xove, en Galicia, donde previamente había estado su padre. Ahora, con 54 años cumplidos, este hombre forjado a sí mismo es uno de los empresarios más prósperos de A Mariña: dirige empresas hosteleras que suman casi 90 trabajadores y que en el 2021 rondaron los tres millones de euros de facturación.

Uno de sus buques insignia es el Mesón Pulpería Tierras Gallegas, situado en el estadio de fútbol del Molinón, en Gijón, donde es considerado casi el «rey» del pulpo. Una ciudad donde uno de sus hijos está al frente del exitoso Asador Cervería Lúpulo. «Siempre hacía las cosas sin pensar. Si lo haces bien es tremendo; y si no lo haces bien, te enojas y trabajas día y noche para arreglarlo y salvar el problema», comenta un emprendedor que lleva toda la vida trabajando prácticamente de lunes a domingo. Como extra en negocios de hostelería, en una marmolería, transportando hierro... Pero aunque ha desarrollado diferentes oficios, el de la hostelería ha estado presente casi desde la cuna. «A los siete años ya dormía con mi padre en el botiquín de las fiestas de Viveiro»,  señala Cesáreo, que en 1990 compró su primer botiquín, el nombre que reciben en buena parte de la comarca mariñana las cantinas que se instalan en las fiestas.

«Muchas necesidades»

De aquella época, Césareo recuerda especialmente que para un principiante como él era imposible «hacer fiestas grandes» puesto que empresarios veteranos pujaban fuerte por instalarse en ellas. Con este panorama, arrancó trabajando en pequeñas verbenas gracias a distribuidores que le fiaban la bebida. «Pasé por muchas necesidades con las que tendría que vivir porque explicarlo no es suficiente. Por ejemplo, servimos Pepsi-Cola en lugar de Coca-Cola porque esa era la marca que tenía el distribuidor que la abastecía. Tan pronto como terminó la fiesta, pagó. En ese momento yo no tenía dinero, pero tenía un nombre», apunta Césareo, que empezó a invertir casi todo lo que ganaba en mejorar el negocio. Agua corriente, lavavajillas, moquetas, lonas impecables o baños son solo algunas de las características que en poco tiempo convirtieron a los botiquines de Cesáreo en los más demandados. «Me gusta tener las cosas curiosas, limpias... y si pones dinero en un negocio, verás los frutos», subraya.

Poco a poco fue haciéndose con otros botiquines que le permitieron ampliar el negocio con, entre otros, una nave industrial, un frigorífico, una ganadería en la que cría vacas (más de un centenar) y los bueyes con los que abastece de carne sus locales. Entrado el siglo XX comenzó a acudir a la Semana Negra de Gijón, lo que dio pie, por aclamación popular, a montar la pulpería del Molinón. Poco antes de la pandemia inauguró en Parque Principado, «una fotocopia» del establecimiento de Gijón, donde las colas son casi continuas. «Cuanto más cola hay, mejor queda el pulpo porque cocinas continuamente y calculas mejor», sonríe.