Carlos Noval, asturiano en Qatar: «Los seis primeros meses me los pasé con la boca abierta»

E. Gutiérrez REDACCIÓN

ASTURIAS

El poleso lleva 16 años que trabajando como piloto en Qatar Airways y tiene en Doha su hogar

26 sep 2022 . Actualizado a las 11:54 h.

Carlos Noval Álvarez, nacido en Pola de Siero, comenzó a trabajar en Air Nostrum y un buen día decidió que quería tomar otro rumbo en su carrera como piloto y ya hace 16 años que trabaja en Qatar Airways y tiene en Doha su hogar, aunque ya se hace algo «pesado»: «Son ya muchos años lejos de mi familia».

El cambio de vida fue muy grande y necesitó de mucha paciencia para adaptarse a tantos cambios. «Los seis primeros meses me los pasé con la boca abierta», dice Carlos, que tuvo que adaptarse a una vida radicalmente nueva: «Aquí, o te adaptas o tienes un problema. Son muy suyos y hay muchas cosas que nosotros hacemos con total naturalidad y aquí está mal vistas. Tienes que ir con cuidado porque pueden darte un toque de atención». Una de las ocasiones en las que al piloto asturiano se llevó un «susto» fue en el Ramadán. «Me llamaron la atención en un supermercado por sacar una botella de agua y pegarle un trago. Fue solo un pequeño toque de atención y no hubo más problema, pero, como en todas partes, depende de quién te toque puede tener más o menos problemas», recuerda.

«Hay cosas muy chocantes, por llamarlas de algún modo, como que no te puedas dirigir a una mujer. Si tienes un accidente de coche no les puedes pedir ayuda, tienes que esperar a que venga el marido porque no puedes hablar con ella», explica Noval, que también se refiere a los malos entendidos que pueden causar pequeños detalles: «Cruzar las piernas puede jugarte una mala pasada. Yo tengo la manía de cruzar las piernas, pero resulta que aquí si enseñas la suela estás insultando». Pese a todas las diferencias culturales a todo se hace el ser humano: «Al final terminas acostumbrándote. Además, ellos, aunque son muy suyos, entienden que no todo el mundo conoce sus normas y costumbres».

Pese a llevar más de quince años viviendo en el país, algo a lo que todavía no se ha podido adaptar es a la falta de actividades.  «No es un sitio que recomendaría para vivir y tampoco para visitar. La vida es muy tranquila, no hay nada que hacer, si te gusta el desierto es una de las poquitas cosas que se pueden hacer. Han abierto varios museos, en un intento de convertirse en referente cultural, pero son muy rápidos de ver», dice el piloto, que explica lo complicado que es integrarse: «No tengo un amigo catarí, es muy difícil integrarse. Además, aquí la vida social no es como en España. Salir de copas está limitado a hoteles internacionales, los únicos con autorización para servir alcohol, de modo que es más que común acabar haciendo cenas en casas de amigos».

De entre todas las dificultades o cosas «malas», también hay cosas muy buenas y es que en su país de residencia «hay mucha seguridad y el nivel de vida es muy alto». Entre otras cosas porque «estamos todos muy controlados», y porque no es fácil llegar a él como emigrante. «El país es recomendable, pero no se puede venir tan fácilmente, hay que buscarse la vida en España primero», dice Noval.

Después de 16 años en Doha y ver muchos de los cambios que ha dado el país, las obras que está sufriendo Qatar por el Mundial de fútbol, son «una completa locura». «Todo está en obras que no saben si van a terminar o no», explica, añadiendo que ya ha recibido indicaciones para cuando comience la competición: «Se prevé la llegada de mucha gente y desde la aerolínea ya nos han prevenido para que podamos llegar a trabajar. Una vez empiece el Mundial se van a cortar las carreteras y a limitar muchas zonas para los aficionados así que va a ser un caos total para los que vivimos aquí».

Además de las «interminables» obras que acompañan a los residentes en Qatar desde hace varios años, la llegada masiva de aficionados que se prevé para el mes de noviembre ha disparado los precios del alquiler. «Es una locura porque se deben pensar que el Mundial va a durar tres años… y el mes del Mundial los precios son un disparate, entonces lo que están haciendo es echar a la gente que tenía alquilados pisos amueblados para alquilarlos como Airbnb. Es un país donde el extranjero no tiene ningún tipo de protección. Hacen lo que quieren porque el país es de ellos, tienen todo el dinero del mundo y lo tienes que aceptar», cuenta el asturiano.

Pese al buen puesto de trabajo y la estabilidad que le ofrece el país hay un detalle fundamental que hace que Carlos no piense en jubilarse allí y es que está muy lejos de lo suyo. Lejos de esa Asturias que desde la distancia se ve como un auténtico paraíso: «Estoy deseando volver a mi tierra. Echo de menos caminar libremente, la comida, mis amigos y a mi familia».