Aunque Teresa Mallada recalcó en su anuncio que de no optaría a la presidencia del PP asturiano en un próximo congreso que «siempre he formado parte de las soluciones y nunca de los problemas», sus detractores no lo ven así y de hecho consideran que ha emprendido maniobras para demorar su renuncia definitiva con un intercambio de cromos en la Junta General.
Mallada aseguró este jueves que su «paso a un lado» era de común acuerdo con Alberto Núñez Feijoo, sin embargo no se ve así entre el sector más afín al presidente y que se ha pasado las últimas jornadas reclamando premura y que renuncie a la portavocía del grupo parlamentario. Sus detractores han denunciado de hecho que Mallada y sus últimos leales (en su comparecencia del jueves la acompañaron los diputados regionales Reyes Fernández Hurlé, Pablo Álvarez Pire, Javier Brea y el presidente del Comité de Derechos y Garantías del PP, Juan José Fernández) ha tratado de maniobrar para hacer un intercambio en el parlamento que les permitiera mantener el control del grupo.
Afirman que preguntaron a los letrados sobre la posibilidad de que Pablo Álvarez Pire asumiera el puesto de portavoz parlamentario y que Mallada pasara a ocupar el puesto del primero en la mesa de la cámara. En teoría la portavocía debería votarse entre los diputados pero los antimalladistas afirman que se ha buscado la manera de encajar un mero intercambio de puestos. Y no son menores, además de estar mejor pagados, el portavoz del grupo tiene la más relevante proyección política, pues quien más interviene en los plenos, y además controla los fondos del grupo parlamentario, los recursos que concede a cada partido con representación la Junta General y que pasan por dinero pero también contrataciones de trabajadores y asesores. No han dejado de señalar que entre los últimos se encuentra Agustín Iglesias Caunedo.