El volcán Tonga podría perturbar la circulación atmosférica en Asturias

Xavier Fonseca Blanco
Xavier Fonseca REDACCIÓN

ASTURIAS

NASA

La potente erupción ha enfriado la estratosfera y tiene la capacidad para afectar al tiempo durante el invierno boreal

31 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Repasando la historia de nuestro planeta se puede comprobar el tremendo impacto que han causado las grandes erupciones volcánicas, tanto en el sistema climático como en la vida. En la inmensa mayoría de los casos suelen provocar intensos enfriamientos globales. «Si la erupción es lo suficientemente potente introduce aerosoles en la estratosfera que hacen que parte de la radiación del sol se vea reflejada hacia el espacio y no llegue a la superficie de la Tierra y produce el enfriamiento», asegura el meteorólogo Juan Taboada.

En enero de este año tuvo lugar la potente erupción del Tonga, en el Pacífico sur. Su onda expansiva incluso llegó a Asturias en forma de una caída de la presión atmosférica.  Al tratarse de un volcán submarino, además de aerosoles, la explosión liberó una enorme cantidad de vapor de agua. Un artículo publicado en la revista Journal of Geophysical Research sostiene que la magnitud de la inyección de vapor de agua no tiene precedentes en la era de los satélites. Envió alrededor de 146 teragramos (1 teragramo equivale a un billón de gramos) de vapor de agua a la estratosfera, lo que supone el 10 % del agua ya presente en esta capa atmosférica. Es cuatro veces la cantidad de vapor de agua que los científicos estiman que liberó la erupción del Monte Pinatubo de 1991 en Filipinas arrojó a la estratosfera.

«Esto produce un enfriamiento en la estratosfera ya que parte de la radiación solar se ve reflejada, pero también puede generar un calentamiento en la superficie terrestre porque el vapor de agua es un gas de efecto invernadero y retiene parte de la infrarroja que viene de la superficie, ocasionando un efecto de calentamiento adicional», sostiene Taboada.

Ahora mismo hay un apasionante debate en la comunidad científica sobre cuáles están siendo realmente los efectos, qué se puede esperar a corto plazo y cuánto tiempo se prolongarán las consecuencias. Un artículo publicado por la NASA en verano apuesta por el calentamiento adicional. No solo eso, también sugiere que el calentamiento generado por la liberación del vapor de agua podría explicar en parte el año tan cálido que se está registrando en todo el planeta, sobre todo en el hemisferio norte. Desde mayo las temperaturas están siendo muy altas. Sin olvidar las megaolas de calor que se produjeron en Europa y China en agosto.  

Sin embargo, la tesis del calentamiento adicional no es la única. El vapor de agua está enfriando la estratosfera en el hemisferio sur. «Ese vapor de agua hace que parte de la radiación solar se vea reflejada y por tanto no llegue a romper las moléculas de ozono, absorbiendo la parte del espectro ultravioleta, que es el proceso que calienta la estratosfera», explica. Las anomalías negativas de temperatura en la estratosfera del hemisferio sur han sido constantes durante los últimos meses y bastante significativas, de hasta siete grados menos de lo normal. 

En este sentido, el intenso enfriamiento en la estratosfera austral podría tener otro tipo de consecuencias en la dinámica atmosférica. «La estratosfera es una capa que precisamente por su estratificación facilita que los aerosoles o el vapor de agua se puedan extender por todo el globo. En ese caso, el estudio de años anteriores en los que la estratosfera en el hemisferio sur tuvo temperaturas más bajas de lo habitual en su invierno, indicarían una cierta probabilidad a tener un vórtice polar en el hemisferio norte algo más debilitado, provocándose rupturas del mismo. Esto suele ser sinónimo de tiempo algo más extremo en las latitudes medias y eso es a lo que nos podríamos enfrentar en invierno, aunque obviamente habrá que esperar ya que otros factores podrían enmascarar este efecto», dice Taboada.

Otro asunto sobre el que se debate es la posible duración de la influencia de la explosión del volcán sobre el clima global. Desde la NASA sostienen que hasta cinco años. «Pues atendiendo a los efectos del Pinatubo en 1991, los efectos se podrían extender al menos un par de años. Dado que ya ha pasado casi 1 año desde su erupción, sus efectos podrían notarse en nuestro próximo invierno y quizá en el siguiente del hemisferio sur, pero no deberían ir más allá», concluye.