La demografía asturiana, ante la barrera del millón de habitantes

G.G.

ASTURIAS

Santi M. Amil

La cuestión para los próximos años no es si la población de Asturias bajará de ese hito simbólico, sino cuándo lo hará

06 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los inmigrantes parecen haber equilibrado la balanza temporalmente para tal vez sostener Asturias, con apuros, por encima del mítico millón de habitantes, pero la tendencia no engaña: cada vez somos menos y más viejos. Ese hito sin duda bajará el año que viene o el siguiente, según los expertos, y eso no es lo importante, sino que el descenso será cada vez más acusado.

 El saldo lleva años siendo negativo. En el prime semestre, la comunidad perdió 4.667 habitantes por el mayor número de muertes que de nacimientos, y otros 30 por el saldo migratorio con otras comunidades. Esta pérdida de población se vio parcialmente paliada por el saldo migratorio con el exterior, que supuso la ganancia de 3.883 habitantes.

Asturias fue una de las tres únicas comunidades que perdieron población en el primer semestre junto con Castilla y León y Extremadura, donde se redujo un 0,03 y un 0,15 por ciento, respectivamente, además de las ciudades autónomas de Ceuta (-0,44%) y Melilla (-0,51%).

Para explicarse este fenómeno, hay que mirar tanto las causas como las soluciones a largo plazo. Entre las primeras, las ya conocidas y estudiadas: el progresivo cierre de la minería y otras industrias pesadas, algunas de las cuales se han reducido drásticamente en cuanto a empleo; el éxodo del mundo rural, la incorporación de la mujer al mundo laboral, los cambios de tendencia en cuanto a aspiraciones de los jóvenes…, todo ello nos ha llevado a pasar en las últimas cuatro décadas de 1.127.000 censados al millón actual.

Lo que debería ser una pirámide de población, ese gráfico que de un vistazo nos dice cuántos habitantes hay por rangos de edad y que debería ser ancho por abajo y estrecho por arriba, se ha convertido en un hongo atómico: estrecho por abajo y recto hasta llegar a los 35-40 años, donde empieza a ensancharse. Esto indica que entre los 40 y los 80 años está el grueso de la población del Principado. Y esto no augura nada bueno.

En realidad, el grupo de jubilados ya supone el 25% de los censados, y subiendo. A finales del siglo XX, había más menores que jubilados, pero en algún punto a principios de los años 90 esas líneas se cruzaron y no dejaron de separarse en la gráfica.

Por barrios

Si observamos los censos a largo plazo, obtenemos otra perspectiva de la evolución demográfica. Entre Gijón, Oviedo y Avilés, las tres mayores urbes, que se podrían considerar como un gran área metropolitana, sumaban en el año 1960 casi 300.000 habitantes. En el máximo de población, 1981, llegaron hasta los 527.000. De ahí, a pesar del lento declive general, se ha pasado hasta los 570.000 actuales. Es decir, esa área metropolitana ha funcionado como una aspiradora de población. Y más si le añadimos Siero, también en esa área de influencia, que en ese año contó 40.000 habitantes y ahora roza los 50.000.

El extremo contrario es obvio. Si éramos más y ahora somos menos, algún sitio decreció. Y mucho. Tres concejos de las cuencas como Langreo, Mieres y San Martín del Rey Aurelio sumaban más de 165.000 habitantes antes del declive minero. Las cifras hablan por sí solas: actualmente no llegan a 112.000, una drástica reducción del 30%.

Más dura ha sido la caída en otros concejos periféricos: Si atendemos al máximo de población de algunos de ellos en el año 1960, las cifras actuales los dejan a menudo en la mitad, o incluso mucho menos. Es el caso de Salas (de 15.000 a 5.000 habitantes), Cangas de Onís (de 11.300 a 6.300), Colunga (de 7.800 a 3.400), Tineo (20.000 a 9.700) o la que fuera muy pujante Grado (19.000 a 9.900).