Inés Burguet, estudiante de la Universidad de Oviedo a los 67 años:  «Me voy a dormir con los apuntes»

ASTURIAS

Inés Burguet en su mesa de estudio
Inés Burguet en su mesa de estudio

La mierense temía «parar en de golpe» tras jubilarse y decidió seguir sus estudios: «En clase me siento mimada»

20 mar 2023 . Actualizado a las 13:47 h.

La mierense Inés Burguet tiene 67 años y estudia en la Universidad de Oviedo el Grado en Geografía y Ordenación del Territorio. Natural de Turón, hasta los diez años estudió en las escuelas mineras que su bisabuela fundó, en la planta baja del mismo edificio donde vivía con sus abuelos y tío-abuelos. Años más tarde se muda a León, donde está hasta los quince años, para terminar en Zaragoza, cursando estudios de delineación de construcción. Poco después regresa a la capital leonesa para trabajar en un estudio de arquitectura durante dos años. Tras casarse y una nueva mudanza, esta vez al sur, donde trabaja desde casa en su propio despacho, regresa a Asturias para completar su carrera laboral como delineante proyectista. Ahora es una más en las aulas: «En clase me siento mimada».

 Se jubiló hace dos años y confiesa que uno de sus mayores miedos tras una larga vida laboral era «parar en de golpe», por lo que decidió regresar a la universidad. En su periplo sureño, Burguet compatibilizó su trabajo con los estudios de Geografía e Historia a distancia. Sin embargo, por motivos laborales tuvo que dejarlos a un lado tras mudarse de nuevo a Asturias. Es por ello que antes de la pandemia decide retomarlos, ya que tenía un año completo aprobado. Tras enviar la información permitente a Madrid para solicitar el acceso a la universidad, finalmente se matricula en el Grado en Historia, convalidando seis de las diez asignaturas. «No tenía límites con la informática, por mi tipo de trabajo el ordenador era como una extensión de la mano. En el trabajo ya coincidía con gente joven y siempre me aceptaron perfectamente», explica la mierense.

Por asuntos familiares, explica, el segundo año del grado no puede presentarse a las asignaturas. Es por ello por lo que opta por cambiarse de grado para hacer el de Geografía y Ordenación del Territorio. «El cambio lo decidió la guerra de Ucrania. Dudaba entre hacer geografía o historia. Y me niego a seguir estudiando guerras», asegura. Ahora es feliz en clase con el resto de compañeros, de los cuales se sintió gratamente sorprendida: «Me sorprendió la juventud, pero soy observadora y no encontré un ambiente infantil. Son gente interesante y muy responsable».

Y es que su actividad no termina ahí, también va al gimnasio. Su dedicación es plena, tanto que confiesa ser una alumna muy constante: «Estudio en casa y nadie me molesta, aunque a veces voy a la biblioteca para evitar distracciones. Lo que sí cuando empieza el curso dejo de leer por ocio y me meto en la cama con los apuntes». Según comenta, no se plantea acabar el grado. Lo va haciendo poco a poco y su objetivo es «disfrutar el camino». «Cuando entro en clase me olvido del mundo», admite. Sus hijos la apoyan en su decisión de continuar los estudios, además de sus nietos: «Una de ellas va a empezar a la universidad el año que viene. Le hace mucha gracia la situación, a veces lo comentamos. Cuando empecé me decía que iba a ir a clase con niños».