El impacto socioeconómico del cambio climático: los puntos más vulnerables de Asturias
ASTURIAS
El diagnóstico previo de la Estrategia Asturiana de Acción por el Clima, recientemente aprobada, analiza el riesgo de los efectos esperados en el Principado
21 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.En Asturias, por ser una región envejecida en la que además no existe una cultura social de resiliencia al calor, habrá que afrontar un «importante esfuerzo» para adaptar los equipamientos públicos, ya sean asistenciales, sanitarios y educativos, al cambio climático. Esta es tan solo uno de los puntos vulnerables del Principado identificados en la fase de diagnóstico de los efectos socioeconómicos del cambio climático que se llevó a cabo para desarrollar la recién aprobada Estrategia Asturiana de Acción por el Clima 2023-2030, que tiene como objetivo principal reducir en un 55% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990, aparte de situar la adaptación al cambio climático como prioridad en todos los ámbitos de la acción política, económica y social del Principado.
El informe del diagnóstico previo sobre los efectos de la emergencia climática en Asturias, que también se centra en los impactos sobre los sistemas ambientales, fue elaborado por el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio de la Universidad de Oviedo (Indurot) por encargo de la Viceconsejería de Medio Ambiente y Cambio Climático. En el caso de los efectos socioeconómicos, estas son algunas de las principales conclusiones.
Población envejecida y «especialmente vulnerable»
Los autores del diagnóstico explican que, según los datos disponibles, Asturias presenta una «alta exposición social» a los efectos del cambio climático debido a la evolución de los indicadores de pobreza en la comunidad. Asturias también resulta «especialmente vulnerable» frente a las repercusiones del cambio climático en la salud debido a su elevado índice de envejecimiento que, en 2035, supondrá que el 35,4% de la población asturiana tenga más de 64 años. En este sentido recuerdan que los efectos más importantes del cambio climático en la salud humana serán las lesiones y enfermedades consecuencia de eventos climáticos extremos, la distribución espacial y extensión de enfermedades de transmisión hídrica, alimentaria y vectorial y la frecuencia de enfermedades cardiorrespiratorias.
También indican que la incertidumbre de los modelos climáticos no permite afirmar con rotunda que en Asturias el aumento de la mortalidad por calor vaya a ser muy superior a la ligera reducción que se puede esperar de las muertes invernales. De hecho, desde 2009 las temperaturas templadas en invierno vienen generando epidemias de gripe muy mesuradas y una reducción de la mortalidad por infecciones respiratorias y grupo. Una tendencia que no se puede asegurar que se vaya a prolongar en el tiempo.
Asturias no tuvo olas de calor hasta 1981
«Asturias no es ajena a las tendencias de los eventos relacionados con temperaturas extremas, en particular a las olas de calor», subrayan también en el documento, recordando que más de la mitad de los episodios de ola de calor que han afectado al Principado desde 1975 se han registrado entre los años 2003 y 2017 y ninguno con anterioridad a 1981.
Otro de los efectos indirectos del cambio climático que se mencionan en este diagnóstico es el aumento de los ingresos hospitalarios por enfermedades cardiovasculares y respiratorias que se registran en Asturias coincidentes con los días de mayor contaminación, «ingresos que están más relacionados con las emisiones del transporte que con las de la industria».
El círculo del despoblamiento
El diagnóstico refleja que las particularidades del sistema territorial y de poblamiento de Asturias pueden acentuar la vulnerabilidad de la comunidad ante los efectos del cambio climático y condicionar el desarrollo de las medidas de adaptación. Entre esas particularidades destacan por ejemplo que el 81% de las 6.159 entidades singulares de población habitadas de Asturias tienen 50 o menos habitantes y suponen en conjunto poco más de 7% de la población asturiana.
Además, recuerdan que la comunidad ha experimentado un proceso de despoblamiento, muy intenso en las zonas eminentemente rurales, lo que ha provocado que en 2020 se contabilizasen casi 800 entidades deshabitadas, que además ha traído aparejado el envejecimiento de la población, la bajada de natalidad, la reducción del relevo generacional y la reducción de medios de vida y de puestos y oportunidades de trabajo.
Y, si las ciudades son los puntos más vulnerables frente al cambio climático, el 51% de la población asturiana se concentra en Gijón, Oviedo y Avilés, que superan los 50.000 habitantes y que deberán planificar su adaptación al cambio climático para ganar en resiliencia urbana, al igual que las políticas autonómicas que deberán tener en cuenta fenómenos como los procesos de perirubanización o de ciudades en declive «especialmente intenso en Langreo y Mieres».
Gijón, entre las 10 ciudades españolas con mayor riesgo de inundación costera
«Los desequilibrios territoriales en las dinámicas demográficas y en las características del sistema de poblamiento regional se traducen en una merma significativa de la capacidad de muchas de las administraciones locales para la prestación de servicios públicos y, por tanto, en la capacidad para abordar por sí solas las políticas de adaptación al cambio climático», señalan también los autores del diagnóstico, que tampoco pasan por alto que las inundaciones y los eventos extremos costeros tendrán un importante impacto sobre los asentamientos y la población del litoral asturiano, pudiendo llegar afectar al el 7,5% de la población asturiana en el peor de los escenarios.
Destacan en este sentido estudios que señalan que Gijón se encontraría entre las 10 ciudades españolas con un mayor riesgo de inundación costera y, en cuanto a la sequía, el hecho de que la reducción de precipitaciones podría generar problemas de suministro en el abastecimiento de poblaciones rurales que dependen de fuentes y manantiales.
El riesgo para la población de inundaciones e incendios
Asturias también una alta exposición ante las inundaciones fluviales y fluviomarianas «al estar presentes en la mayor parte de los tramos inundables núcleos urbanos relativamente importantes» y, en ese sentido, las tendencias y pronósticos de agravamiento de eventos tormentosos hacen prever que, a medio plazo, continúe aumentando la frecuencia e intensidad de las inundaciones torrenciales, incrementando el riego de la población ante ellas y los deslizamientos de ladera. De todas formas, consideran que sería necesario desarrollar y actualizar estudios al respecto para determinar la magnitud potencial de ese riesgo, que podría verse atenuado además por herramientas estatales y autonómicas de planificación ya existentes aunque «para minimizarlo es necesario desarrollar acciones de reordenación de usos y de preparación de la población situada en las zonas inundables».
Y, en cuanto a los grandes incendios de alta intensidad, recuerdan que el cambio climático amplificará sus impactos sobre el medio y la población, como recientemente se ha tenido ocasión de comprobar durante las últimas oleadas de fuegos forestales que obligaron a desalojar a cientos de habitantes de las zonas afectadas, y se remarca que la afección sobre la población por ser «especialmente preocupante en una región con más de 6.000 entidades de población y un complejo interfaz urbano-agrario-forestal, constituyendo una de las principales amenazas para los asentamientos rurales asturianos».
Islas de calor en las ciudades
La población en las ciudades, por su parte, es especialmente vulnerable a los efectos sobre la salud relacionados con el calor y la contaminación, además del aumento en la demanda de energía de refrigeración en las viviendas. En este sentido, el informe indica que las particularidades del desarrollo del modelo territorial del área metropolitana asturiana, en particular la ocupación del espacio periurbano, «han provocado que el efecto isla de calor, además de producirse en las aglomeraciones urbanas se extienda, con mayor o menor grado de intensidad, a una parte del espacio del área central».
Más turismo y fuera de temporada
Los efectos del cambio climático serán diversos según las distintas modalidades de turismo, pero en Asturias el aumento de las temperaturas, con un mayor número de días cálidos, podrían prolongar la temporada de buena parte de ellas, favoreciendo la desestacionalización y la diversificación del sector, «incrementando las opciones de viajes de corta duración». Y, aunque «la capacidad potencial de la región para acoger nuevos visitantes es alta», según consideran en el informe, habrá una mayor masificación como la que ya se está detectando en verano en algunas playas, el Sella o Picos de Europa, «lo que obligaría a ir reforzando las medidas de regulación y ordenación de estas actividades y adoptar otras nuevas».
En el caso del turismo de costa, los autores del diagnóstico recuerdan que la erosión, el aumento del nivel del mar y las inundaciones permanentes pueden causar la reducción de la capacidad física de carga de las playas y daños en las infraestructuras costeras y, por tanto, una merma de los servicios recreativos. Y en el de naturaleza, se podría alterar el valor natural de algunos espacios por la degradación «debida, por ejemplo, a incendios forestales severos o a los cambios en la distribución o incluso la desaparición de especies vegetales y animales, lo que afectaría al atractivo de estos espacios para acoger actividades lúdicas y recreativas que se realizan en estos espacios».
Los daños en las infraestructuras
El diagnóstico refleja que en Asturias se han realizado pocos estudios sobre el impacto de los efectos del cambio climático en las infraestructuras, la movilidad y el transporte, salvo en el caso de los puertos, pero sí se puede afirmar que, en la actualidad, «la climatología regional incide muy desfavorablemente en el estado y los costes de conservación de la red, teniendo que asignar importantes recursos a problemas de desestabilización de taludes y laderas y a obras de drenaje, así como a labores de vialidad invernal».
Esos efectos «se incrementarán en las próximas décadas», además de la mayor frecuencia de episodios meteorológicos extremos «podrían provocar el deterioro, la pérdida temporal o permanente de infraestructuras, interrupciones en el servicio, cambios en la operatividad, en el mantenimiento o en los criterios de diseño de infraestructuras de transporte, y acentuar su envejecimiento».
En cuanto al cambio de modelo de movilidad que requerirá adaptarse al cambio climático, los autores consideran que generará cobeneficios en otros ámbitos ya que supondrá una reducción significativa de las emisiones de gases y partículas y, por tanto, de la contaminación atmosférica, y ofrecerá algunas oportunidades para la economía asturiana, tanto en materia de investigación y desarrollo como para la aparición de nuevas actividades económicas o la transformación de las existentes.