Un Quijote y medio en la Junta General

Jaime Fernández-Paíno Sopeña PERFIL

ASTURIAS

Adrián Pumares
Adrián Pumares J.L.Cereijido | EFE

26 may 2023 . Actualizado a las 09:13 h.

La obra más universal de la literatura hispana, El Quijote, se compone de 381.104 palabras. Una persona hablando a una velocidad media pronuncia unas 130 palabras por segundo, por lo que si comenzara a leer la novela de Cervantes, tardaría algo menos de 49 horas en decir «Vale», la palabra con la que termina.

Adrián Pumares cumple bien esa regla de las 130 palabras por segundo (en función del tema: los que menos le gustan se le hacen un poco bola y los dice más despacio). Eso significa que en esta Legislatura ha recitado casi dos veces El Quijote entre los Plenos y las Comisiones de la Junta General del Principado, en los que ha intervenido más de 2.500 veces para defender los intereses de Asturias. Y es que Adrián tiene un poco mucho que Quijote en esta Legislatura que ahora termina, y en la que yo he tenido la suerte de acompañarle la mayor parte del tiempo, junto a un equipo parlamentario excepcional.

Adrián fue el único Diputado de facto de FORO Asturias en la Junta General del Principado tras un episodio de transfuguismo, posteriormente convertido en uno insólito de okupismo, durante el mandato de la pandemia. Ese fue solo uno de los muchos molinos a los que se ha enfrentado estos cuatro años. A todos los superó con creces; el último, un debate electoral, ya como candidato, en el que se impuso con claridad a dos modelos que ya nadie cree que sirvan para defender los intereses de Asturias.

El Quijote tiene casi 23.000 palabras diferentes entre sí, que son cuatro veces las que usamos, de media, a lo largo de nuestra vida. Aquí Adrián seguramente no destaque, porque para él solo existe una: Asturias. No se me ocurre ninguna manera de contar cuántas veces ha podido pronunciarla, pero tengo la certeza de que en una de esas nubes de palabras que se usan para ilustrar las veces que se repite una palabra en un conjunto, destacaría con diferencia. Como decía Carmen Moriyón hace unos días, «yo creía que sabía lo que era sentir Asturias de verdad, hasta que conocí a Adrián». Sentir Asturias, entenderla y tener soluciones para ella no es fácil. No se puede conseguir en dos meses. Tampoco se puede fingir. Los que lo intentan, fracasan.

Uno de los temas que no se le hacen bola, al contrario que a mí (quizás por eso trabajamos bien), es la economía. Le viene de vocación, supongo: es economista. Lavianés de familia minera, compartimos orígenes: aunque yo ya nací en Gijón, toda mi familia materna es de Laviana, donde Adrián fue concejal, compartiendo Pleno municipal con el otro Adrián, Barbón, entonces Alcalde de Laviana y hoy Presidente del Principado. Pumares era entonces el único concejal de Foro Asturias en la cuenca del Nalón, una condición que da buena cuenta de que la vocación política, esta sí la compartimos, mueve montañas.

Montañas como las que se nos pusieron por delante en 2019. Recién empezada la Legislatura el Grupo Parlamentario se rompió, al igual que el partido, y Adrián afrontó la pandemia y el resto del mandato en soledad: ni siquiera hubo un Sancho. No fueron tiempos fáciles para él, en lo político y en lo personal. Ante la ausencia de aliados, el don de la ubicuidad: Adrián ha sido capaz de rearmar el partido, que ha pasado por una guerra interna, una refundación y dos Congresos, mientras llevaba a cabo la labor más intensa de la Junta General del Principado. Mirar atrás hacia lo que hizo Adrián estos cuatro años da auténtico vértigo.

Trabajar con Adrián Pumares es una lección diaria de trabajo, de tesón, de valentía y de honestidad. Es también una buena práctica de debate (es lo que tiene un proyecto político transversal) y a veces, incluso, un ejercicio de montañismo. Con Adrián he aprendido el auténtico valor de la palabra dada y también el precio que hay que pagar por no plegarse ante las amenazas y los chantajes, vengan de dentro o de fuera, en forma de demandas o de vallas, simplemente por defender lo que piensas que es mejor para tu tierra. He aprendido también que una forma de hacer política alejada del ruido, de la histeria, de la exageración y del insulto es, a veces, la más efectiva de todas. Incluso en esos días, que también los hay, en los que dejas de tener fe. Creo que el 28 de mayo Asturias le va a dar la razón. Yo, lo reconozco, ya se la di hace tiempo.