Miguel Ángel Delgado, escritor: «Las rutinas de nuestro día a día son el eco último de los grandes cambios de la historia»
ASTURIAS
El autor ovetense charla con La Voz acerca de su última obra «La costumbre ensordece» (Ariel, 2023), en la que analiza los orígenes históricos y científicos de algunos de los gestos y hábitos de nuestro día a día que, a menudo, damos por supuestos
26 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Miguel Ángel Delgado (Oviedo, 1971) es escritor, periodista, editor, divulgador y comisario de exposiciones. Además de los ensayos Yo y la energía, dedicado a Nikola Tesla, e Inventar en el desierto, sobre inventores españoles injustamente olvidados, es autor de las novelas Tesla y la conspiración de la luz (Ediciones Destino, 2014) y Las calculadoras de estrellas (Ediciones Destino, 2016). Ha comisariado exposiciones para la Fundación Telefónica en torno a personajes como Tesla, Houdini o Verne, y también sobre temas como las pioneras de la danza moderna o el color. Colaborador habitual de El ojo crítico de Radio Nacional de España, ABC y Principia, regresa ahora al ruedo literario con La costumbre ensordece. La fascinante historia que esconden nuestras rutinas diarias (Ariel, 2023). En esta obra nos muestra, de manera amena y extraordinariamente documentada, la manera en la que cada cosa que hacemos mecánicamente todos los días, cada pequeño gesto en el que ni reparamos, es el producto de siglos, incluso milenios de sucesos e innovaciones que cambiaron una y otra vez el mundo.
-¿Cuándo se empieza a gestar «La costumbre ensordece»?
-Pues el disparadero fue la pandemia, cuando precisamente la rutina que nos sostenía día tras día se evaporó de repente y, entonces, descubrimos que muchísimas cosas que dábamos por supuesto que siempre habían estado ahí, no solo desaparecieron, sino que, además, descubrimos que no siempre habían estado ahí, por muy evidentes que parecieran. Ese mirar más allá de las cosas, para ser capaz de entender por qué son como son me atrapó desde entonces.
-¿Cómo surge la idea de realizar esta reflexión en torno al origen de nuestras rutinas diarias?
-Me interesaba, sobre todo, la idea de que las rutinas de nuestro día a día son el eco último de los grandes cambios que se han ido produciendo a lo largo de la historia. Que nuestro cuarto de baño, nuestro dormitorio o nuestra cocina son la última frontera de los cambios históricos, y que muchos de nuestros gestos son la cristalización de siglos, a veces milenios, de cambios acumulados.
-El nombre de cada capítulo se corresponde con una hora y una actividad de lo más cotidiano («levantarse», «correr», «apagar el despertador»...) ¿Por qué elige esa estructura?
-Porque me parecía que la mejor forma de aproximarse a la rutina diaria era evocarla. Era un esquema sencillo que, sin embargo, abría ramificaciones en todas las direcciones y me permitía abordar una enorme variedad de temas sin que el lector y tampoco yo, para qué vamos a engañarnos, se perdiera.
-¿Por qué hemos perdido la capacidad de reflexionar acerca de las razones por las que hacemos lo que hacemos?
-Porque, como dice la frase de Samuel Beckett que me sirve de título, la costumbre ensordece y es una profunda adormecedora. Cuando nuestro cerebro aprende un hábito es muy fácil, probablemente como forma de ahorrar energía y esfuerzo, que las tareas se vuelvan automáticas. Por eso, romper a veces esa inercia y mirar debajo de la alfombra es tan fascinante.
-¿Nos hemos vuelto una suerte de autómatas de carne y hueso?
-No diría yo tanto, pero sí que es verdad que, en demasiadas ocasiones, dejamos que la rutina nos invada sin que le dediquemos ni un solo pensamiento consciente. Y, haciendo eso, dejamos escapar detalles y cosas que nos harían el día a día más interesante. Son mecanismos adquiridos por nuestro cerebro que, por tanto, cumplen una función, porque la evolución no los ha eliminado. Pero, con respecto a esto, pienso un poco como Emilia Pardo Bazán, que no comprendía que nadie pudiera utilizar una radio sin preguntarse cómo funcionaba aquello.
-Uno de los aspectos que destacan de la obra es lo bien que describe la unión del hombre con la cultura, la tecnología y la ciencia...
-Sí. Tengo la firme convicción de que la separación entre cultura y ciencia, o ciencia y tecnología, es algo que no se sostiene, porque la ciencia forma parte también de la cultura, es indisoluble de ella como parte de la creación humana que es. Y cuando se da esa conjunción, cuando lo que llamamos humanidades van de la mano de la ciencia, los resultados son siempre muy potentes. Nunca ha tenido sentido separar ambos saberes, pero en nuestros días es simplemente absurdo.
-¿Va a haber presentación en Asturias del libro?
-¡Sí! Y me hace mucha ilusión. Será el jueves 29 de junio, a las siete de la tarde, en la librería Cervantes de Oviedo y tengo la suerte de contar para ella con Olga García Moreno, profesora de Geología de la Universidad de Oviedo, y una persona con la que comparto esa mirada que abarca lo cultural y lo científico de manera entrelazada.