Cambio climático en Asturias: «preocupación» entre los científicos por el calentamiento del Cantábrico

Marcos Gutiérrez REDACCIÓN

ASTURIAS

Playa de San Lorenzo de Gijón
Playa de San Lorenzo de Gijón Eloy Alonso | EFE

César González-Pola, investigador del Centro Oceanográfico de Gijón, cree que, de permanecer estas anomalías de temperatura, se puede generar una modificación del ecosistema en la costa asturiana, «y eso no es bueno»

25 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace meses el Atlántico presenta una anomalía cálida muy notable en la región nororiental de 1,1 grados. Un cambio que tiene a los expertos entre preocupados e intrigados. Recientemente La Voz publicaba una noticia relativa al ascenso de cinco grados de la temperatura del Cantábrico por encima de los valores normales, según la Agencia Estatal de Meteorología ( Aemet).

En la playa de San Lorenzo la temperatura del agua registra uno de los valores más altos de la costa asturiana, 25 grados. No cabe duda que los océanos están mandando señales. ¿Cómo las interpretan, pues, los especialistas? ¿Por qué se está dando esta situación en las aguas del Cantábrico y, en general, en el Atlántico norte?¿Qué efectos pueden tener sobre la costa asturiana estas anomalías?¿Son temporales o cambios que están aquí para quedarse?

Desde la Aemet apuntan que «detrás de las altas temperaturas actuales oceánicas a escala global está la tendencia propiciada por el cambio climático, el recién instaurado fenómeno de El Niño -la Agencia de la Atmósfera y el Océano de Estados Unidos declaró oficialmente su inicio hace unos días- y, tal vez, una menor presencia de polvo en suspensión sobre el Atlántico, que tiene efecto de enfriamiento»,

César González-Pola, investigador del Centro Oceanográfico de Gijón, reconoce que la comunidad científica es testigo de este fenómeno con «desconcierto y preocupación», aunque también admite con cierta resignación que ir batiendo récords de temperatura o de falta de hielo marino «se está convirtiendo casi en una norma». «Lo raro empieza a ser que no ocurra», añade.

Una ola rompe en el paseo de la playa de San Lorenzo en Gijón
Una ola rompe en el paseo de la playa de San Lorenzo en Gijón Paco Paredes | EFE

Explica que cada año aumenta «el contenido de calor del océano», si bien estas últimas semanas se ha dado «un empujón muy fuerte» que no estaba previsto. Resalta que, en lo que respecta a lo que está sucediendo en el Atlántico, parece que se debe a «una anomalía meteorológica». «En esta época del año deberían de estabilizarse los típicos vientos que trae el Anticiclón de las Azores», indica.

González-Pola apunta que llevamos «muchísimo tiempo» con una situación de «muy pocos vientos» que ha permitido que «la capa más superficial se caliente muchísimo», lo que ha provocado que la mencionada anomalía se extienda por todo el Atlántico.

El investigador del Centro Oceanográfico de Gijón comenta que en el mar Cantábrico hubo anomalías «en la parte más oceánica» de cuatro y hasta cinco grados, si bien cree que estos registros tienen «un poco de trampa», porque se han dado durante la época del año en la que «corren más las temperaturas».

En esta situación considera que se dan dos posibles escenarios. El primero, si se recupera la situación de «circulación atmosférica de vientos normales», conducirá a que, a partir de ahora, las temperaturas del mar en verano sean las normales.

El segundo es que, «si mantenemos esta falta de viento y mucho calor iremos a terrenos desconocidos». ¿Y qué es lo que puede ocurrir si estos registros anómalos de la temperatura del mar en el Cantábrico continúan y se hacen, digamos, estables?

En primer lugar, César González-Pola asevera que los ecosistemas marinos de la costa cantábrica en general, y de la asturiana en particular, «están adaptados a las temperaturas y condiciones habituales de la región». Insiste en que ya se venía constatando desde hace tiempo «que había un calentamiento más o menos progresivo» lo que causa que, de manera lenta pero segura, vayan apareciendo por estas latitudes «especies más meridionales».

Los científicos también venían detectando «que estaban sufriendo los bosques de cobertura de algas» y, del mismo modo, se está barajando que pueda haber «cambios en los comportamientos de ciertas especies». Pone el ejemplo del bonito, que «en un momento dado puedan irse más al norte a buscar las condiciones que antes tenía aquí».

Este investigador apunta que si las temperaturas «son más cálidas durante tiempo» se genera una modificación de los ecosistemas, «y eso no es bueno» porque «la producción y recursos pesqueros» de este pequeño pedacito del mundo están «adaptados a lo que había aquí».

Resalta que «a más largo plazo el problema es que sean tendencias que continúen» y, por tanto, puedan «empujar el clima del planeta a efectos no previstos». «Y puede ser a peor», concluye.