¿Qué hago si me encuentro una carabela portuguesa en la playa?

X.F.

ASTURIAS

Un ejemplar de carabela portuguesa.
Un ejemplar de carabela portuguesa.

Nunca hay que tocarlas y, en caso de pinchazo, hay que lavarse con agua de mar y no dulce

11 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los primeros ejemplares han empezado a avistarse en el litoral asturiano, y la captura de uno de ellos el pasado miércoles en plena tarde llena de bañistas en la playa de San Lorenzo, en Gijón, despertó la alarma de varias personas. La carabela portuguesa preocupa por su fama y el riesgo de urticaria por su picadores. Pero también la rodean mitos, ¿por qué ha empezado a llegar a Asturias? ¿qué hay que hacer en el caso de encontrarse con una de ellas?

Lo primero de todo precaución -no tocar- y también un desmentido: las carabelas no son medusas. «Pertenecen a la especie de los cnidarios y están emparentadas con las anémonas y los corales», confirma Eva Velasco, investigadora en el Instituto Oceanográfico de Vigo. Llaman la atención dentro del mundo marino por su naturaleza tan compleja ya que cada individuo es, en realidad, la suma de millones de microorganismos que se agrupan para ejercer diferentes funciones y adquieren esa forma tan vistosa. «Podemos verlo como las hormigas que forman una colonia. Por encima de la superficie del agua esta el pneumatóforo, una cavidad en forma de flotador repleta de gas, que tiene forma de vela, y le permite navegar a merced de vientos y corrientes. Por debajo, se encuentran los gastrozoides, que se encargan de la alimentación, los gonozoides, que se ocupan de la reproducción, y los dactilozoides, que son los tentáculos que sirven para cazar y defenderse, los que nos pican», dijo la experta.

La experiencia de tocar una carabela resulta de lo más dolorosa y puede llegar a ser mortal en algunos casos si existe una patología previa o una alergia. Velasco recomienda evitar tocarlas aunque estén muertes sobre la arena. «Pero en caso de picadura, hay que usar agua de mar y nunca dulce. Tampoco se debe frotar y es bueno el hielo en bolsa o un paño. Si el dolor persiste hay que acudir a la atención primaria por si fuera preciso antihistamínico, corticoides o un calmante», comenta.

Cada tentáculo puede alcanzar una longitud de unos 20 metros y contiene más de un millón de células urticantes por centímetro. «Son como una cápsula a presión que tiene dentro una especie de aguja con veneno. Cuando algo toca al dactilozoide, se disparan y se clavan en la presa o el humano», señala. El problema es que la dosis que libera esa presión resulta mucho más fuerte que la de una medusa por la cantidad de veneno que contiene. «No es igual que te piquen con una aguja que con diez a la vez. Son como arponazos que se inyectan en la piel con millones de células urticantes», subraya Velasco.

Las carabelas son especies de mar abierto y no tanto de costas. Además, son habituales en aguas tropicales y subtropicales, aunque en los últimos años han aparecido también en el Mediterráneo. Pero como se guían por los vientos y las corrientes, cuando les condiciones son favorables pueden acabar en cualquier litoral. Y eso justo lo que está pasando este verano en Asturias.

«Desde hace unos meses el debilitamiento del anticiclón de las Azores está favoreciendo que el viento sea del sur y no del norte. Esta circulación del aire sopla de mar hacia tierra. Por otro lado, las aguas están mucho más cálidas de lo normal tanto en la costa atlántica como en el litoral cantábrico. Así que coinciden dos factores fundamentales. Por una parte, unos vientos que las han traído hasta nuestras costas y también un ambiente muy favorable para quedarse».

Otro de los factores que explica la proliferación de las carabelas portuguesas es que apenas tienen depredadores. «Solo las tortugas se alimentan de ellas y su población tampoco es que esté pasando por el mejor momento», reconoce Velasco.

Los océanos de la Tierra se están calentando con intensidad. Y muchas especies viven en equilibrio con las condiciones de las aguas que habitan. «Hace ya algún tiempo que se ha constatado que estamos asistiendo a una migración de muchas especies marinas hacia latitudes más altas o hacia aguas más profundas». De momento, el Cantábrico no es el Mediterráneo, «pero también estamos observando cada vez que aparecen más medusas y de nuevas especies. Parece probable que vendrán más», advierte Velasco.

La tendencia del calentamiento global es inequívoca. Cada año, la temperatura del aire y de los mares aumenta. Desde que empezó el 2023 la anomalía cálida incluso está siendo más intensas en el océano que en tierra. Además, el Atlántico norte lleva meses con una temperatura extremadamente cálida. Y precisamente el origen de las aguas tan calientes no es otro que el sistema de altas presiones. Como no hay vientos del norte, tampoco se producen los afloramientos de aguas frías que llegan desde el fondo.