Rubén Cabal, historiador: «La Voz de Asturias siempre fue una escuela de periodismo»
ASTURIAS

Rubén Cabal (Gijón, 1989) es el autor de la tesis de doctorado «La evolución de una empresa periodística. La Voz de Asturias» en la que analiza la historia de este diario. Una historia que el año que viene se publicará en la editorial Trea
17 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Rubén Cabal (Gijón, 1989) es el autor de la tesis de doctorado «La evolución de una empresa periodística. La Voz de Asturias», en la que este licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y máster en Historia y Análisis Sociocultural escudriña, a través de diferentes testimonios y documentos, el alma de un diario que ha sobrevivido desde el papel hasta la pantalla que brilla ahora mismo frente a su cara. Desde los años 20 al cierre de la edición en papel en 2012, pasando por la Guerra Civil, el Franquismo, la llegada de la democracia a españa... Se trata de una tesis que se publicará en 2024 en la editorial Trea y en torno a la que su autor impartirá una conferencia en el RIDEA, el 2 de octubre a las 19 horas, «desde un punto de vista más histórico» y centrándose «en los primeros años» de la cabecera y analizando el «elemento diferencial con los otros diarios que había».
-¿Cómo surge la idea de hacer la tesis?
-Había hecho una tesina de licenciatura, el último año de carrera, utilizando la prensa como fuente. Al empezar el máster, en 2012, coincidió justo con el cierre de la Voz de Asturias en papel, por lo que a mi director, Víctor Rodríguez Infiesta, como a mí se nos ocurrió que podía ser interesante estudiar la historia de un diario que estaba de plena actualidad. Para hacer mi tesis no tuve beca predoctoral, pero sí el apoyo de mi madre, Rosa Tejada, una humilde carnicera del Llano, que siempre confió incondicionalmente en mí. Por eso pude continuar y terminar mi investigación, logrando el premio extraordinario de doctorado.
-¿Siempre tuvo La Voz de Asturias como tema claro de su tesis o barajó analizar otros medios?
-En realidad de la historia del periodismo asturiano queda todavía muchísimo por estudiar. Tampoco hay una obra de conjunto o un monográfico sobre La Nueva España, por ejemplo. En aquel momento se planteaba como una investigación de un año, ya que yo no sabía que iba a hacer el doctorado y era símplemente para un máster. Entonces nos pareció adecuado, viendo la actualidad y las reacciones de la gente ante el cierre, por el que pareció que Asturias se quedaba huérfana de un medio, intentar acercarnos a los últimos propietarios y ver si podíamos encontrar documentación de archivo. Esto al final no fue el caso y mi investigación llevó otros caminos.
-¿De qué época a qué época se analiza?
-En realidad se planteó bastante amplia. En la tesina yo había analizado del 23 al 36, con lo cual se planteaba una continuación. Observé que en los 40 y los 50, como la censura se aplicaba de una manera tan intensa, un estudio comparativo de diarios tal vez no era tan importante. Mi tesis entonces se centra a partir de los años 60 hasta el 86, en realidad, lo que ocurre que me coincidió el ñultimo tramo con la pandemia, tenía que cerrar y lo hice durante el periodo de la aprobación de la Constitución.
-La Voz vivió la dictadura primorriverista, la Guerra Civil, el Franquismo, la transición a la democracia,... ¿Qué cambios se aprecian en la cabecera en el tiempo?
-Hay dos aspectos a destacar. Por una parte La Voz es testigo de todos esos cambios políticos y va reaccionando a ellos, en función a los intereses de la propiedad y a la evolución sociopolítica de la región. Pero lo que me interesaba, y es uno de los aspectos que destaco, cómo el periódico es un objeto de estudio y protagoniza cambios que, aunque no tengan que ver con la historia política o social de Asturias, sí que tienen mucha importancia con la propia historia del periodismo. Cómo va cambiando la manera de escribir y los propios profesionales, la forma en la que se estructuran las empresas del sector... me parece que es un territorio especialmente rico para analizar esas evoluciones que, en el caso concreto de La Voz, se ven de una manera muy particular. Una de las frases que se me quedó de las conversaciones que tuve con periodistas del diario es que La Voz siempre fue una escuela de periodismo y en ese sentido para mí ha sido una escuela que me ha enseñado la manera en la que el periodismo evolucionó en esta región.
-¿Algún elemento de su estudio que le llamara la atención?
-Me llamó la atención la manera en la que La Voz ha pasado a la memoria colectiva y cómo se ha creado incluso una mitología en torno al diario y el rol que ha tenido, con un enfoque progresista, cuando una parte de su historia no tuvo un matiz progresista, sobre todo en los primeros años, a finales de la Restauración o al inicio de la Dictadura. Me sorprendió el diálogo que se hace entre esa identidad casi mítica de La Voz y los periodistas que iban comenzando su carrera en este periódico, que se apropiaban entre comillas ellos mismos un poco de esa idea. Es un poco como lo que suele decirse del ADN madridista, pues sucedía un poco con este diario. Sin existir o, mejor dicho, sin tener una materialidad era algo que las diferentes generaciones de periodistas con los que pude hablar lo subrayan.
-¿Qué elementos cree que han caracterizado a La Voz a lo largo de los años?
-A los historiadores no nos cuesta trabajo establecer la diferencia entre etapas, pero si determinar paralelismos entre esas fases. El caracter de ser testigo de la historia del Principado eso sí que lo ha tenido siempre. A nivel ideológico es verdad que hay un cambio a partir de los 60, por lo que empieza a estructurarse una nueva identidad de La Voz respecto a la que tenía anteriormente con los Tartiere. Probablemente la familiaridad que existía en la redacción y ese espíritu de ser escuela de periodismo sí que pueden ser elementos que se mantuvieron a lo largo de los años.
-¿Desde su punto de vista qué tal convive ese pasado con la actual encarnación de La Voz?
-Yo seguí la fundación de La Voz en formato digital y creo que intentó y logró hacer propios algunos de esos elementos identitarios del diario, ese caracter plural, admitir diferentes voces, el interés de narrar la realidad de Asturias con esa particular preocupación por lo que interesa a los habitantes de la región... por esa parte logró establecer una continuidad. En términos generales siempre es positivo contar con cuantas más voces como sean posibles en el periodismo. Creo que es una buena noticia la existencia de La Voz y que así sea por muchos años.