La crónica de la deshumanización en el crimen de Vallobín

Marcos Gutiérrez ASTURIAS

ASTURIAS

Nevera en la que apareció descuartizada
Nevera en la que apareció descuartizada

La noche de San Juan de 2009 Maria Luisa Blanco, una mujer discapacitada, fue asesinada de la manera más brutal por tres personas con las que compartía su vivienda y descuartizada por su propio hermano

05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado mes de junio se cumplieron 14 años de un crimen que conmocionó a la ciudad de Oviedo y Asturias en general. El brutal asesinato y posterior descuartizamiento de María Luisa Blanco, una mujer que usaba silla de ruedas a causa de su discapacidad, que vivía en el ovetense barrio de Vallobín y que tuvo lugar en la noche de san Juan de 2009. Un crimen ante cuyo recuerdo hasta el más experimentado relator siente la necesidad de autocensurarse y omitir detalles, dada la brutalidad y ausencia total de humanidad de sus perpetradores que, además, eran poco más que unos adolescentes cuando cruzaron la línea que separa a los hombres de las bestias.

Jesús Villabrille, Pablo Blanco, Cristian Mesa y Larissa L.R. asesinaron a la mujer, de 36 años, en el piso de la calle Mariscal Solís que los cuatro compartían con la víctima y su madre. A su casa fueron llegando como inquilinos Cristian Mesa, Jesús Villabrille y su novia, Larissa (que entonces tenía 17 años), aprovechándose de la relación de amistad que el primero entabló en 2008 con el hermano de María Luisa, también con una minusvalía.

Muy pronto la convivencia se convirtió en un infierno y comenzaron los malos tratos hacia la familia y, asimismo, la extorsión económica, que se hizo una práctica habitual. Primero comenzaron obligando a Maria Luisa Blanco y a su madre, María del Rosario Blanco, a darles sus tarjetas de crédito, para hacerse con el control de las cuentas en las que ambas mujeres ingresaban las pagas a las que tenían derecho por sus minusvalías.

El control que Villalibre, apodado «el Duque», Mesa y la menor Larissa ejercían sobre la familia que los había acogido era tal que no les permitían comunicarse entre ellos, bajo amenaza de recibir aún más golpes, así como salir de casa sin ir acompañados e, incluso, acceder libremente a su propia comida. Los integrantes de la familia Blanco que vivían en el que se llegó a conocer como «el piso de los horrores» lo abandonaron ante los maltratos casi diarios. Sin embargo, Villalibre, Mesa y la menor Larissa se aprovecharon de las capacidades psíquicas disminuídas de los hermanos para convencerles de que volvieran a la vivienda. Y entonces las palizas, humillaciones y la extorsión se incrementaron.

Sin embargo, la mencionada noche de San Juan, la agresión pasó a mayores. Obligaron a María Luisa a ponerse en pie mientras Cristian y Jesús le golpeaban en repetidas ocasiones con una barra de hierro y el palo de una escoba. Después la forzaron a beber whisky hasta que se ahogó. Tras el fallecimiento, su propio hermano, Pablo Blanco, la descuartizó en la bañera para poder ocultar el cadáver en la nevera. En un principio éste se autoinculpó del atroz crimen, pero pronto cambió su versión señalando a Villalibre y Mesa. La investigación señaló que Larisa fue la que inició la discusión con María Luisa Blanco y jaleó a los otros agresores.

Los cuatro fueron condenados por ese suceso. El hermano de María Luisa salió en régimen de libertad vigilada, al igual que Larissa (condenada como inductora). En el caso de Pablo Blanco, que hoy está en libertad, el Tribunal Supremo rebajó su pena a 10 años de prisión y cuatro de libertad vigilada por su discapacidad mental. Larissa L.R. cumplió pena de 10 años de internamiento en el centro de menores de Sograndio que le fue impuesta y quedó en régimen de libertad vigilada. La que en el momento del suceso era novia de Jesús Villabrille tiene con él un hijo que ahora ronda los quince años.

En lo que respecta a los dos autores materiales, Jesús Villalibre (que entonces tenía 19 años) y Cristian Mesa (de 21 en el momento del brutal crimen), cumplen condenas de 72 y 62 años de cárcel en el penal de Puerto de Santa María y en la prisión de Mansilla de las Mulas, en León, respectivamente.