El cambio climático pone en peligro a la faba asturiana: «Este ha sido el peor año con diferencia»

Elena G. Bandera
E. G. Bandera REDACCIÓN

ASTURIAS

Faba Asturiana IGP

La sequía se lleva por delante hasta un 35% de la cosecha prevista y, tras las lluvias torrenciales de agosto, se mancharon casi la mitad. «Todos los años venimos perdiendo agricultores», dicen en la IGP

06 dic 2023 . Actualizado a las 14:45 h.

Qué sería de la fabada, o de otro plato tan nuestro como les fabes con almejas, sin la faba asturiana. Grande, de piel fina, mantecosa. Tal manjar fue inscrito como Indicación Geográfica Protegida (IGP) en 1996: sólo se puede cultivar en Asturias. Y, si cumple con las condiciones de calidad de la faba asturiana, puede venderse con el sello IGP que deja claro que no es una faba de la granja más. Es única de esta tierra y este año quienes la cultivan han tenido la peor cosecha de todas debido al impacto del cambio climático. «Nos afecta bastante para el cultivo de la faba y la verdina. Este ha sido el peor año con diferencia», asegura Sergio Suárez, agricultor y presidente de la IGP Faba Asturiana.

Expone dos datos desoladores como muestra de que ha sido el peor, en su caso particular, de los 21 años que lleva plantando faba asturiana: una pérdida media de la cosecha de un 35% debido a la sequía y, una vez seleccionado el grano, el manchado provocado por las lluvias de agosto de entre un 45% y un 50%. Son porcentajes medios, hay agricultores de mano con casi la mitad de lo esperado perdido. En los últimos años se venían obteniendo unas 220 toneladas de faba asturiana y este año a ver si se alcanzan las 120.

Suárez explica que no sirve adelantar el cultivo un mes, a principios de abril, porque la planta sufre igualmente la sequía al estar más horas y más días sometida a temperaturas altas durante el verano. Aparte de las lluvias. «Cuando vienen las aguas, que este año vinieron a últimos de agosto, nos conlleva pérdidas. En un año normal, cuando las plantamos en mayo e incluso hasta el 15 de junio, esas aguas vienen muy bien para el engorde del grano. Estas aguas, en un año normal, serían lo ideal y lo deseable. ¿Qué pasó este año? Que cuando llegaron esas aguas ya nos cogieron el cultivo con un 80% o 90% seco, próximo a recoger, y lo que nos hizo fue manchar el grano».

Plantar a últimos de abril, en mayo o en junio, ante este imprevisible escenario climático, «son riesgos que tenemos que asumir los agricultores, pero está claro que hay que buscar soluciones». En la última reunión del consejo de la IGP Faba Asturiana, al que asistieron 90 de productores y comercializadores, se puso sobre la mesa esta problemática. Suárez señala que, a corto plazo, esas soluciones pasan por adaptar los seguros agrarios —«que no veníamos usando porque no hay nada específico que nos cubra la prolemática que tenemos», matiza— y los sistemas de riego.

Plantaciones pequeñas y dispersas

Recuerda que en Asturias hay 139 agricultores de faba asturiana y verdina que suman una superficie conjunta de unas 200 hectáreas en más de 400 parcelas repartidas por toda Asturias. Plantearse un sistema de riego eficiente y sostenible, aprovechando las nuevas tecnologías por ejemplo, supondría un coste demasiado elevado para plantaciones tan pequeñas y encima tan dispersas teniendo en cuenta además que el cultivo de la faba asturiana es un complemento a la actividad agroganadera. Aparte del papeleo y la burocracia que supondrían los permisos y los sondeos en cada una de ellas.

Las consecuencias de la pérdida de rendimiento económico ya se están notando. «Todos los años venimos perdiendo agricultores. Para que el cultivo de la faba sea la actividad principal necesitas mucha inversión, necesitas una cantidad importante de volumen de grano para vender y si además no hay rendimiento... El agricultor se cansa, hay que esperar otro año para obtener dinero y las consecuencias son la desilusión y el abandono por falta de rentabilidad». Suárez subraya que también supone un problema para las empresas que comercializan faba asturiana.

La Administración viene impulsando productos con marcas de calidad como la faba asturiana, sujetos al cumplimiento de unas condiciones que les diferencian del resto, dentro de la misma estrategia frente al cambio climático y favorecer el consumo de proximidad. También ahora tiene su rol para que este tipo de cultivos pueda sobrevivir al cambio climático. «Hay que ser realistas. Nosotros tenemos que decir qué soluciones queremos porque ellos no tienen una varita mágica para arreglar todos los sectores», considera el presidente de la IGP Faba Asturiana, que explica que eso es lo que se planteó en la última reunión.

«Tenemos que ver cómo lo vamos a atajar desde el sector. Nadie nos va a buscar soluciones porque nadie mejor que nosotros sabemos por dónde vamos a ir. Tenemos un producto que no es perecedero como la leche, que además tiene un valor alto y un rendimiento importante. Nunca vendimos por debajo del coste de producción. Es un cultivo rentable en años buenos y es verdad que, ante años malos, el sector no está preparado», resume Suárez, que recuerda que, aunque no se reciben ayudas de la PAC como en el caso de la ganadería, sí existen interesantes subvenciones para la incorporación y la formación agrícolas.

«Tenemos que trabajar todos juntos y es en lo que estamos, pero nos queda mucho por hacer. La desunión que se dice que normalmente hay en todos los sectores no trae más que problemas», insiste Suárez, que considera que sería importante que se crease una asociación de productores para consolidar esa unión en buscar soluciones para adaptar el cultivo de la faba asturiana al cambio climático que favorezcan a todos.