El Tribunal Europeo de Derechos Humanos falla sobre un caso de espionaje en el parlamento asturiano
ASTURIAS
Ya hay sentencia y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos falló en contra de los dos antiguos máximos dirigentes de Unión Progreso y Democracia (UPyD), Rosa Díez y Andrés Herzog (presidente y portavoz del partido) en un caso de espionaje en el parlamento asturiano, cuando trataron de leer los correos electrónicos de su antiguo compañero Ignacio Prendes para saber si preparaba el salto a Ciudadanos.
Y lo preparaba, pero el tribunal tiene muy claro que los medios utilizados para acceder a esos correos (que luego hicieron públicos) fueron ilícitos y suponen «una grave intromisión en su derecho al respeto de su vida privada y de su correspondencia» destacando además que considera especialmente grave que «la intrusión se produjo en el contexto de la afiliación a un partido político». Fue el propio Prendes quien dio a conocer la sentencia que se explica en la web Hay Derecho y agradeciendo la labor de Rodrigo Tena.
Pero hay que remontarse al año 2015, es año electoral y los sondeos auguran un auge creciente para la Ciudadanos, el grupo ferozmente antinacionalista que ya ha probado las mieles del éxito en Cataluña y quiere dar el salto ámbito estatal postulándose como fuerza de corte centrista y liberal. Lo que pasa es que ya había otro partido que había tentado hacerse con ese hueco pero en vez de con el color naranja con el magenta. UPyD se encontraba en plena descomposición, con la marcha constante de varios de sus cuadros. En Asturias tenía un diputado que había sido además clave en las dos últimas legislaturas: la primera, muy breve, con Francisco Álvarez-Cascos en la presidencia del Principado y después con el socialista Javier Fernández en Suárez de la Riva. Se llama Ignacio Prendes y ciertamente se prepara para pasarse a Ciudadanos.
No hay historias amables en los cambios de militancia política, todos ellos son relatos de traición, desengaño y un cierto oportunismo. Pero en UPyD traspasaron varios límites en sus indagaciones y entraron en los correos del diputado para desvelar sus planes para el salto a Ciudadanos. En este proceso (la vía penal fue cerrada por el Tribunal Constitucional), los antiguos dirigentes de UPyD se defendieron aduciendo que existía una analogía con las normas de las comunicaciones internas de una empresa, de forma que Prendes estaba haciendo un uso irregular de su dirección de email.
Pero el tribunal europeo estima que no es comparable y señala que «las estructuras organizativas internas de los partidos políticos se distinguen de las de las empresas privadas y que los vínculos jurídicos existentes entre un empresario y un trabajador y entre un partido político y uno de sus miembros son fundamentalmente diferentes».
El texto de Hay Derecho señala además que si no ha habido condena para España por no tutelar debidamente los derechos del diputado es porque antes inició la vía penal y el procedimiento «fue archivado por consideraciones que el Tribunal Europeo ahora no está en condiciones de revisar, pues no puede asumir el papel de los jueces penales nacionales, manifestando a mayor abundamiento que el demandante a partir de ese sobreseimiento podía haber ejercitado la vía civil, que todavía estaba abierta».
La historia del tribunal terminará aquí, la política continuó hasta casi hacer un reflejo del primer conflicto. Prendes se convirtió en un dirigente destacado de Ciudadanos, llegó a ser diputado en el Congreso y secretario de la Mesa de la cámara, que es un puesto bastante relevante. Pero en la deriva derechista de Albert Rivera acabó chocando con el líder y fue defenestrado. También fue apartado de los cargos orgánicos de los naranjas en Asturias, apartado por un tocayo, Ignacio Cuesta, que ostentó el único poder institucional del partido en la comunidad al hacerse con la vicealcaldía de Oviedo en un acuerdo con el PP.
Prendes regresó a la vida privada y asistió desde la barrera a cómo Cuesta retenía el cargo de máximo dirigente de Ciudadanos en Asturias hasta el último minuto, mientras la organización se desangraba, y luego al final, ya sí, dio el salto al Partido Popular en el que hoy milita y desde el que sigue gobernando Oviedo.