Los (casi) cien años de Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana que resiste frente a Internet y las grandes superficies

Marcos Gutiérrez REDACCION

ASTURIAS

Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana
Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana

Este negocio, fundado en 1925, está regentado por Alfonso Ruisánchez y su mujer, Mara, tercera generación de una familia que ha sabido sobrevivir a base de ser «esclavos del horario» y una suerte de «camaleones del comercio»

28 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La imperturbable estampa de Cai Milio lleva desde 1925 formando parte del día a día de los poco más de 500 vecinos de la parroquia de Oviñana (Cudillero). En esa fecha Emilio Gutiérrez construyó la casa en la que fundó un negocio familiar que hoy regenta la tercera generación, con su nieto Alfonso Ruisánchez y la mujer de éste, Mara, al frente. En principio fue una tienda de ultramarinos y panadería al uso, que fue incorporando servicio de cafetería, estanco, kiosco y pequeño dispensario para la clientela.

A fuerza de echar horas y sacrificar descanso, Cai Milio hace frente a la competencia de Internet y las grandes superficies. Una hazaña nada desdeñable ya que, al fin y al cabo, ¿cuántos negocios, incluso en las grandes ciudades de la región, pueden presumir de estar a punto de cumplir un siglo de actividad ininterrumpida?

Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana
Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana

«Nosotros llevamos toda la vida, tres generaciones», explica Alfonso Ruisánchez. Relata que empezó su abuelo «en el 25», luego su madre, «que estuvo más de cincuenta años aquí», y después ya le tocó el turno a él. «Yo ya llevo 30 y pico años», apunta.

«Soy el único hermano de los tres que no estudió y coincidió que yo tenía una edad muy adecuada con que mi madre se jubilaba», explica. Por esa razón se puso al frente de un comercio cuya esencia llevaba asimilando a la perfección desde muy pequeño.

«Fuimos evolucionando», asevera, en el sentido de que «cuando empezó todo el mundo a ir al supermercado muchos pequeños comercios fueron muriendo», por lo que en Cai Milio tuvieron que ejercer, como le gusta decir, de «camaleón comercial». Es por ese espíritu de renovación por el que, en los últimos tiempos, han ido añadiendo nuevos servicios, como el de erigirse en punto de recogida de paquetería.

Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana
Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana

Alfonso Ruisánchez explica que en Oviñana «muchas casas no tienen numeración o calle», por lo que muchos vecinos «vienen aquí a recoger sus paquetes y toman algo mientras». Ahondando en los cambios de tendencias de la clientela resalta que en Cai Milio ahora son «más bar que tienda y antes predominaba el comercio».

«Nos gusta esto, aunque dedicas muchas horas y te cansas, porque ya vas llegando a una edad en la que también te apetece vivir la vida y viajar», admite, si bien apunta que en ocasiones no puede evitar sentirse «como un canario encerrado en una jaula».

Reconoce que, «de momento, no hay relevo» familiar para su negocio, si bien explica que «todavía queda», ya que a sus 52 años y a los 51 de su mujer la jubilación aún se encuentra lejana.

Uno de los quebraderos de cabeza que experimentó a la hora de comenzar su actividad tiene que ver con el cumplimiento de las obligaciones tributarias. No por querer librarse de ellas, sino porque «es muy complicado explicar en Hacienda, por lo de los epígrafes, que tienes en un mismo sitio estanco, kiosco, tienda de alimentación y una cafetería». «A base de excepciones, de pagar multas y de aprender fuimos mejorando la contabilidad y esas cosas», indica.

Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana
Cai Milio, el bar-tienda de Oviñana

Para celebrar el centenario de Cai Milio el año que viene tiene la idea de, junto a su hermano, publicar un libro que narre la historia de esta tienda-bar «y un poco en paralelo de la vida del pueblo, que también fue cambiando, ya que antes eran todo marineros y ganaderos».

La idea es sacar «un libro pequeño, a lo mejor tipo revista para que la gente lo pueda adquirir» y que sirva para «llegar al corazón de los clientes». «Mi hermano es muy entrañable para esas cosas y cuando quiere te hace llorar con lo que va poniendo», reconoce.

Además de la publicación de este libro no descarta desarrollar algún tipo de acto «conmemorativo». Cuando la conversación toca el tema de la competencia con Internet y las grandes superficies, Alfonso Ruisánchez resalta que en su negocio le hacen frente «a base de tiempo, porque somos esclavos del horario del negocio», el cual abre «muchas horas», especialmente los domingos.

Lamenta que «eso mismo que nos pasó en los pueblos está pasando ahora en los comercios pequeños de la ciudad», en referencia a los negocios que no pueden sobrevivir por el empuje de la red y las grandes cadenas. No puede evitar sentir lástima al ver cómo, incluso en las grandes urbes, «la vida de las calles va muriendo» y los negocios «pierden esa esencia que tenían de antigüedad».

Por suerte eso es algo que no ha sucedido en Cai Milio. Para evitarlo están Alfonso y Mara.