Piloña se queda sin zapaterías: la última acaba de echar el cierre: «Al final las cuentas no salían»

ASTURIAS

«No perdías dinero pero tampoco ganabas nada», relata la propietaria del negocio, Nerea Blanco, que lamenta tener que dejar un sector que siempre le ha gustado
29 ene 2024 . Actualizado a las 13:18 h.Calzados Blanco acaba de echar el cierre en Infiesto. Su dueña, Nerea Blanco, tomó la decisión de liquidar sus existencias cuando vio que el negocio apenas se sostenía. «Al final, las cuentas no salían; no perdías dinero pero tampoco ganabas nada». Lo deja con pena, pero considera que es la mejor decisión. Su caso se suma al goteo constante de pequeñas tiendas que cierran en Asturias abrumadas por la competencia de las grandes superficies y los cambios de hábitos de compra que ha traído el comercio on line. Es, sin duda, un signo de los tiempos. Piloña se queda sin zapaterías. Ni una sola sobrevive en el ya en el concejo.
Nerea Blanco estuvo al frente del negocio desde 2018. Aquel año era todavía peluquera y esteticista, y estaba «contenta, trabajando bien». Además, acababa de tener un hijo. La decisión llegó como una ráfaga. «Me encantan los zapatos, y siempre me había dicho: si algún día puedo, abriré una zapatería». Y así fue. Un día, estaba en una gasolinera y vio un cartel que anunciaba que la zapatería se traspasaba. Tomó la decisión al instante, aun sabiendo que es un negocio con un margen justo. «Con esto nunca te vas a enriquecer», asegura.
Aunque, al principio, como cualquier negocio, le costó arrancar, le fue bien durante un tiempo. Especialmente después de la pandemia, los años 2020 y 2021. Justo después del confinamiento, la tienda funcionó muy bien. La afluencia de gente en el verano de 2020 fue muy buena. Recuerda muy bien aquella época: «La gente salió con mucha gana de consumir, y también había conciencia de ayudar al pequeño comercio, se compró mucho en las tiendas locales».
Pero todo acabó pasando. La gente volvió de nuevo a la tendencia de las grandes superficies y de internet, y los pequeños negocios se resintieron. El suyo no fue una excepción. Desde entonces, los beneficios fueron muy exiguos. «Es comprensible, mucha gente trabaja fuera y va y viene; no te paras a comprar en el pueblo». Confiesa que «podía haber seguido pero lo que hacía era cambiar dinero de mano. No estaba perdiendo pero tampoco estaba ganando nada. Al final las cuentas no salían para conseguir un sueldo».

Y aunque no estaba perdiendo dinero, cree que si hubiera seguido, probablemente habría acabado con pérdidas, porque «si no ganas, no inviertes en más calzado y la oferta acaba siendo peor». Decidió entonces que era el momento de pasar a otra cosa. Llevaba tiempo dándole vueltas y, al final, acabó por tomar la decisión. «Estaba viendo cerrar a otros alrededor, en Infiesto y en Arriondas, y hacia noviembre del año pasado lo decidí: cerraría después de la campaña de Navidad».
Tampoco hay que desdeñar el perjuicio que han supuesto para este tipo de tiendas los vaivenes del clima. Las zapaterías venden calzado de temporada, y hasta ahora, con el otoño llegaba el mal tiempo y la necesidad de protegerse de la lluvia y el frío. Sin embargo, con la suavidad de los inviernos y la ausencia de lluvia y frío, la gente no necesita calzado. Y cuando llega enero, el mes de las rebajas, nadie ha comprado nada en temporada y las tiendas tienen que vender productos muy rebajados, con precios muy cercanos al de coste. Los márgenes, entonces, son muy escasos.
Nerea Blanco decidió liquidar en enero todas sus existencias y cerrar el día 31, pero casi no le queda ya calzado, porque ha acudido todo el mundo a comprar. Su gusto por el calzado ya es historia y, después de un descanso bien merecido, se dedicará a otra cosa. Y ningún piloñés podrá ir ya caminando a la tienda de zapatos.