La UE gira y da el visto bueno a ayudas directas a la industria con la crisis de Arcelor en el horizonte

L.O.

ASTURIAS

F. Sotomonte

La comisión aprobó 900 millones de euros para que una factoría no se trasladara a Estados Unidos

30 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los movimientos de la Unión Europea son lentos, como los de las placas tectónicas, porque es un acuerdo político muy especial de escala continental, pero suceden. La forma en la que la UE actuó frente a la Gran Recesión fue muy distinta de cómo afrontó el impacto de la pandemia y se despojó de algunos tabúes del dogma económico de la década anterior: se accedió a las eurobonos, y se acordó un arancel ambiental, urgida por la realidad de las grandes potencias han entrado en una carrera de bonificaciones a sus industrias, la ortodoxia bruselense se cayó de un nuevo guindo a comienzos de año con la concesión de ayudas directas a una fábrica de baterías para que no se fuera a Estados Unidos. Y esto abre una nueva ventana de oportunidades para la renqueante siderurgia en Asturias.

¿Cómo es esa ayuda? La Comisión Europea dio en enero luz verde a una iniciativa que sólo un lustro atrás hubiera considerado una herejía: 902 millones de euros, procedentes de dinero público, del siempre enjuto en estos asuntos estado alemán. Esa millonada irá para la empresa sueca Northvolt -en un embolso que se reparte entre 700 millones de ayudas directas y el resto garantías- para que no deje la producción en Europa y se deslocalice en Estados Unidos que está dando también milmillonarias ayudas directas. Efectivamente, sí, Estados Unidos, el paraíso del libre mercado capitalista, da líneas de ayuda pública a la industrial: su plan Inflation Reduction Act (IRA) está dotado nada menos que de 400.000 millones de dólares y ha puesto los pelos de punta en Europa por su capacidad de atracción en proyectos energéticos.

¿Qué tiene que ver todo esto con Asturias? De momento muy poco, a medio o largo plazo puede ser crucial para el destino económico de la comunidad. Muchas de las fichas de la apuesta de Asturias para las próximas décadas se pusieron en el proyecto de transformación renovable de ArcerlorMittal en la región. Un potentísimo proyecto alrededor del hidrógeno verde y la instalación de un horno eléctrico en las factorías de la siderúrgica. La apuesta es tan grande que la inversión se eleva para rondar los mil millones de euros y de ellos casi la mitad, 460 millones de euros, son de fondos públicos, aprobados por al UE.

Pero la propiedad de la siderurgia, la familia india Mittal, amenaza con echarse atrás. Mientras proyectos similares terminan por concretarse, singularmente uno en Francia, en Fos-sur-Mer, el de Asturias está parado. La multinacional ha reclamado tarifas especiales en España como las que ha logrado en Francia. Y lo cierto es que España está produciendo electricidad más barata pero la baza de Francia es que el estado tiene el control de la eléctrica EDF y puede lanzar iniciativas políticas como esta. La liberalización de España en décadas anteriores dejó al país sin capacidad de control en un sector estratégico.

También esto ha empezado a cambiar, de forma reciente, la amenaza de que Arabia Saudí se hiciera con el control de Telefónica llevó al estado a hacerse con una parte del accionariado ¿puede ser un aviso a navegantes?

La espita la abrió el responsable del PSOE de Gijón Monchu García que afirmó que nos se debía tener miedo a una renacionalización de la siderúrgica; palabras que fueron matizadas en todo caso apenas 24 horas después por el presidente del Principado, Adrián Barbón, quien apuntó que esa iniciativa «no se corresponde con la planificación» que tienen sobre la mesa tanto el Ejecutivo central como el autonómico para abordar el futuro de la siderurgia asturiana. En todo caso, sólo unos días antes, Barbón también había deslizado que se estudiarían alternativas si Mittal no cumplía sus compromisos. Tras reafirmar que había un trabajo coordinado entre el Ministerio de Industria y el Principado, el presidente apeló a la empresa para que se ciñera lo que pactado (porque la ayuda de 460 millones ya está autorizada) «para garantizar su transformación y viabilidad o sino ya hablaremos de otras cosas».

¿Qué cosas? Fuentes sindicales temen que los planes de la familia Mittal pasen por un abandono general de inversiones en Europa y todo ello está relacionado con ese giro de las estrictas normas de la ortodoxia comunitaria que han terminado por convertirse en un corsé para el desarrollo industrial del continente. 

De momento, el Gobierno central movió ficha este lunes y el ministro de Industria Jordi Hereu, anunció que ampliará las ayudas a la industria electrointensiva para las compensaciones por emisiones de CO2 hasta los 300 millones de euros, un 25% más que en 2023. También que se van mantener las subvenciones contempladas en el Estatuto del Consumidor Electrointensivo «hasta el máximo que permite la Comisión Europea».

Europa presume, y con razón, de ser un lugar avanzado en la carrera de la descarbonización pero las multinacionales busca a corto plazo áreas del mundo, especialmente en Asia, donde no existen controles de este tipo y tampoco garantías laborales para los trabajadores. A la par, Europa se ha encontrado con que mercados como el chino, con un capitalismo de partido único, ya amenazan sus posiciones en la producción de placas solares y también de coches eléctricos. Y el sector del automóvil ha sido una joya de la potencia económica europea, y alemana en concreto, en el pasado inmediato.

La Comisión Europea ya ha publicado un documento denominado Recomendación sobre ámbitos tecnológicos críticos en el que señala cuatro sectores en los que estima que hay un riesgo de que los países miembros y la unión en sus conjunto se encuentren con problemas «relacionados con la seguridad tecnológica y las filtraciones de tecnología», de la manera en la que afronte estos retos pero también sobre la capacidad del sector público para orientar y proteger su capacidad de producción dependerán muchas cosas en los próximos años.