¿Por qué Asturias (aún) no es un paraíso para los nómadas digitales?

Marcos Gutiérrez

ASTURIAS

Damian Rafferty, nómada digital en Asturias
Damian Rafferty, nómada digital en Asturias

Profesionales de fuera que ya residen aquí, caso de Damian Rafferty, consideran que, aparte de ofrecer «un lugar adorable, con gente fantástica, comida estupenda y naturaleza», aún queda por hacer en términos de infraestructura para consolidar esa Arcadia digital

10 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En Las Cartas Marruecas de José Cadalso, un joven marroquí llega a España en la comitiva de un embajador y se empapa de las costumbres y la cultura del país, al tiempo que lo critica y compara con otras naciones europeas, contándole su experiencia a su mentor.

Pese a que detrás de las cartas de ese joven marroquí estaba la pluma de un señor de origen vizcaíno nacido en Cádiz, esta obra epistolar parte de la idea de que, muchas veces, a la hora de poder contar lo que está bien y, sobre todo, regular o mal de un lugar no está mal poner un poco de distancia, sobre todo emocional, como la que aporta no haber nacido en él.

Algo parecido al dicho de que si pegamos nuestra cara a un elefante, por muy grande que sea el paquidermo, no lo veremos. Solo apreciaremos su piel gris y llena de arrugas. Aunque los asturianos no dudamos en celebrar las bondades de nuestra tierra a la menor ocasión, esta cercanía nos hace pasar por alto en ocasiones las costuras que se le ven.

Pese a campañas como la de Nomad Paradise, en la que el Gobierno del Principado vende las ventajas y servicios al alcance de las personas que deseen teletrabajar en la comunidad, la región aún no está madura y no dispone de todos los ingredientes para ser atractiva plenamente en este sentido. Y es, precisamente, el público objetivo de dicha campaña el que lo apunta.

Damian Rafferty es nómada digital, escritor, gestor de proyectos y consultor especializado en Internet. Este «londinense de familia irlandesa» vive desde hace dos años una existencia tranquila a las afueras de la parroquia de La Riera, en Colunga, junto a su mujer.

Define su pequeña parcela en el mundo y el Principado en general como «un lugar adorable, con gente fantástica, comida estupenda y naturaleza». No obstante considera que, «si vienes sin saber español, la adaptación puede ser bastante complicada».

Cree que «a la generación 'Z' le encantaría esto», ya que «podrían permitirse pagar un alquiler, hacer deporte, surfear, nadar... hay un montón de cosas que amarían de Asturias». «Muchos de mis amigos que han visitado están bastante tentados de venir», reconoce. Entonces, «¿qué impide que Asturias se convierta en el nuevo Lisboa?», se pregunta.

A pesar de que la comunidad «tiene todo lo que un nómada digital podría soñar» desde el punto de vista vital y social, como «playas, montañas y una fuerte cultura local», un cúmulo de pequeños detalles en términos de infraestructura, especialmente cuanto más nos alejamos de las grandes poblaciones de la región, contradicen esa idea de que el Principado es una especie de Shangri-La para estos profesionales que vienen de fuera. Según ellos, casi parecería que los ideólogos de iniciativas como Nomad Paradise creen que para trabajar en remoto basta con tener montes, playas, sidra, buena fabada y gente campechana.

«Puedes surfear, esquiar, pescar salmón, caminar por las montañas, nadar salvajemente y aún tener cambio de diez euros para un aperitivo y una bebida con un amigo», reconoce Damian Rafferty, que insiste en que la región «es un paraíso para aquellos que aman el aire libre y anhelan la aventura». Sin embargo, «hay algunas cosas que podrían mejorarse para atraer a más nómadas digitales».

En su caso recuerda que, tras experimentar «bastantes problemas con Internet» comenzó a buscar un espacio de coworking o en el que poder teletrabajar y no encontró «nada ni parecido en las áreas rurales». Desde su punto de vista, «los nómadas digitales más jóvenes necesitan relacionarse con otras personas» y, en este sentido, los espacios de coworking «son esenciales, no solo para trabajar, sino también para fomentar comunidades de personas con ideas afines».

Damian Rafferty, nómada digital en Asturias
Damian Rafferty, nómada digital en Asturias

Cree que «estos espacios también deberían servir como puerta de entrada a la comunidad local, ayudando a los nómadas a integrarse en la región». «En mi propia área, Colunga, el alcalde anterior tenía un proyecto realmente interesante para un espacio de coworking, pero desde que fue elegido el nuevo las cosas se han estancado», resalta.

Otro punto negativo, desde su perspectiva, pasa por que «el despliegue de fibra óptica en los pueblos también ha cesado, y meses de escribir correos electrónicos al alcalde han quedado en nada». Considera que, en este ámbito, es «a nivel local donde las ambiciones digitales de Asturias parecen morir».

También explica que «una web regional, nomadasturias.com, fue lanzada, pero es una mezcla poco inspiradora de material promocional y enlaces a páginas españolas de textos jurídicos que cubren los requisitos de visado». Y es que «en el momento en el que entras y ves esas 10.000 palabras legales en español ya has perdido a la gente». Este profesional estima que iniciativas como la mencionada web son «un comienzo, pero aún queda mucho por hacer».

En su opinión, «cada municipio debería tener su propio oficial dedicado a traer nuevos trabajadores a su área». Hace falta «un rostro amigable» para los recién llegados y «una autoridad en la toma de decisiones locales es desesperadamente necesaria». Apunta que «cada año, los periódicos locales cubren con nerviosismo si la población de Asturias está creciendo, disminuyendo o envejeciendo», mientras que la ironía reside en que el Principado «podría ser el destino perfecto» para un segmento demográfico que «gasta dinero en bares y restaurantes, que probablemente inicie familias y que revitalice, literal y metafóricamente, muchas de las ciudades».

Al fin y al cabo, «a diferencia del turismo, esto es un impulso económico durante todo el año para una economía que se sobrecalienta durante dos meses en verano y está en animación suspendida el resto».