La sima, de más de 1.500 metros, se ha convertido en uno de los retos más duros de la espeleología debido a sus dificultades técnicas
08 abr 2024 . Actualizado a las 23:46 h.Los Picos de Europa se han hecho famosos en todo el mundo por la belleza de sus paisajes y el atractivo de algunas de sus cimas para la escalada, como es el caso del Picu Urriellu, cuyas paredes recorren cada año alpinistas de todo el mundo. A este atractivo visible hay que añadir sin duda otro que, aunque oculto, no deja de ser llamativo y espectacular. Las calizas del Macizo Central de los Picos de Europa son propicias para la formación de simas que horadan las montañas a grandes profundidades y hacen las delicias de los espeleólogos. Una de ellas, la Torca del Cerro del Cuevón, situada en el concejo de Cabrales, es famosa no solo porque presenta la mayor profundidad de España y la octava del mundo, con 1.589 metros, sino también por su alta dificultad, que requiere unas habilidades técnicas extraordinarias para llegar a su fondo.
La Torca del Cerro del Cuevón, cuya entrada está situada a 2.019 metros de altitud, es la más profunda de las dos simas interconectadas que forman el llamado Sistema del Cerro del Cuevón. La otra es la Torca de las Saxifragas, de menor profundidad, cuya entrada se encuentra a 1.590 metros de altitud.
Solo una expedición ha conseguido hasta el momento llegar al fondo de la Torca del Cerro del Cuevón, donde se encuentra. Formada por franceses y españoles, la expedición batió con este descenso, que tuvo lugar en 1998, el récord de España. Tardaron tres días en llegar al fondo, sorteando numerosas dificultades. El relato de este hito en la revista Subterránea deja clara la magnitud del logro: «La T33 (también se la conoce con este nombre) es, sin duda, la más dura de todas las que se han explorado en esta zona de los Picos, por lo que se puede decir que es una de las simas más duras del mundo. La gran cantidad de estrechos meandros, escaladas, péndulos, el elevado número de pozos (más de 100 explorados), y lo que es más importante, la existencia de una sola boca, es decir, la ausencia de ‘atajos’ para llegar a punta, la convierten en una sima donde el descenso con los pozos ya instalados es una tarea lenta y pesada, para la que hay que emplearse a fondo». No en vano, antes de acometer este ataque exitoso hubo exploraciones en los ocho años anteriores.
Otra expedición lo intentó sin éxito en 2016. Uno de sus integrantes, Carlos Flores, relataba los problemas a los que uno se puede enfrentar cuando ataca una sima de esas características. En primer lugar, al igual que sucede con la montaña, las condiciones climáticas son importantes. Las lluvias pueden aumentar los torrentes internos y dificultar mucho las cosas. Ese fue su caso. «No han sido pocos esfuerzos y horas de cavidad los que nos ha llevado esta sima». En un principio, tenían pensado llegar a sus 1.589 metros de profundidad, pero lo dificultaron muchísimo el clima «continuas tormentas desde finales de agosto», la instalación que obligó a «reequipar prácticamente el cien por cien de los pozos encontrados», «el acceso tan alejado e inhóspito que tiene, su primera parte en cavidad con sucesivas escaladas, sus meandros estrechos a partir de -550 metros nos han mermado en cada ataque».
Este relato da buena cuenta de la enorme dificultad que entraña acceder a la sima, que representa un reto monumental para los espeleólogos. Quienes lo lograron fueron conscientes de que habían realizado una enorme hazaña.
Esta sima asturiana se encuentra en el top 10 de las más profundas, en cuya cabeza está la cueva Veriovkina, situada en el los montes de Gagra, en el Cáucaso occidental, con una diferencia de altura entre el punto más alto y el más bajo de 2.212 metros.