«Coliving», «gallinero culturero» y laboratorios artísticos: el proyecto de inmersión rural que triunfa en Asturias

Manuel Noval Moro
Manuel Noval Moro REDACCIÓN

ASTURIAS

Pablo Vélez y Noelia García, creadores de Acougo PitaSana
Pablo Vélez y Noelia García, creadores de Acougo PitaSana

Pablo Vélez y Noelia García han abierto en Boal Acougo PitaSana, un lugar que quiere aunar el trato respetuoso al campo con el arte, la música y la cultura

04 may 2024 . Actualizado a las 18:32 h.

Pablo Vélez y Noelia García nacieron en Boal, donde aprendieron a amar la naturaleza y la vida en el medio rural. Pablo siempre ha vivido en el municipio. Noelia se fue varios años a trabajar, sobre todo, de técnico audiovisual, pero regresó en 2008. Fue entonces cuando la pareja decidió emprender un proyecto ecológico y nació PitaSana, una granja con la que producían y distribuían huevos ecológicos en Asturias, y donde había visitas de colegios, aulas de la naturaleza y otras actividades. Entonces, en diciembre de 2022 decidieron cesar la producción y darle un giro de 180 grados a su propuesta, para convertir lo que había sido una granja ecológica en una granja cultural, en una comunidad.

Así nació Acougo PitaSana, un espacio que tienen abierto desde agosto del año pasado, y donde ofrecen numerosas actividades y un lugar para convivir, trabajar y crear en plena naturaleza. Han rehabilitado tres casas para el «coliving» en el pueblo de Boal. Están unidas de tal forma que da la sensación de estar en una sola casa. En una de las casas están los apartamentos para alojarse; en otra, hay una biblioteca café, conde se realizan eventos, presentaciones artísticas o de libros, y un lugar de «coworking». En la otra, una gran cocina, situada en una planta diáfana, que comparten todos los residentes.

Por otra parte, han rehabilitado un gallinero situado en otro pueblo, Armal, para convertirlo en teatro y sala polivalente, donde hacen proyecciones de cine y festivales. Lo llaman el «Gallinero culturero». Su idea ha sido, desde un principio, como explica Noelia García, «abrir el espacio al pueblo». Pero también abrir el pueblo a la gente de fuera, que quien quiera tener una experiencia de inmersión en el medio rural pueda disfrutarla con autenticidad. 

Asimismo, están preparando un espacio de laboratorios artísticos y de música, para que la gente que tenga un proyecto artístico pueda acudir a terminarlo a Boal, en un lugar donde se aunará la tecnología —ordenadores y equipo de sonido— con la tranquilidad del campo, que permite la concentración plena en lo que se emprende. Además, habrá un lugar de convivencia para que las personas que tengan proyectos, en palabras de Noelia, «creen sinergias y puedan ayudarse entre ellas».

«Coliving» de Acougo PitaSana
«Coliving» de Acougo PitaSana

¿Y a qué tipo de gente atraen? Hay distintos perfiles. Por una parte, están los artistas que quieran encontrar un espacio adecuado para crear. Por otra, nómadas digitales que quieran estar conectados para sus trabajos on-line y disfrutar de la tranquilidad y la vida saludable del campo. También empresas que quieren hacer un retiro, que pueden trabajar en proyectos o darse más tiempo lejos de las oficinas, en un lugar que es muy diferente tanto de sus viviendas como de los lugares donde trabajan.

Y después hay una función muy interesante que cumple el espacio de convivencia: la de atraer gente a instalarse al medio rural. «Hay gente que quiere venirse a vivir al pueblo y que se aloja aquí antes de tomar la decisión; después buscan una casa en el entorno, nos dejan y se van a vivir a ella», explica Noelia García. Es un puente para la vuelta al campo. En esta situación está una pareja alemana que está planteándose el traslado al pueblo, y también un joven de Argentina que está echando a rodar un proyecto y que probablemente también se asiente en la zona.

El proyecto se ha ido asentando poco a poco desde el año pasado, y sus promotores están muy contentos. «El año pasado no nos conocía nadie, porque el perfil de personas que teníamos de clientes era otro; gente que vive en la ciudad y quiere productos ecológicos y quiere seguir viviendo en la ciudad; ahora es otro tipo de gente», explica Noelia García. A pesar de ser poco conocidos y del cambio de perfil, lo cierto es que el espacio de convivencia está a pleno rendimiento. De hecho, ya lo tienen completo entre los meses de marzo y agosto. «Estamos en un momento bastante chulo», señala Noelia García. Lo más importante está en que hay mucha gente que aporta cosas, que le está dando un vuelco importante a la idea de vivir en el campo, y que hay una comunidad de la que, están seguros, van a salir muchas cosas. «La gente viene y se queda meses, y se crean vínculos muy diferentes con el pueblo, con la zona», concluye.

Pablo y Noelia viven con su hijo Xurde en su espacio de Boal. Allí han encontrado una forma distinta de interactuar con el entorno. Tienen muchas ideas en la cabeza, y lo mejor es que están relacionadas con aspectos muy diversos de la vida. Con el tiempo, esperan enriquecer la vida de muchas personas a través del arte, la música y la cultura en combinación con la producción ecológica a pequeña escala, la vida saludable y la convivencia significativa en un entorno natural que merece todo su respeto. Un empeño que saben que siempre merecerá la pena.