El último tramo de la etapa: Las Luiñas-Cadavedo. Es una breve cuesta no llega a los 500 metros, tras cruzar el cantarín Friera sobre un puente de madera tierra. El enclave es idílico: verdes y tupidos prados, árboles frescos y lozanos y festoneando la margen izquierda del camino setos de hortensias voluptuosas y atractivas.
Ahí. Superada la cuesta al saludar a la carretera que baja a la playa, me encuentro con Laura.
Laura, es uno de tanto «viajeros» de la fe en la ruta a Compostela por el camino de la costa.
El saludo de bienvenida lo comparto con todos y cada uno de los «peregrinos» que voy encontrando en mi bajada a la playa.
Hoy, Laura. Me lo ha devuelto buscando algo. La palabra me explotó en las manos y llegó imantando sus oídos.
Le invité a sentarse en esos bancos de las casas antiguas clavados en la pared que protege del nordés.
Sin más le digo que había madrugado mucho, dado la hora 12 de la mañana, y los kilómetros que tiene esa etapa.
Su sencilla y rápida respuesta no admite réplica: «He salido de Novellana».
Lógico, es mi respuesta. Has superado las siete Ballotas que son unos 9 kilómetros. Me detengo en una breve explicación del término ballota en asturiano vallouta (valle profundo, estrecho y cóncavo) y las siete valloutas que tiene esa etapa
Sentados, la pregunta de rigor: ¿De dónde eres?
Respuesta rápida y sencilla: Santa Cruz de Tenerife.
El diálogo se adentra por terrenos más pantanosos: la educación. Los dos nos dedicamos a la enseñanza. Aquí la valloutas son cenagosas, áridas, sutiles y…
Ella, imparte la asignatura de filosofía, a lo que añado que me dedico a la poesía metafísica.
Tiene que seguir la etapa hasta Querúas y no le puedo robar mucho tiempo. Pero, algo aleteaba sobre nuestras cabezas y, le espeto: ¿Por qué estás haciendo el camino?
Se palpa la sinceridad y la llama que arde en su alma: Estoy en crisis.
¿Amorosa?, insinúo.
No, profesional.
Comprendo su situación. Comparto mi terapia: escribir, caminar, socializarse con la palabra.
Nos damos un beso de empatía. Abrimos el cofre del encuentro inesperado.
Me despido con esta frase: Hoy, has sido la paloma de la paz que se ha posado en el camino.
Laura, vuela, respira, no tomes ninguna decisión precipitada. Hay tiempo para volar de Compostela a Tenerife, mientras disfruta de estos verdes senderos y de estos ocres atardeceres.
El camino, sigue su curso. Unos te responden al saludo, otros te obsequian con una sonrisa. Y hay palomas que se posan en tu alero.
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