El espectacular espacio natural cierra hoy, con un sexteto de cuerda en homenaje al compositor austriaco, su Festival Internacional de Música de Cámara, que cumple un cuarto de siglo
17 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La Cuevona de Ardines, integrada en el sistema cavernario de Tito Bustillo, en el concejo de Ribadesella, es un lugar con un extraordinario valor geológico y arqueológico, y desde hace un cuarto de siglo se ha convertido, también, en un escenario privilegiado para escuchar música clásica. Este fin de semana se celebra el vigésimo quinto aniversario del Festival Internacional de Música de Cámara de la Cuevona, una iniciativa que nació con el objeto de dar visibilidad a jóvenes músicos, y que ha evolucionado hasta nuestros días como una cita musical de primer orden con artistas de renombre.
El festival comenzó el jueves con un concierto a cargo de la soprano polaca Aleksandra Nowakowski, y continuó ayer con un concierto dedicado a jóvenes talentos, continuando con el espíritu con el que nació hace 25 años, en el que participaron Alexandra Pichurina (flauta travesera), Jorgina Gallego (acordeón), Verónica Makhno (viola) y Ella Esipovich (piano), con piezas, entre otros, de Gubaidulina, Rossini o Piazolla.
Y el plato fuerte está previsto para hoy a las 21.00 horas. Un sexteto formado por Mikhail Spivak (violín), Tamás Vásárhelyi (violín), Rubén Méndez (viola), Sergey Savrov (viola), Dmitri Atapine (violonchelo) y Vladimir Atapin (violonchelo) celebrará el 150 aniversario del nacimiento del compositor austríaco Arnold Schönberg, con la interpretación de su obra «La noche transfigurada», Op. 4, en versión para sexteto de cuerdas, seguida del sexteto «Souvenir de Florencia», Op. 70, de Tchaikovsky. El mismo programa se repetirá mañana en el parador de Cangas de Onís, en un concierto patrocinado por Caja Rural.
Estos artistas se unen a la amplia nómina de interpretes internacionales que han actuado a lo largo de un cuarto de siglo en el impresionante espacio natural riosellano, entre ellos las sopranos Dolores Granados, Tatiana Melnichénko y Alina Fúrman, el tenor Moisés Molín, el barítono Alfredo García e instrumentistas como Frederieke Eugenie Saeijs, Dmitri Makhtin, Rubén Menéndez, Maximilian von Pfail o José Franch Ballester, entre muchos otros.
Para los músicos, tocar en la cueva es un reto debido tanto a la humedad como a las bajas temperaturas, que afectan al estado y, en consecuencia, al sonido de los instrumentos. Pero todos creen que merece la pena por ofrecer al público música en un lugar de tanta espectacularidad. Porque cuenta con una sala principal con una planta circular de aproximadamente ochenta metros de diámetro, con paredes cónicas que terminan en un techo a 40 metros de altura, que permite el paso de la luz del día. Un lugar ideal para disfrutar de la música con los cinco sentidos.