Por qué azul y quién la inventó: el origen de la bandera de Asturias

ASTURIAS

La enseña se usó en la guerra de independencia contra la invasión francesa del ejército de Napoleón

25 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La bandera de Asturias, azul, con la Cruz de la Victoria y las letras griegas alfa, en mayúscula, y omega en minúscula, tiene un diseño que nace de la mano de uno de sus más ilustrados personajes históricos, Jovellanos; y además en un contexto bélico, en la invasión napoleónica, que llevó a los asturianos a hacerla su emblema de batalla y en la lucha por la independencia. Es por estos motivos por los que se conmemora la fecha del 25 de mayo.

La resistencia asturiana contra los franceses se organizó en Oviedo dejando atrás además a las instituciones del Antiguo Régimen, proclamando la soberanía popular. Para la bandera se optó por el diseño de Jovellanos y los regimientos la enarbolaban con el lema «Asturias xamás vencida». En todo caso, las ideas de Jovellanos sobre cómo debía ser la bandera de Asturias ya estaban esbozadas en La Carta de Jovellanos al marqués de Camposagrado sobre el blasón del Principado de Asturias, que se guarda en la Junta General y que hace recopilación de las distintas enseñas que se usaron la historia, su evaluación sobre la veracidad de esos relatos y sus propuestas finales que, salvo algunos cambios, coinciden con el diseño de la bandera de Asturias que conocemos en la actualidad.

En su carta, el ilustrado hace referencia a unas banderas feudales que llevaban como símbolo suelas de zapato, pero considera que se trata no en realidad de emblemas del territorio sino de estandartes de la familia de Álvarez de las Asturias. Hace referencia también a la bandera del león, como el reino hermano de León; y variaciones con la Cruz de los Ángeles de Oviedo. Sin embargo y pese a todo, Jovellanos considera que el símbolo reconocido por los asturianos es la cruz de Victoria (que la tradición popular hace remontar en su antigüedad a Pelayo pero históricamente es del siglo X, bajo el reinado de Alfonso III; y hace referencias explícitas a cómo se representa con las letras alfa y omega. En la representación tradicional asturiana se hace con alfa en mayúscula y omega en minúscula, es de hecho otro elemento distintivo. Jovellanos considera que el fondo podría ser rojo o azul pero sólo este último llegó a usarse en la guerra y en la historia. 

«En mi dictamen, deberá ser una cruz de plata exactamente copiada de la de la Victoria que se halla en la santa yglesia de esa ciudad con el alpha griega pendiente de su brazo derecho y la omega del izquierdo, las quales pueden ser de oro, y todo en campo azul. [Siguiendo en esto último la opinión de Trelles, bien que pues el adorno de esta cruz será regularmente de oro, pudiera serlo también en representación y colocarse en campo de gules o encarnado según Díaz del Valle. El] escudo deberá tener corona real y en su contorno el lemma que se halla en la inscripción de la misma cruz, y dice así: Hoc signo tuetur pius. Hoc signo vincitur inimicus»; son las palabras de Jovellanos en su carta.

Rebelión y soberanía popular

Esta bandera se enarboló para llamar a una rebelión contra el invasor. En la primavera de 1808, mientras los ejércitos de Napoleón se paseaban por España como si se tratara ya de un territorio conquistado, en Gijón se encendió la primer chispa del descontento en territorio del Principado. Fue allí donde Michel Lagonier, cónsul francés en la villa, repartió panfletos contra la monarquía española. La reacción popular fue inmediata y violenta. Lagonier tuvo que huir precipitadamente hacia A Coruña.

En aquella época, en la que la información viajaba tan rápido como rápido fuera el caballo que la portara; las primeras noticias del levantamiento del 2 de mayo en Madrid no llegaron a Oviedo hasta una semana después. Con ellas, llegó también una advertencia clara y amenazante de Joaquín Murat, cuñado de Napoleón: habría castigo para cualquier acto de insurrección contra las tropas francesas.

Pero el mismo 9 de mayo, al conocerse los hechos de la capital, un grupo de estudiantes de la Universidad de Oviedo irrumpió en la fábrica de armas de la ciudad e instó a la audiencia provincial a sublevarse. Y lo lograron.

«El 2 de mayo todavía no se sabía que Napoleón pensaba hacer abdicar a todos los miembros de la familia Borbón y sustituirla por su hermano, así que hay una serie de incidentes pero limitados. La insurrección de Asturias el día 9 es la más importante porque está reunida la Junta General y es la que decide en primer lugar iniciar un reclutamiento», explicó el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de León, Francisco Carantoña, experto en la Guerra de Independencia.

Entre el 9 y el 25 de mayo se vivieron días de alta tensión.Hubo intrigas palaciegas, amenazas cada vez menos veladas, huidas nocturnas, cambios de bando por puro instinto de supervivencia y una explosión de fervor popular que marcó el devenir de los acontecimientos. Las autoridades asturianas, formadas por nobles y clérigos, dudaban. La misma Junta que el 11 de mayo enviaba emisarios a Galicia, León y Cantabria para promover la rebelión, pedía el 13 el desarme del pueblo de Oviedo.

El miedo no era infundado. El 19 de mayo llegó un correo extraordinario del gobierno central (ya en manos de los franceses) anunciando que tropas de Castilla y de Bilbao se dirigían a Oviedo con órdenes de sofocar cualquier intento de rebelión. Acompañaba la advertencia una amenaza tajante: pena de muerte si no se desarmaba a la población en 24 horas.

Pero hubo quienes no se dejaron doblegar. El marqués de Santa Cruz denunció la cobardía de sus compañeros de Junta y lanzó un desafío memorable: «La posteridad sabrá que hubo un astur leal y bizarro que murió resistiendo solo en la invasión de este noble suelo». Esa misma noche, los insurrectos más decididos, entre ellos Agustín de Argüelles, partieron de la ciudad para organizar la resistencia y reclutar hombres por todo el Principado.

El día 21 llegó a Oviedo un coronel de la Legión de Honor francesa, ayudante de Murat, escoltado por ocho miembros de la Guardia de Corps. Su misión era clara: fusilar a los miembros de la Junta que habían apoyado la rebelión. Pero ya era tarde. El germen del ejército asturiano estaba en marcha. Más de 2.000 hombres se habían acampado en San Lázaro, San Cristóbal y Otero. El Antiguo Régimen se desmoronaba.

Con la fábrica de armas en manos del pueblo, se constituyó la Junta Suprema de Asturias, un organismo inédito que basaba su legitimidad en la soberanía popular. Era un paso revolucionario en un contexto profundamente conservador.

«Hubo muchos levantamientos en España, sobre todo en la periferia, pero seguramente la de Asturias es la primera junta que se constituye, y que convoca a la Junta General del Principado, que será la que gobierne de forma efectiva Asturias durante el primer año de la guerra, que es soberana, porque consideran que el rey está capturado y la soberanía ha vuelto al pueblo», explicó Carantoña. Y añadió la importancia de figuras como Álvaro López Estrada, «que redacta una circular aprobada en la Junta de Asturias y en la que ahí sí se dice literalmente “la soberanía reside siempre en el pueblo”, y es algo que tiene un carácter revolucionario y que es algo excepcional en ese tiempo».

La Junta organizó su propio «Exército defensivo», al tiempo que, atendiendo a un informe de Jovellanos, encargaba una bandera para sus tropas. Aquel emblema, azul con la cruz de la Victoria y el lema «Asturias xamás vencida», es el antecedente directo del actual símbolo del Principado.

La nueva institución declaró la guerra «al tirano de Europa», nombró como General en Jefe a Joaquín Navia Osorio y Miranda, marqués de Santa Cruz, y envió una delegación diplomática a Gran Bretaña en busca de una alianza contra el poderoso ejército napoleónico.

Comenzaba así la Guerra de la Independencia, o Guerra Peninsular, como la llaman los británicos. Una contienda que se prolongaría hasta 1814 y que, junto a gestas heroicas, dejaría también los primeros horrores del conflicto moderno, como bien inmortalizaría Francisco de Goya en sus desgarradoras Pinturas Negras.