
Expertos del CSIC consideran «desafortunada» la idea de considerar la región como un refugio climático: «No estamos yendo hacia un escenario favorable»
01 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Asturias siempre se ha caracterizado por tener un clima templado, lejos de los calores y los fríos más extremos de otras partes de España. También tenía fama la región por una lluvia muy presentfe y capaz de aguar todo tipo de fiestas y planes vacacionales, y por unos veranos relativamente cortos. Ahora parece que las cosas ya no son así, que el cambio climático que vive el mundo también afecta a la región. Lo que ocurre que mucha gente lo ve, quizá, con demasiado optimismo, por los beneficios que parece estar trayendo a corto plazo para el turismo.
El oceanógrafo Fernando González Taboada y el Profesor de Data Mining Sixto Herrera, ambos miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han escrito un artículo en colaboración con la Cátedra Cambio Climático de la Universidad de Oviedo en el que advierten de que en las próximas décadas podría haber numerosos cambios en el clima de la región que podrían ser preocupantes.
Por lo pronto, la temperatura media está subiendo. En los últimos 50 años, ha aumentado 1,5 grados. Esta temperatura se alinea con las cifras medias del incremento en Europa, y el aumento se da sobre todo en primavera. Como explica Taboada, se están observando «primaveras más veraniegas y tasas de calentamiento altas». Esto, desde el punto de vista del turismo, está bien a corto plazo. El clima es más atractivo y atrae a la gente. Sin embargo, a medio plazo las cosas podrían torcerse.
Taboada señala que «indicadores como los extremos de temperatura y los de precipitación dan una señal bastante clara de que no estamos yendo a un escenario favorable sino perjudicial para algunas actividades». Porque no es solo el calor sino también las precipitaciones, que aunque tienen registros más erráticos y no señalan cifras claras y rotundas como las de la temperatura, apuntan a una disminución considerable en las próximas décadas. «No hay una tendencia clara en la cantidad total, pero sí mayor irregularidad en los patrones de lluvia, y aunque no se puede decir al cien por cien, hay muchos indicios de que podría disminuir».
¿Y esto qué implica?
«Afectará a todo lo que tenga que ver con el medio natural, como la disponibilidad y calidad del agua, los cultivos, las actividades agrícolas y ganaderas y el propio bienestar de la gente; es muy fácil pasar de ser un sitio agradable a poco atractivo; esto podría estar pasando en Asturias en unas pocas décadas», advierte Taboada.
El científico, además, muestra una opinión personal: «Echo de menos que se haga una reflexión en el sentido de que, pese a que a nosotros nos venga bien que llueva un poco menos y esté despejado, en otras partes las consecuencias son tremendas». Es decir, que el calentamiento global es un problema de todo el planeta, y por beneficioso que pueda parecer en un determinado momento y en un determinado lugar, hay que ver la afectación al resto de lugares.
Los firmantes del artículo consideran, asimismo, «desafortunada» la consideración de Asturias como refugio climático. Esta es una acepción que tiene una connotación social mucho más poderosa. Un refugio climático no es un lugar al que las personas acuden para vivir con más comodidad que en sus sitios de origen, donde hace más calor. Un refugio climático es el sitio al que acuden refugiados reales: personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares, su tierra, por hambrunas provocadas por la sequía o fenómenos devastadores como inundaciones o huracanes. Y Asturias, sostienen, está sujeta a problemas provocados por el cambio climático de la misma forma que otros muchos lugares del mundo.
Taboada valoró especialmente el servicio de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). «España cuenta con un archivo histórico muy bueno, que te proporciona una referencia para ser capaz de detectar el cambio». Esos archivos son los que permiten hacer observaciones a largo plazo. Hay datos desde hace varias décadas, que se pueden comparar con los actuales. Eso es lo que les permite afirmar inequívocamente el aumento de las temperaturas.
Las previsiones para lo que queda de siglo (que hay que tomar como tales, no como certezas) no invitan al optimismo: si no se toman medidas contundentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, las temperaturas podrían subir en Asturias 2,7 ºC al final del siglo , con veranos más calurosos, más extensos y frecuentes olas de calor.
Si, por contra, se tomaran medidas de mitigación, la región no se libraría de un aumento de la temperatura de al menos 1 grado. En cualquier caso, los días fríos serán menos frecuentes y las noches cálidas aumentarán.
¿Qué se puede hacer desde Asturias?
En primer lugar, no se puede obviar que el asunto del clima no se puede circunscribir a ninguna región en concreto. El CO2, independientemente de dónde se emita, se disuelve por todo el planeta, y para evitar que dañe a la atmósfera el compromiso ha de ser global. «Hace falta continuar e insistir en ello, y lograr un cambio de hábitos de la gente hacia las emisiones, pero en todo el mundo; es una cuestión cívica y de respeto a los demás», sostiene Taboada.
Con todo, cada territorio puede poner su grano de arena para evitar daños excesivos, y Asturias está en una situación excelente para hacerlo. Porque, en primer lugar, no falta compromiso. La propia Cátedra de Cambio Climático de la Universidad de Oviedo, con su portal interactivo con análisis climáticos y proyecciones específicas para Asturias, es un instrumento muy bueno para saber en qué situación estamos en cada momento.
Y, por otra parte, la región se presta a llevar a cabo soluciones basadas en la naturaleza. «Asturias es líder en conservación y designación de áreas protegidas, y ofrece un marco incomparable para la restauración de ecosistemas», subraya el científico. Pueden ofrecerse muchos incentivos para secuestrar carbono con plantaciones forestales, con desarrollo de algas en los estuarios y otras medidas que ayuden a reducir el impacto de las emisiones.
Por otra parte, está la posibilidad de desarrollo tecnológico. Asturias tiene importantes parques empresariales, empresas eólicas muy potentes a nivel mundial, y desarrollos en otros campos como el del hidrógeno.
Para Taboada, hay que tener en cuenta que «Asturias no es solo turismo: tiene una tradición industrial muy potente, y un pasado minero que ofrece muchas posibilidades, y muchas tecnologías que se están investigando». Es una época de cambios y, aunque hay una gran incertidumbre, junto a los problemas aparecen muchas oportunidades que no se deberían desaprovechar..