El desgarrador relato de un asturiano que presenció la tragedia del cayuco en la Isla del Hierro: «Se quedaron a dos metros de tocar tierra»

ASTURIAS

En el cayuco volcado en el puerto de La Restinga iban 160 ocupantes
En el cayuco volcado en el puerto de La Restinga iban 160 ocupantes Gelmert Finol | EFE

Javier Iglesias explica cómo «quisieron bajarse todos a la vez, a causa del pánico, de los nervios o de la alegría de llegar a tierra»

30 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Javier Iglesias, un asturiano que lleva viviendo siete años en la Isla del Hierro, escuchó los gritos desde su casa, a escasos metros del puerto de La Restinga. Lo que parecía otro desembarco habitual de migrantes acabó convirtiéndose en una tragedia: el accidente dejó siete fallecidos, tres niñas y cuatro mujeres adultas. «Vivo enfrente de donde sucedió la tragedia.  Ayer a las nueve y media de la mañana, oí gritos desde mi casa, me asomé a la ventana y ya vi que la salvamar traía un cayuco». Iglesias, sin pensarlo, salió hacia el puerto. «No dudé en coger mi coche y acercarme, que son dos minutos, y echar una mano lo que se puede».

«El cayuco se dio la vuelta mientras ellos están desembarcando y la mayoría de los migrantes se caen al agua y se les tira flotadores para intentar socorrerlos». La embarcación, que transportaba a unas 160 personas —muchas de ellas niños—, fue rescatada a unas siete millas de la costa por Salvamento Marítimo. En tierra ya aguardaban los equipos de Cruz Roja, sanitarios y Guardia Civil.  Además del dispositivo oficial, varios vecinos y profesionales del submarinismo colaboraron desde el primer momento.

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Una vez allí, Javier colaboró en lo que pudo. «Ayudé a empezar a sacar a los primeros migrantes, unos directos al hospital, porque salían en muy malas condiciones después de haber tragado agua y de venir de una travesía de unos cinco o siete días. Y otros, pues bueno, a las casetas o carpas que tiene aquí la Cruz Roja, donde se iba recibiendo la primera atención y se les iba cambiando de ropa».

La embarcación, que tenía techo —algo inusual en los cayucos—, quedó volcada durante más de media hora. Luego, volvió sola a su posición. «Dentro del cayuco aparecen otras quince personas que han quedado dentro con una burbuja de aire, porque el cayuco viene con techo. Se sacan personas con vida, pero hay personas que ya salen en parada y otras que ya salen fallecidas, entre los que se encontraban dos niñas de cinco años», señala el asturiano. «Cuando ya la situación estuvo más controlada, se empezó a cambiarles de ropa y a darles el primer alimento a todos principalmente los niños, que en esta ocasión venían unos 30 niños muy pequeños», afirma. Aun así Iglesias destaca que lo vivido provocó una movilización sin precedentes. Añade que en circunstancias como esta, «toda ayuda es poca».

Iglesias describe lo que pudo haber provocado el accidente: «El cayuco tiene techo, que no es lo habitual, y estaban todos subidos encima. Y entonces, la estabilidad del cayuco no es la misma a si estuviesen de pie en el fondo. Quisieron bajarse todos a la vez, a causa del pánico, de los nervios o de la alegría de llegar a tierra. Esto hizo que se quedasen a dos metros de tocar tierra después de cinco días».

En el cayuco volcado en el puerto de La Restinga iban unos 160 ocupantes
En el cayuco volcado en el puerto de La Restinga iban unos 160 ocupantes Gelmert Finol | EFE

Aunque no hubo desaparecidos, el pánico desató una situación crítica: «Había muchos padres buscando a los hijos, que entre 160 personas no se encontraban. Después de estar en tierra ya, querían saltar al cayuco para buscar a los hijos. Entonces, se vivieron situaciones de pánico y no saber muy bien cómo actuar». «Es impresionante los niños, que había niños muy pequeños, y cómo al momento estaban saltando, riéndose, felices, porque desconocen la situación y son muy pequeños para venir de una travesía de cinco días y vivir eso», lamenta Iglesias.

«El fenómeno migratorio lo llevamos viviendo los últimos tres años en este pueblo a lo bestia. Nos duele que haya sido noticia hoy, pero que mañana ya no nos escuche nadie», reflexiona Javier. «El 1 de octubre del año pasado se volcó un Cayuco completo a 20 millas de la costa. Como no fue dentro del puerto y no le vimos la cara directamente frente a frente a los migrantes, pues no se vive con la misma tristeza o impresión».

La familiaridad con el fenómeno ha cambiado su percepción: «Antes escuchaba arrancar la salvamar y me levantaba de un salto de donde estuviese.  Ahora estamos muy habituados, ya que el año pasado, en este pueblo, en el que somos 300 habitantes, llegaron 25.000 personas en cayuco». «Estamos ante un drama mundial que habría que buscar una solución y que no la tiene fácil», concluye Javier Iglesias.