Cloro, calor y comida fuera de casa: los peligros extras del verano para niños alérgicos

ASTURIAS

niños jugando en una fuente
niños jugando en una fuente FUCO REI

Las principales causas son los cambios de entorno, menor rigidez en la alimentación y mayor exposición a alérgenos debida a la relajación de las rutinas

18 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El verano es, para los niños, una estación distinta de las demás no solo porque hace más calor sino también porque las actividades y rutinas de todo el año se paralizan. Esto puede tener consecuencias negativas para la salud de aquellos que sufren algún tipo de alergia.

Así lo ha advertido recientemente la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). Los cambios del entorno y la alimentación, y una mayor exposición a alérgenos pueden provocar un incremento de las reacciones alérgicas, de ahí que la entidad recomiende extremar las precauciones.

En verano, según la SEICAP, aumentan los descuidos con la medicación y las ingestas accidentales en niños con alergias alimentarias. Además, la combinación del calor, el sudor y la exposición al cloro de las piscina favorece el aumento de las lesiones cutáneas en pacientes con dermatitis atópica o algún tipo de urticaria. Y un mayor tiempo al aire libre o en el mar propicia también que haya más picaduras de insectos o medusas, que pueden ser muy nocivas para niños con alergias.

El pediatra y profesor titular de la Facultad de Medicina y Ciencias de la salud de la Universidad de Oviedo, Juan José Díaz Martín, explica que existen muchos tipos de alergias, tanto respiratorias como digestivas, y aunque las respiratorias pueden ser más estacionales, no son exclusivas del verano.

El problema está en que «los chiquillos comen más fuera de casa, y entonces hay más posibilidades de que se relaje el control; al comer en restaurantes, siempre hay algo más de riesgo de que se produzca».

Caso aparte son las irritaciones en la piel. En este sentido, quizá su mayor enemigo se el cloro de las piscinas. La concentración del cloro de las piscinas puede ser más alta, y afectar a niños más sensibles, que sufren irritación en la piel y en los ojos; afecta sobre todo a niños con piel más sensible, con dermatitis o con eccema», señala el pediatra.

Su recomendación para estos casos es «en las piscinas, bañarse con gafas o incluso con tapones para la nariz, porque el cloro puede irritar la mucosa nasal». Y en el caso de que no se lo hayan protegido y tengan mucha irritación, lo más recomendable es «lavar con suero fisiológico o con productos de agua de mar purificado».

Finalmente, está el sol, que puede afectar a niños que tomen algún tipo de medicación, ya que algunos medicamentos «tienen reacción con el sol, y debe evitarse la exposición directa». En verano, están más tiempo expuestos al exterior, y además usan ropa de manga corta o sin mangas.

El sol, siempre con moderación

La prudencia con el sol no es solo cosa de los niños con alergias. Es cosa de todos. Díaz Martín señala, por una parte, que «el sol es muy beneficioso no solo por el calor que da sino porque es una fuente fundamental de vitamina D; necesitamos la exposición al sol, es indispensable para nuestra salud ósea inmunitaria».

Sin embargo, hay una cuestión importante: una exposición breve es suficiente para hacer ese acopio de vitamina D. «No necesitamos estar dos horas al sol, basta con solo 15 minutos». Lo que sí ocurre es que la exposición excesiva de la piel al sol «genera riesgos de cáncer».

Entonces, según el pediatra, «hay que protegerse, intentar evitar exponerse directamente en las horas centrales del día» y «los menores de 6 meses no deberían ponerse nunca al sol, ni con fotoprotectores» porque contienen productos químicos perjudiciales. A partir de los 6 meses, sí se pueden usar, y es recomendable que sean resistentes al agua.

Otra cuestión es cómo aplicar la crema. No basta con ponerla nada más llegar a la playa y olvidarse de ella. El ideal es aplicar el fotoprotector antes de ir a la playa y reponerlo aproximadamente cada dos horas. Y es muy importante, explica el profesor, proteger con un gorro la cabeza de los niños, porque es una zona muy sensible al sol.

En todo caso, la recomendación pasa por moderar la exposición, que es la mejor manera de proteger a los niños. Y en el caso de que, por las circunstancias que sea, estén mucho tiempo expuestos, usar los fotoprotectores adecuados todas las veces que sea necesario.

Los beneficios del mar

La otra cara de la moneda es el agua del mar. Si el cloro de la piscina puede ser perjudicial para pieles atópicas o con algún tipo de problema, la salinidad del mar puede resultar muy beneficiosa o, como mínimo, no tener contraindicaciones. Tanto para la piel como para las mucosas nasales. Según Díaz Martín, hay excepciones como «urticarias a frígore», que son irritaciones de la piel producidas por el agua fría, pero son «muy poco frecuentes».

En todo caso, lo razonable es no perder los buenos hábitos que se han adquirido durante el curso y estar un poco más atentos a un entorno al que los niños no están tan acostumbrados. Con prudencia y sentido común, todos podrán disfrutar de la que, sin duda, es una de sus estaciones favoritas.