María Ángeles Valle, esposa de un enfermo de alzhéimer: «No quiero meterlo en una residencia, quiero agotar todas las posibilidades mientras se defienda»
ASTURIAS
En el Día Mundial del Alzhéimer, recuerda la importancia del apoyo de la familia y de las asociaciones para hacer frente una enfermedad que trasciende de quien la padece a quienes conviven con él
21 sep 2025 . Actualizado a las 09:25 h.Hoy, 21 de septiembre, es el Día Mundial del Alzhéimer, el día que nos evoca que pelear contra el olvido es duro, muy duro. Lo es para quien padece alguna de las enfermedades que te condenan a no recordar ni como llevar la cuchara a la boca, sobre todo cuando aún tienen conciencia de los olvidos, y lo es para su familia cuando tratan de hacer frente y contener lo imparable. Mª Ángeles Valle Alonso, esposa de un enfermo de alzhéimer, se limita a decir con resignación que «el día a día es complicado» por cómo tiene que ir afrontando la convivencia, cuando percibe que su marido cada vez se va haciendo más introvertido y la enfermedad también le genera un deterioro físico.
Mª Ángeles y Francisco se vinieron a vivir a Gijón desde Madrid hace año y medio tras casarse su hijo y venirse este a vivir a Asturias. «Es nuestro único hijo y en Madrid cada vez nos sentíamos más solos porque nuestros amigos o se fueron o han fallecido, así que decidimos venir porque, además, nuestro hijo nos decía que íbamos a ganar en calidad de vida», relata Mª Ángeles, que añade que Francisco ya venía con un diagnóstico de alzhéimer porque hace dos años «empezó a decir que se le olvidaban las cosas y el médico de cabecera lo mandó al neurólogo». Las pruebas que le realizaron en el Hospital de Alcorcón, donde vivían anteriormente, determinaron que había un alzhéimer incipiente que, por la edad de su marido, 85 años, y con el tratamiento farmacológico que toma está bastante estabilizado. «Por el momento la enfermedad no va de prisa. Está en grado 2, pero irá a más», señala la misma, que agrega que ya tiene reconocido cerca de un 40% de discapacidad.
Reconoce Mª Ángeles que, aunque tiene que ayudar a su marido a ciertas cosas, «como terminar de afeitarse, porque ya no lo hace del todo bien», casi lo que peor lleva ella es que le pregunte o le diga algo reiteradamente. «Él es muy repetitivo y yo muy impulsiva, así que a veces hasta le contesto mal», comenta con pesar a sabiendas de que el actuar o comportamiento de su marido es debido a su enfermedad. Una enfermedad que percibe más allá del deterioro mental porque, apunta, Francisco «se va deteriorando casi más físicamente que psíquicamente». De hecho, indica que, aunque él no lo quería, ya requiere un bastón para caminar porque su musculatura se va debilitando.
«Intentamos, entre comillas, hacer una vida normal»
La lucha de Mª Ángeles y Francisco contra la enfermedad de este la mantienen a diario «intentando, entre comillas, hacer una vida normal», por lo que él se anima a salir todos los días por la mañana a pasear y después toman un café antes de volver a casa. No obstante, otra consecuencia que ella percibe de la enfermedad de su marido es que «le cuesta relacionarse con las amistades».
Para Mª Ángeles es un apoyo muy grande tener a su hijo y a la familia cerca y que acudan a menudo a visitarles. «Me animan mucho», manifiesta la misma que pese a lo complicado que admite que puede llegar a ser el día a día, por el momento descarta ayuda externa para casa o meterlo en una residencia: «me han ofrecido una persona para casa, pero de momento hay muchas cosas que hace él y si se lo hace otra persona va a dejar de hacerlo», analiza Mª Ángeles, que también rechaza la segunda opción: «no quiero meterlo en una residencia, quiero agotar todas las posibilidades mientras se defienda», apostilla. Además, tiene muy en cuenta que su marido «tiene miedo a que lo deje solo».
La ayuda que sí considera «muy importante» a día de hoy es la de la Asociación Democrática Asturiana de Familias con Alzheimer del Principado de Asturias (Adafa), asociación a la que acude a diario tres horas por la tarde para participar en el taller de psico-estimulación. Mª Ángeles comenta que, aunque su marido era reacio a ir al principio, «el mes de agosto lo pasó preguntando cuando volvía a empezar, aunque ahora vuelve a quejarse por ir».
Mientras, Mª Ángeles trata de mantenerse activa, saliendo con su hermana por Gijón o yendo a visitar los miércoles a las amistades que tiene en Villaviciosa, de donde ella es natural: «te adaptas a la situación según avanza la enfermedad», concluye la misma.