El festival secreto Motaland renace en Belmonte de Miranda

ASTURIAS

Festival Motaland
Festival Motaland

La banda asturiana Mota Blues presentó en Agüerina su último álbum, «Fumetamorfosis», en un encuentro que quiso «dar un puñetazo de libertad encima de la mesa»

06 oct 2025 . Actualizado a las 14:14 h.

Es tiempo de festivales. Eso nadie lo duda. Los acontecimientos musicales proliferan por todas partes y convocan a cada vez más gente. La mayoría son eventos de grandes dimensiones, multitudinarios, con una organización rígida y pulcra: pulseras, automatización y mucho orden. Pero no todos son así. Hay uno que, como la aldea gala de Asterix, resiste las tendencias del invasor, y quiere conservar el espíritu de los festivales de los años 60, cuyo ejemplo más visible es el legendario Woodstock, combinado con una cultura rave más actual. Se trata de Motaland, un festival con un tamaño y unas intenciones mucho más modestas que los grandes eventos, organizado por la banda asturiana Mota Blues. ¿Y qué lo hace diferente? Que es itinerante y con ubicación secreta, limitado a 200 personas. Este año se celebró en Agüerina, en Belmonte de Miranda, a orillas del río Pigüeña.

Como explica Chino El Indio, cantante y guitarrista de la banda, decidieron hacer un festival de estas características debido a sus «tendencias antisistema. En Mota Blues hay algo tan importante como la música y es el rechazo al capitalismo salvaje y la cultura hipertecnológica actual; nos gusta que nuestro público pueda sentirse en un entorno natural y libre, y conseguir eso es mucho más fácil de esta manera». Su público es «muy furgonetero y pasota» y «no tiene problema en desplazarse con su tienda de campaña o su vehículo a donde haga falta».

Festival Motaland
Festival Motaland

El primer Motaland tuvo lugar en 2019 en Siero. Tras unos años que celebraron Fire Forest Fest, fiestas similares ubicadas siempre en Paraes (Nava), retomaron este año la idea de Motaland para presentar su disco «Fumetamorfosis». «Lo que perseguimos con esta ceremonia es sacar al oyente a otra realidad, no solo llevarle a un concierto. Por eso cuidamos mucho todo lo referente a la escenografía. Queremos que en Motaland, un mundo lisérgico inunde todos tus sentidos. Cogollos de poliuretano de más de 2 metros y medio, sombrillas que son setas, atrapasueños en los árboles, vidrieras con luces que cambian de color haciendo honor al club de los 27, una máquina de humo que es un canuto gigante…; en el primer festival llegaron a disparar 32.500 papeles de liar con un cañón casero. La idea es que el público se sienta como Alicia en la madriguera», explica Chino el Indio. Toda una declaración de intenciones.

En esta edición el grupo tocó con banda grande. Mota Blues funciona como «una cooperativa de colegas músicos» y, según a qué bolo, se desplazan unos u otros. Para esta ocasión, además del cantante, estuvieron sobre el escenario Christian Ramos, Álex Petu, Nel de Purnea, Pablo Canalís, Leti Cienfuegos, San Jujus y Gary Parfitt. Además de los anfitriones, actuó la banda Pesto Sin Pasta y también hubo sesiones de DJ a cargo de Sergio Absolutt, Miki Navaja, Captain Howdy, Mountain Queen y Maly de Malicia.

Festival Motaland
Festival Motaland

Pero lo que más destacaron todos los asistentes fue la convivencia. Un ambiente cercano y participativo, en el que todo el mundo se sintió como en casa. De hecho, una de las diferencias con otros festivales está, precisamente, en que ofrecieron comida casera preparada allí mismo. Y las bebidas, que en los grandes festivales suelen tener precios prohibitivos, no pasaron de los 2 euros. Y el merchandising quisieron que también participara del mismo carácter: casero y auténtico. Todos los productos -camisetas, cajas artesanales y otros artículos-habían sido elaborados a mano: se convirtieron así en piezas únicas, que solo allí y en aquel momento podían conseguirse. Una buena forma de subrayar la autenticidad del festival.

La clave de Motaland es que su objetivo final no es recaudar, sino «dar un puñetazo de libertad encima de la mesa; somos contracultura, somos rock del que molesta y no te roba, somos rock donde no te cachean a la entrada, somos rock donde puedes hacer lo que te dé la gana sin molestar a los demás. Somos la raveros de rock», concluye Chino El Indio.