«Dejar de fumar tiene beneficios desde el primer minuto de abandono»

Manuel Noval Moro
Manuel Noval Moro REDACCIÓN

ASTURIAS

José Manuel Iglesias y Raquel García
José Manuel Iglesias y Raquel García

La Unidad Especializada de Tabaquismo del Área Sanitaria IV ha ayudado a muchos fumadores a abandonar para siempre el hábito del tabaco

19 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La Unidad Especializada de Tabaquismo del Área Sanitaria IV de Asturias ha ayudado a muchas personas del centro de la región a dejar de fumar. Sus responsables, la enfermera especialista en Tabaquismo Raquel García García y el médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria José Manuel Iglesias Sanmartín, creen firmemente en lo que hacen y animan a todo el mundo a dar el paso. Porque, como señala la propia Raquel, «dejar de fumar tiene beneficios desde el primer minuto de abandono».

Eso no significa que sea una decisión fácil. «Es importante aclarar que fumar no es un simple hábito, sino un trastorno adictivo crónico relacionado con el consumo de nicotina; esto implica que el tabaco modifica de forma duradera los circuitos cerebrales, generando una dependencia que va mucho más allá de la costumbre», explica el médico. En este proceso entran en juego dos mecanismos clave: el automatismo y el condicionamiento.

El automatismo significa que la persona repite el gesto de fumar miles de veces al año, hasta que se convierte en una acción que el cerebro ejecuta casi en piloto automático. En cuanto al condicionamiento, hace que el tabaco se asocie a situaciones cotidianas como tomar café, hacer una pausa o hablar por teléfono. Así, cada vez que aparecen esas situaciones, el cerebro reclama el cigarrillo. Por eso ambos insisten en que dejar de fumar no es cuestión de olvidarse de un día para otro ni de pura fuerza de voluntad, sino de reentrenar el cerebro, romper esas asociaciones y aprender nuevas respuestas, algo en lo que ellos acompañan y guían.

Lo primero que hacen con cada persona que llega es felicitarla. «Decidir dejar de fumar es un paso vital que te hará vivir más y mejor. También es importante tranquilizarlas: hasta un 70% de las personas fumadoras se plantea dejarlo, pero muchas no saben cómo hacerlo y surgen miedos muy comunes: no conseguirlo, pasarlo mal, no saber vivir sin tabaco o, en el caso de muchas mujeres, la temida ganancia de peso, una causa frecuente de recaída. Por eso planificar y acompañar cada intento es clave: con apoyo profesional las probabilidades de éxito se multiplican», asegura la enfermera.

La valoración inicial es siempre individual. Diseñan un plan personalizado según las referencias, la disponibilidad laboral y la situación clínica, y deciden si el seguimiento será individual o grupal. De media, suelen realizar seis sesiones presenciales: tres de preentrenamiento (aún fumando) y otras tres ya sin fumar. Después, adaptan los seguimientos a cada persona, de forma presencial, telemática o incluso por WhatsApp.

«Es un proceso que lleva tiempo, pero el secreto está en ayudar a ver todo lo positivo que se gana al dejar de fumar, en lugar de centrarse únicamente en lo que se pierde»

Para lograrlo, la planificación es fundamental, ya que muchas personas no saben por dónde empezar. Su enfoque combina terapia cognitivo-conductual y tratamiento farmacológico, teniendo en cuenta que los fármacos son solo una herramienta más: lo esencial es el trabajo psicológico para afrontar los miedos y sobrellevar mejor el proceso de abandono.

Dividen la intervención en distintas etapas: primero, que la persona conozca a fondo el problema; después, enseñarla a desautomatizar esos gestos repetidos durante años y a normalizar su vida sin tabaco; y, finalmente, ayudarla a mantenerse sin fumar a largo plazo. «Es un proceso que lleva tiempo, pero el secreto está en ayudar a ver todo lo positivo que se gana al dejar de fumar, en lugar de centrarse únicamente en lo que se pierde», explica la enfermera.

La dependencia física de la nicotina desaparece en pocas semanas, pero la psicológica —los hábitos, las rutinas y las emociones asociadas al fumar— suele mantenerse mucho más tiempo. «Por eso algunas personas pueden sentir deseos incluso años después. La buena noticia es que, con apoyo adecuado, la mayoría empieza pronto a ver los beneficios reales de haber dejado el tabaco y a vivir con mucha más libertad, sin la sensación constante de atadura, aunque conviene estar siempre alerta frente a las recaídas», señala el médico.

Raquel García subraya que «nuestro cerebro da más valor al placer inmediato que a los beneficios futuros, y por eso dejar de fumar puede parecer más sufrimiento que seguir fumando». Para cambiar esta percepción, añade, es necesario «modificar el enfoque: dejar de fumar no es solo evitar enfermedades futuras, sino ganar desde hoy mismo: respirar mejor, recuperar el gusto y el olfato, ahorrar dinero (hasta 2.000 euros al año), mejorar el aspecto físico (piel más luminosa, aliento fresco), sentirse con más energía y con mayor control sobre uno mismo. El bienestar empieza en el presente, no dentro de 20 años«.

Cada intento de dejarlo «no es un fracaso, sino un aprendizaje: cada experiencia hace a la persona más experta en el proceso de dejar de fumar»

El perfil de las personas que atienden es muy variado: algunas llegan por problemas de salud, otras por mejorar su bienestar físico, por razones económicas, por una promesa a un familiar, por sus hijos o nietos, o simplemente porque no quieren seguir sintiéndose esclavas del tabaco. No es raro que acudan personas que ya lo han intentado varias veces sin éxito y viven ese esfuerzo como un fracaso. Los responsables de la unidad insisten en que «cada intento no es un fracaso, sino un aprendizaje: cada experiencia hace a la persona más experta en el proceso de dejar de fumar».

La edad media de las personas atendidas ronda los 52 años, aunque les gustaría que acudieran más jóvenes. Pero, a edades tempranas, la percepción del daño del tabaco es baja o distorsionada. Además, más del 50% de sus pacientes tiene diagnosticada alguna patología mental. El porcentaje de mujeres es ligeramente superior al de hombres. La mayoría se inicia en el consumo en la adolescencia, entre los 13 y 16 años, y cuanto antes se empieza, mayor es la probabilidad de desarrollar una adicción: alrededor del 80% de quienes fuman a diario acaban siendo dependientes de la nicotina. El consumo diario de tabaco es del 28% en Asturias, muy similar al conjunto de España (26%). Fuman más los hombres que las mujeres en todos los grupos de edad (alrededor de seis puntos porcentuales por encima), salvo entre los jóvenes de 15 a 25 años, donde se igualan.

A los profesionales les preocupa el aumento del vapeo,  «que puede convertirse en una nueva puerta de entrada a la nicotina»

Aunque hoy se fuma menos que antes, sobre todo entre adolescentes y jóvenes, les preocupa el aumento del vapeo, «que puede convertirse en una nueva puerta de entrada a la nicotina». Los consumidores de estos dispositivos suelen ser jóvenes y adolescentes, etapas en las que el abandono del consumo rara vez es prioritario. Además, están observando un incremento de casos en adultos que utilizan productos alternativos con nicotina, como tabaco calentado, vapeadores y bolsitas de nicotina, que tampoco son inocuos.

La nicotina, en términos generales, es una sustancia estimulante: los fumadores dicen que los despierta, ayuda a mejorar la memoria o a lidiar con el estrés, aunque, como sostiene la enfermera, «lo que realmente sucede es que están atenuando los síntomas del síndrome de abstinencia». Es decir, fumar relaja solo porque alivia el ansia de fumar.

En el consumo intervienen varios neurotransmisores, entre ellos la dopamina. Cada cigarrillo provoca subidas y bajadas rápidas, manteniendo al cerebro «enganchado» y, cuando los niveles bajan, aparece el deseo intenso de fumar y la incomodidad de la abstinencia. «Ese sube y baja de dopamina que provoca la nicotina no solo genera adicción física, sino que también refuerza la dependencia psicológica. Con cada cigarrillo, el cerebro asocia fumar a momentos de placer, descanso o recompensa, y la persona empieza a sentir que necesita el tabaco para manejar emociones, estrés o simplemente para sentirse bien. Para muchas personas, el cigarrillo se convierte en un compañero constante, casi como un ‘amigo’ que está presente en todas las situaciones de su vida», concluye Raquel García.

La Unidad de Tabaquismo ofrece una ayuda profesional y humana al mismo tiempo, con un enfoque en la libertad y el bienestar, gracias al cual muchas personas han conseguido librarse para siempre de ese mal amigo que es el cigarrillo.