Mónica Hevia, enferma de cáncer de mama: «Hay que pensar que la supervivencia a día de hoy es muy alta»

Carmen Liedo

ASTURIAS

Mónica Hevia, enferma de cáncer de mama
Mónica Hevia, enferma de cáncer de mama

Hace dos años se detectó un bulto en el pecho izquierdo por el que tuvo que someterse a una mastectomía radical y vaciamiento axilar total. Tras las sesiones de quimioterapia y radioterapia, tiene un tratamiento hormonal que deberá seguir durante, al menos, 5 años

18 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay fechas que se quedan grabadas a fuego y el 23 de noviembre de 2023 es la que lleva grabada Mónica Hevia, gijonesa de 49 años, por ser el día en el que, tras hacerle una mamografía y una ecografía, le confirmaron que aquel bulto que se había notado en el pecho izquierdo unas semanas atrás «era malo». Casi dos años después de aquel primer diagnóstico, en pleno tratamiento hormonal, tras una mastectomía radical y vaciamiento axilar total, 11 sesiones de quimioterapia, 15 de radioterapia y muchos efectos secundarios, Mónica se anima a dar su testimonio de lucha contra el cáncer de mama, contra esa enfermedad de la que fueron diagnosticadas casi 900 mujeres el pasado año en Asturias. Y lo hace, precisamente, porque uno de los objetivos de cada 19 de octubre, Día Mundial contra el Cáncer de Mama, es visibilizar y sensibilizar sobre la realidad de esta enfermedad. Ella lo hace, además, porque piensa que su testimonio puede ser de ayuda para mujeres que han recibido el diagnóstico recientemente y con las que empatiza porque sabe, por propia experiencia, que pueden estar invadidas por el miedo y la incertidumbre. Unos sentimientos que combate con dos frases claves que deja al contar su historia: la primera, «hay que tener siempre ganas de vivir»; la segunda, «hay que pensar que la supervivencia a día de hoy es muy alta».

Mónica relata su historia desde la tranquilidad, pero, a vez, con voz emocionada, porque el cáncer de mama afecta a nivel físico, pero también a nivel mental y emocional, así que «hay días que me cuesta hablar de ello y otros días lo sobrellevo mejor y hablo de lo que me pasa sin problema», comenta, a lo que añade que, en esos días malos, en los que ni siquiera le apetece levantarse de la cama, saca fuerzas para salir. «Me obligo, porque en la lucha contra esta enfermedad hay que obligarse a estar bien y salir, aunque no te apetezca».

Como se decía anteriormente, su lucha comenzó hace dos años. Mónica se hacía revisiones periódicas y unos meses antes, incluso, se había realizado una mamografía en una clínica privada sin que apareciera nada sospechoso. Pero en octubre de 2023, de forma casual, se detectó un pequeño bulto en el pecho izquierdo. «Noté una pequeña canica», señala, por lo que decidió volver a pedir cita médica en la misma clínica. «El 23 de noviembre de 2023 me hicieron una mamografía y después una ecografía y me dijeron que era malo», cuenta la misma, que poco después se sometió a una biopsia para saber «el nombre y apellido» de aquel bulto. El diagnóstico fue «un carcinoma localizado» que, en un principio, «no parecía el peor».

Tras ese primer diagnóstico, Mónica acude a la Unidad de Mama del Hospital de Cabueñes, donde le repiten la biopsia y le hacen un estudio completo para saber el alcance del bulto: «en un par de meses había pasado a los ganglios de la axila y uno de los tumores era metastásico», explica la gijonesa, que, en vista de que «el tumor era más complicado de lo que se esperaba», tuvo que someterse a una mastectomía radical de la mama izquierda y vaciamiento axilar total, tras lo cual recibió 11 sesiones de quimioterapia y 15 de radioterapia. «Terminé en septiembre de 2024 y desde entonces estoy con medicación hormonal», indica Mónica Hevia, a la que ya le han avanzado los profesionales de oncología que tendrá que estar, al menos, 5 años con ese tratamiento «porque al ser joven hay más probabilidades de que pueda reproducirse, por lo que el tratamiento puede ser de más años», añade.

«No puedes tener una vida normal»

Pero esta nueva etapa de tratamiento está siendo una etapa de superar otros miedos e incertidumbres: «cuando terminas la quimio y la radio, te quedas desubicada y hasta un poco desamparada, con otros miedos y un montón de efectos secundarios», manifiesta Mónica, que comenta que la inquietud surge de no tener citas médicas y revisiones tan seguidas como antes, sino al cabo de varios meses. Y eso sumado a que «no puedes tener una vida normal», ya que según dice a nivel físico aún tiene mucho dolor en el brazo, además de todas las precauciones que tiene que tomar porque «al no tener ganglios, tengo muchos más riesgos», precisa.

Un cambio de vida que la mantiene en situación de baja laboral y a la espera de pasar un tribunal médico ante las dificultades que le supondría tener que volver a su puesto de trabajo como técnico de emergencias sanitarias, en concreto, conduciendo una ambulancia. «Mi trabajo es muy físico porque tengo que trasladar a personas y para ello hay que estar al cien por cien y yo no lo estoy cuando todavía estoy intentando recuperarme y tengo bastantes secuelas físicas como consecuencia de la enfermedad», argumenta Mónica, que añade que aún está a la espera de que la llamen para hacer rehabilitación en el Hospital de Cabueñes. «Pero es una fisio especialista en oncología la que tiene que hacerlo y somos muchas, así que hay que esperar una barbaridad», apunta con resignación.

«Y psicológicamente también afecta mucho», asevera Mónica Hevia, que matiza que «el día a día es duro para una misma y para los que están alrededor». En este sentido, se siente afortunada de contar «con mucho apoyo familiar y de amigos», a los que de alguna manera trata de proteger y, de hecho, reconoce que cuando tuvo el diagnóstico «mi preocupación era que ellos no se sintieran mal, por lo que le restaba importancia a lo que me pasaba: les decía que era un bulto, que iríamos paso a paso, que me lo iban a mirar…», cuenta Mónica, que ahora percibe que ella también creía que iba a ser así porque «no me esperaba como fue la evolución». No obstante, señala que «siempre he intentado ser muy positiva y sacar una sonrisa delante de mi familia», pese a que «los dolores articulares y musculares son tremendos» y que son muchos los efectos secundarios que se nota, «como la piel seca, problemas en la boca o pérdida de memoria».

La asociación, un apoyo fundamental

Pese a todo, relata que «procuro no quedarme quieta» porque sabe que «el ejercicio físico es importante para no quedarme entumecida», ejercicio que combina con una alimentación saludable. Y a estar más activa la ha ayudado haber acudido a la delegación de Gijón de la Asociación Española contra el Cáncer. «Me viene bien estar en la Asociación porque hablas con gente que está pasando por ello y nos apoyamos unas en otras», traslada Mónica Hevia, que pone muy en valor que en la asociación haya talleres ocupacionales «que ayudan a despejar la cabeza». También destaca que ponen a disposición de las personas que padecen cáncer de forma gratuita recursos, servicios y tratamientos que, a ella, en concreto, le han servido mucho, por ejemplo, con la psicóloga oncológica, la fisioterapeuta oncológica para iniciar la rehabilitación del brazo que le ha quedado afectado de la operación, la logopeda para tratar la disfagia de la que ha quedado afectada o la nutricionista para saber que alimentos debe comer y cuáles no. «Porque la Seguridad Social hay que cuidarla muchísimo porque es un lujo la sanidad que tenemos, pero no llegan a todo, no te dan una atención integral de todo lo que se necesita», manifiesta la misma, que entiende que la Asociación es un complemento importantísimo «que a mí me ha venido muy bien».

Por eso anima a acudir a quien en estos momentos esté haciendo frente a un cáncer y necesite ayuda. «Es imposible no pensar en la enfermedad, pero hay que intentar despejarse y evadirse de la situación y, sobre todo, buscar apoyo», aconseja Mónica Hevia, que, sobre todo, quiere que esas personas tengan claro que «no están solas: en la asociación van a encontrar la puerta abierta y tienen que confiar en los médicos». Y la misma incide en la importancia del estado emocional y de «no encerrarse en uno mismo», porque considera que «tener una buena actitud influye en la curación». Así, a todas las personas que están pasando por momentos difíciles por padecer una enfermedad les dice que «hay que tener siempre ganas de vivir» y para las que padecen, en concreto, cáncer de mama las anima: «hay que pensar que, por suerte, a día de hoy la supervivencia es muy alta».