El adiós de La Gran Vía tras casi cuarenta años endulzando la vida de Salas

Marcos Gutiérrez REDACCIÓN

ASTURIAS

Gustavo Fernández y Vidalina Fernández echan el cierre a su confitería en Salas, La Gran Vía, después de 37 años
Gustavo Fernández y Vidalina Fernández echan el cierre a su confitería en Salas, La Gran Vía, después de 37 años

El 30 de noviembre, Gustavo Fernández y Vidalina Fernández echan el cierre por jubilación de esta emblemática confitería tras 37 años al pie del cañón. «Más que un trabajo ha sido una forma de vida», explican sus dueños.

28 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La confitería La Gran Vía, un auténtico ancla de la localidad durante casi cuatro décadas, echa el cierre por jubilación de sus dueños, Gustavo Fernández y Vidalina Fernández. Atrás queda el cariño de los salenses, jornadas de dos dígitos en la mayoría de las ocasiones y la satisfacción por el trabajo bien hecho, endulzando el día a día de los vecinos, no solo con pasteles, sino también con amabilidad y honradez.

Gustavo Fernández atiende a La Voz con gran amabilidad y con esa curiosa mezcla de ganas de que llegue la merecida jubilación y melancolía «después de llevar 37 años con la confitería». La fecha en que la colgarán el cartel de cerrado por jubilación «la estás esperando con ansia, pero luego tienes ese otro lado que te da pena también».

Y es que supone «dejar atrás muchas cosas, vivencias, experiencias y a muchos amigos aquí». Este experimentado profesional explica que «el domingo 30 de noviembre es el último día y se abrirá un poquito para el vermú».

«Mucha pena» por el cierre entre la clientela

Comenta, en este sentido, que los clientes les trasladan, sobre todo, «mucha pena» por el cierre. Y es que, «cualquier negocio que se cierra en una villa pequeña, como ocurre aquí en Salas, es una pena porque equivale a quitar servicios».

Para esta pareja de hosteleros la confitería La Gran Vía «más que un trabajo ha sido una forma de vida». No en vano, cuando «haces horas y horas» en un negocio propio que te gusta, las interminables jornadas parecen menos largas y los parroquianos, poco a poco, pasan a «formar parte de tu entorno, de tu familia... todo va englobado».

Explica que la idea de inaugurar La Gran Vía nació por la insistencia y buen ojo de un familiar. «Yo tenía un tío que había tenido una pastelería y surgió hablando un día con él», afirma. «Surgió cuando íbamos a casarnos, ya que tenía trabajo pero quería buscar algo mejor», añade. Este familiar les comentó «que no nos preocupáramos, que él nos enseñaba».

«Los negocios de hostelería no son fáciles, son muchas horas y esfuerzo»

Con determinación, Gustavo y Vidalina decidieron acudir a formarse «a una escuela de hostelería en León y luego ya empezamos. Pero el que realmente nos empujó y ayudó de verdad fue el tío por parte de mi padre».

Considera que, en cualquier negocio, pero más en uno relacionado con la hostelería y la pastelería, «sin duda, conviene tener un poco de experiencia previa». Y es que «no tienes experiencia y es todo muy duro y complicado, porque no empiezas claro económicamente».

Él y su mujer empezaron primero «en un localito pequeño de alquiler, luego compramos uno en una casa aquí pegada, hicimos la obra y el tema fue mucho mejor». Desde su emplazamiento en la calle La Pola de Salas han logrado convertirse en una seña de identidad de la localidad. Una de esas que, cuando falte, va a dejar un hueco muy grande. Y no precisamente en el sentido físico de la expresión.

Gustavo Fernández resalta que ya ha habido «gente que preguntó por el local, pero de momento no hay nada concreto». En este sentido, considera que «los negocios de hostelería no son fáciles, son muchas horas, suponen mucho esfuerzo y necesitas trabajadores para estar ahí». Y es que «los chavalitos, que son los que tendrían que tirar por una cosa de estas, quieren tener su horario».