Las mujeres mandan en la sostenibilidad

Elena Plaza REDACCIÓN

ASTURIAS CON R

Participantes en Quinta Circular
Participantes en Quinta Circular ELENA PLAZA

El programa Quinta Circular, promovido por Impulsa Gijón y Enviroo, cuenta con una alta participación femenina en la dirección de estos proyectos

22 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Emprender en economía circular ya es una realidad. Hay quien emprende puramente desde lo empresarial, pero hay quien le da un valor añadido a ese emprendimiento, conjugando aspectos como lo medioambiental y lo social. Así lo han demostrado los ocho proyectos que tomaron parte en el programa Quinta Circular, promovido por Impulsa Gijón y Enviroo, primer portal de empleo y emprendimiento en el sector ambiental. Es la primera experiencia de este tipo que se lleva a cabo en Asturias, y destaca el elevado número de mujeres que dirigen estos proyectos.

A lo largo de dos meses ocho emprendedores han trabajado diversos aspectos desde la perspectiva de la circularidad, la empresa social y la sostenibilidad, recibiendo más de 20 horas de formación, otras tantas de mentorizaciones y diversas charlas.

Y es que «el futuro es circular», afirma Marta Arango, técnica de la Fundación para el Fomento la Economía Social, que ha seguido muy de cerca todo el proceso, señalando la estrecha relación que hay entre este modelo económico de la circularidad y el trabajo cooperativo que se lleva a cabo desde la economía social. Aunque se da el caso de algunas de las personas emprendedoras que participaron en este programa que comulgaban con estos principios sin saber que lo que hacen es circular. Algo común a muchas empresas también.

La circularidad en el ADN

El concepto «economía circular» es relativamente nuevo. Fue Ellen MacArthur quien lo acuñó y lo puso de moda aunque, en el caso de Dalia Monge Suárez, socia de la empresa de educación ambiental Mendroyada, lo lleva casi en el ADN, puesto que afirma que «toda la vida trabajé en economía circular, aunque antes lo llamaban biosocial o de otras formas. Siempre lo hemos aplicado en nuestra propia gestión interna».

El proyecto de Monge consiste en un Festival de cine ambiental bajo la denominación Green Shoul Festival, que surge de «la necesidad que vemos de difundir experiencias en positivo. El cine es un medio potencial de comunicación emocional que puede agitar conciencias con más eficacia que otras herramientas. Permite contar problemas complejos y soluciones complejas y orientar hacia dónde ir. A veces no actuamos porque no sabemos hacia dónde ir», señala. De hecho contempla realizar otro tipo de actividades complementarias que abunden es las temáticas tratadas, aportando ideas fáciles de replicar. Sería el primer evento de estas características en el norte de España, aunque ya existen iniciativas similares en otras zonas del estado y del mundo.

Beatriz Prieto ya había participado con Enviroo en un Green Weekend y afirma que cuando conoció el extrusor de Mahor para la impresión en 3D «me pareció una oportunidad buenísima para usar plástico reciclado». Ha conseguido desarrollar una idea de negocio, aún sin validar, enfocado en los regalos promocionales y de merchandising, que «produce muchos objetos de plástico virgen y con una utilidad limitada que acaba en la basura. Esto es mala imagen para las empresas de la economía verde y social y medioambientalmente responsables», explica. Su proyecto pasa por el diseño y fabricación de productos totalmente personalizados, realizados a partir de plástico reciclado, evitando los plásticos de un solo uso, que den una segunda vida a otros productos. Inspiración plástica es el nombre que define su proyecto.

Kalmak es la iniciativa de Eve Blanco, arquitecta especializada en bioconstrucción. Para ella emprender en economía circular está claro: «me decidí por conciencia medioambiental, porque el sector de la construcción es totalmente insostenible. En Europa consume el 40% de los recursos y genera el 40% de los residuos». Blanco aprovecha en sus diseños materiales fácilmente reciclables y reutilizables que «se están echando a perder, como las balas de paja». El objetivo es que el consumo de la vivienda sea casi nulo porque «una vivienda que no consume es una vivienda que no contamina y que aporta ahorro a nuestros bolsillos».

De hecho Blanco tiene claro que «si queremos contribuir a cambiar la realidad en la que vivimos es importante que incorporemos la conciencia medioambiental en nuestros negocios y procederes cotidianos».

Inés Heredia y Penélope Fernández también aprovechan materiales ya disponibles como es la lana para Kulyana (que suma el proyecto de Heredia Feltai). El suyo es un proyecto que une tradición con modernidad e innovación, basándose en la técnica de la lana fría con un proceso de investigación para dar lugar a un género destinado a la confección y con el plus de elaborar una guía de asesoramiento para los diseñadores sobre cómo trabajar con este material. El producto y todo su proceso de elaboración es circular en sí, con cero residuos ya que se aprovecha toda la fibra de las ovejas (xalda y merino, apoyando una raza en peligro de extinción como es la primera y buscando productores fundamentalmente en España y Europa), así como el agua con el que se lava. Y una vez llegado al fin de vida puede ser reciclado o compostado. Además, se adapta la tela al patrón, y no al revés, con lo que se desperdicia menos aún.

Destacan tanto los organizadores como los participantes las sinergias que han ido surgiendo en estos dos meses, y una de ellas es también la colaboración de Kulyana con Mapecoo, el proyecto de María Peña Coto. El suyo surge del arte, del diseño y de la moda, con una importante inspiración en los proyectos artísticos de Peña, con una larga trayectoria de trabajo en el arte, lo social y los temas de género. De hecho se apoya en lo artístico, lo social y lo ecológico.

Peña participó en el Circular Weekend organizado por Enviroo e Impulsa en noviembre y decidió repetir para limar ciertos aspectos de su proyecto, que contempla una colección de moda y bisutería inspirados en sus cuadros. En su producción utiliza materiales ecológicos y de proximidad, como Kulyana, y pinturas ecológicas, como las de Beatriz Prieto con su marca EcoUltravioleta, evitando los plásticos. En el aspecto social trabaja con un taller de Gijón que emplea a mujeres en situación de vulnerabilidad.

También procede del mismo Circular Weekend David de la Vega, con su empresa Esguil, donde trabaja sobre un Smuber, un vehículo de movilidad smart y personal, con recarga solar e inductiva que puede ser transportado como mochila o trolley. Erens, de Óscar Folasco, se basa en un envase reutilizable por ensamblado sostenible, que permite construir en 3D distintas estructuras con sus envases de plásticos dirigidos al consumidor final, fabricantes y envasadoras. Completa Regenextil, un sistema circular y solidario de retorno del textil que propone Marcos Fernández. Su idea promueve cambiar el sistema actual de usar y tirar hacia uno de incentivos que anime a las personas, demostrando el potencial de innovación circular en este sector.

Mujeres tejiendo redes

Algo llamativo de Quinta Circular ha sido la alta participación de proyectos liderados por mujeres que, por otra parte, han tejido redes entre ellas, sumando sinergias y dando lugar a nuevas colaboraciones. «Hemos sido mayormente mujeres y creo que no ha sido casual. En general tenemos más conciencia medioambiental, nos preocupamos por cómo vamos a dejar el planeta a las generaciones futuras», señala Eve Blanco.

En este punto Beatriz Prieto coincide en que «nuestro rol de cuidadoras se extiende al cuidado no sólo de nuestros seres queridos y abarca ya el planeta. La sensibilidad y la empatía hacia los demás, el sentido común y la responsabilidad, además de explorar nuevas oportunidades y la urgencia de cambiar las cosas con respecto a nuestro modelo productivo, nos interesa mucho y estamos al pie del cañón dispuestas a trabajar y a colaborar. Supongo que los hombres también, esto es una responsabilidad global. No sé quién la lidera, pero no me sorprendería que fueran mujeres».

Dalia Monge considera que «el hombre es más competitivo porque le han adiestrado desde pequeñito a ser macho alfa; a las mujeres se nos ha educado en la empatía y la escucha, que son cualidades idóneas para el trabajo en equipo». Esto favorece que hayan observado que «las sinergias entre nosotras se dan de un modo más fluido, con imaginación para ver posibles entre proyectos y voluntad de colaboración, de empujarnos, de ir todas juntas», concluye Blanco.