Artículo de opinión de Miguel Vicente
08 ene 2018 . Actualizado a las 21:01 h.El Real Oviedo no es el equipo a batir, no cuenta en su plantilla con el niño maravilla, no tiene la mayor ocupación de los estadios, no tiene al entrenador revelación de la categoría, no puede competir en presupuesto con los equipos recién descendidos, su goleador se ha pasado varios partidos lesionado, al igual que su principal apuesta por la media punta, aún inédito en liga. Pinta como equipo pequeño porque celebra empates en campos difíciles como triunfos, lleva demasiados años muy lejos de la Primera División.
Todas estas apreciaciones pueden gustar mucho o poco, muchas de ellas son objetivamente ciertas y a mí, particularmente, me encanta.
Me encanta que ciertos sectores nos sigan sacando de las quinielas. Que no vean a Forlín como el káiser que es en la defensa, que no aprecien la capacidad de desdoblar y hacer daño de Johannesson, que tilden de jugadores fríos y sin hambre Berjón y Ñíguez, que el entrenador que ha conseguido que veamos a uno de los equipos más serios de los últimos años sea sólo un tipo que les manda «fozar como jabalís».
¿Quieren obviar el grandísimo trabajo de Anquela? Allá ustedes. ¿Quieren negar que el equipo ha salido adelante a pesar de la plaga de lesiones, demostrando la capacidad y profundidad de la plantilla? Sigan haciéndolo.
Pero sepan que lo único que hacen al menospreciar la temporada del Oviedo es facilitarle las cosas. Siempre es más fácil ganar cuando tu rival no contempla que lo hagas, pero tú si tienes esa capacidad.
De seguir así, llegará un momento de la temporada en el que todo el mundo ya cuente con el Real Oviedo para conseguir grandes objetivos, pero por favor, mientras tanto... ¡¡Chsssst!! Que no salga de aquí.
